Haciendo memoria con Teresita

 
Víctor Casaus

DISCO+TERESITAEste lunes, al regreso de su despedida, busqué en la computadora la palabra TERESITA. Las pantallas se sucedieron llenando el aire de informaciones, fotos, manuscritos, cariños, risas, palabras escuchadas, canciones queridas.

Testimonios inolvidables del amor.

Pruebas al canto, evidencias poéticas y poemas soñados o vividos, qué más da. La pantalla iluminada iluminaba otras verdades: qué cerca, qué juntos anduvimos desde la penumbra de El coctel, a donde íbamos a escucharla con cuatro pesos en el bolsillo y el corazón a punto de estallar cuando bajáramos después, Rampa abajo, rumbo al Malecón; hasta la claridad de las yagrumas en el patio del Centro Pablo, a donde fue tantas veces a regalar canciones y saberes, hermandades y confesiones de la niña de 7 años que nunca dejó de ser.

Por eso se multiplican estas pantallas en su búsqueda de un nombre en diminutivo, así sin apellido en este momento, un nombre devolviendo la memoria de sus conciertos en los que no puede haber soledad, en los que Martí, hombrecito frágil y sabio y cojonudo y divino, vuelve a vivir entre nosotros, en la edad de oro de la voz de Teresita.

Por eso crecen indetenibles las pantallas buscadoras, revelando nombres y títulos y músicas y aparece su letra en la portada del cuaderno Memoria del 2001:

La Habana, 14 de febrero dl 2001

Víctor y María,

Gracias por la memoria, por la generosidad de acordarse de que fuimos jóvenes y soñamos con echar a volar los sueños y hacerlos realidad como palomas. Gracias a nombre de los jóvenes, de todos los trovadores y juglares. Ese hermoso proyecto está creciendo y puede alcanzar un Universo de Amor.

Cuenten conmigo para esa entrega total.

Siempre,

Teresita

Por eso ahora, casi al borde de que A guitarra limpia, ese universo de amor, cumpla sus quince años, traigo aquí las palabras con las que bienvenimos a Teresita por primera vez al patio de las yagrumas. Para cantar. Y para quedarse.

DOS AÑOS A GUITARRA LIMPIA

El espacio A guitarra limpia, creado en nuestro Centro para difundir la obra de los trovadores y las trovadoras,  llega a su segundo año de existencia con el concierto No puede haber soledad, de Teresita Fernández.

Para llegar hasta aquí hemos contado con el apoyo imprescindible de los cantautores de todas las generaciones y tendencias.  Los mayores, los fundadores, aportaron su presencia y sus canciones ya históricas a este espacio que apuesta por la continuidad creadora de esta forma de expresión y de amor que es la trova cubana. Los que llegan, los más jóvenes, aportaron su confianza en este espacio creado para ellos y trajeron su pasión, su palabra, sus criterios. No hay otro modo de construir un espacio cultural vivo y rico, actuante y transformador, que llame al disfrute de la belleza y a la necesidad de la reflexión.

Durante estos dos años A guitarra limpia se ha convertido, para nuestra felicidad, en un espacio necesario, alentado por la solidaridad y el deseo de crear. Los conciertos que ocuparon el patio de nuestro Centro cada último sábado de mes se han continuado en los quince casetes producidos con las voces de casi todos los trovadores que nos acompañaron a guitarra limpia. Nos satisface especialmente que junto a los autores mayores (Augusto Blanca, Vicente Feliú, Sara González) alternaran las voces ya imprescindibles de la generación siguiente (Gerardo Alfonso, Carlos Varela, Santiago Feliú) y empezaran a encontrar el espacio que merecen las voces más jóvenes que, en algunos casos, vieron recogidas por primera vez sus canciones  en los casetes A guitarra limpia (Rita del Prado, Diego Cano, Heidi Igualada, Samuel Águila).

Por todo ello es particularmente hermoso y significativo que en este concierto del segundo aniversario de A guitarra limpia nos acompañe Teresita Fernández, trovadora de los niños y de los mayores que se resisten a dejar de ser niños; conversadora incansable e incansable globalizadora de la ternura, martiana y cristiana, contemporánea nuestra e indagadora en los misterios del futuro que también, de alguna forma, nos pertenecerá.

Teresita ha llenado, llena, un espacio insustituible en el panorama de la canción cubana: lo ha hecho con perseverancia y con amor, con poesía y con humildad. Y al mismo tiempo llenó, ha llenado, los pequeños, enormes espacios de nuestras vidas personales (si las hay): ahí está en las noches del Coctel, en los sesenta, y en los días del Parque Lenin después, y en los discos de Martí y en la Ronda de Gabriela, y en tanta melodía que nos ha ayudado a vivir, a ser y a estar, como precisaría el Bola que una vez dijo el más hermoso piropo a esta trovadora indetenible: “Usted no necesita más adorno que la canción”.

Setenta años en la vida de esta gran artista nuestra. Dos años en la existencia de A guitarra limpia, este pequeño espacio para la inmensa trova cubana. Motivos diversos y únicos para repetir: aquí estamos y seguimos.

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