Sergio Bertoni
El pasado 24 de septiembre, el discurso de la presidenta brasileña Dilma Rousseff inauguró la 68va Asamblea General de Naciones Unidas. Fue un texto directo y contundente, al denunciar la existencia de una red de espionaje electrónico dirigido por EE.UU. Afirmó en ese momento que “entrometerse de esta manera en la vida de otros países es una violación del derecho internacional y, como tal, es una afrenta a las relaciones entre los países, especialmente entre naciones amigas. No es posible establecer la soberanía de un país a expensas de dañar la soberanía de otros. Jamás, el derecho a la seguridad de los ciudadanos de un país puede ser asegurado por la violación de los derechos humanos y los derechos civiles de los ciudadanos de otro país.”
La presidenta de Brasil enfatizó que la situación era aún más preocupante porque además de los órganos estatales de seguridad norteamericanos, las empresas privadas estaban apoyando este espionaje.
Al afirmar que “no se sostienen los argumentos de que la interceptación ilegal de los datos e informaciones esté destinada a proteger a la nación contra el terrorismo.”, Rousseff dejó claro de dónde partían las acciones de espionaje contra su país. “Hicimos saber al gobierno de EE.UU. nuestra protesta, exigiendo explicaciones, disculpas y garantías de que tales procedimientos no se repitan. Los gobiernos y las sociedades amigas, que buscan consolidar una alianza estratégica con eficacia, como es nuestro caso, no pueden permitir que las acciones ilegales sean recurrentes como si fueran normales. Estas acciones son inadmisibles.”
En la más legítima defensa, la mandataria del Gigante del Sur dijo que Brasil “redoblará esfuerzos para dotarse de legislación, tecnologías y mecanismos para protegerse de la interceptación ilegal de comunicaciones y datos.”
Y no sólo condenó sino propuso: “Mi gobierno hará todo lo que esté a su alcance para defender los derechos humanos de todos los brasileños y todos los ciudadanos del mundo y proteger los frutos del ingenio de nuestros trabajadores y nuestras empresas.” apuntó Rousseff.
Ya de regreso a Brasil, afirmó que tan pronto fuera aprobado por el Parlamento Brasileño, enviaría a la ONU la propuesta de un Marco Civil para la Internet, especie de constitución para la redes digitales que establece derechos y deberes de los ciudadanos, gobiernos, empresas y organizaciones que usan el espacio digital de comunicación. Este proyecto de ley fue elaborado colectivamente en la red con la participación amplia de varios sectores de la sociedad brasileña y presentado por el Gobierno Federal de Brasil a la discusión y aprobación del parlamento.
Por su parte, el director general de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números de Internet (ICANN), Fadi Chehade, anunció el pasado nueve de octubre que Brasil será la sede en 2014, de una reunión mundial sobre la gobernanza de Internet. La propuesta fue hecha por Chehade en una reunión con la presidenta Dilma Rousseff en el Palacio Presidencial. De acuerdo con la nota de Blogosfero.cc, el encuentro reunirá líderes mundiales, representantes de la sociedad civil y de la industria.
LA POLÍTICA CERTERA Y EL RETO PARA EJECUTARLA
Pero, ¿acaso bastan posiciones de principios con respeto al derecho a la soberanía de los pueblos y una más clara postura contra las intenciones imperialistas?
Ante un problema tan serio, por qué la gente ha demorado tanto para entender las alertas del Movimiento de Software Libre sobre los peligros de la guerra cibernética y del espionaje digital provocado sobre todo por el uso de tecnologías digitales de código cerrado protegidas por leyes y patentes de EE.UU.
El software libre, y las aplicaciones “open source”, son una alternativa real y económica a disposición de los pueblos y gobiernos latinoamericanos. Sus códigos abiertos son mejorados continuamente de forma libre y colaborativa por gente de todo el mundo. Por tanto, los usuarios no dependen de la voluntad o de los intereses de una determinada persona o empresa para seguir en desarrollo, sino que pueden estudiarlo, copiarlo, modificarlo y distribuirlo libremente. Así, es más difícil dotarlos de “trampas” y “puertas” clandestinas para espiar a los usuarios como ocurre con los softwares propietarios de las grandes empresas transnacionales del mundo digital.
Es una cuestión de seguridad digital, de soberanía tecnológica. Y, en tiempos de capitalismo informacional global, donde las riquezas se producen con la manipulación y el trasiego de informaciones, tener el control del hardware y el software es fundamental para garantizar la Libertad de Expresión y la Seguridad de los Pueblos.
No hay soberanía tecnológica cuando se usa software propietario, cuando las aplicaciones que usamos pertenecen a empresarios estadounidenses.
Ante tal situación, el combate al espionaje y la guerra cibernética exige de los pueblos y de sus gobiernos más que declaraciones firmes y denuncias públicas. Exige acciones concretas. Exige verdaderos cambios en su relación con las tecnologías digitales. Exige liberarse del vicio de ser usuarios de tecnologías privadas. Exige rechazar el uso de aplicaciones propietarias de código cerrado. Exige tornase productores de tecnologías libres y soberanas.
Al igual que en el siglo XIX, cuando los países latinoamericanos luchaban por su Soberanía e Independencia Política, en el siglo XXI deberán luchar por su Soberanía e Independencia Tecnológica, aunque estén como mínimo, medio siglo retrasados en este proceso.
¿RED DIGITAL CENTRALIZADA O REDES FEDERADAS?
Uno de los principales debates en el mundo de las redes digitales libres giran alrededor de dos conceptos: red social centralizada o redes sociales federadas.
La gestión de una Red Digital Centralizada al estilo Facebook, Twitter, Linkedin, Youtube, entre otras, permite control y supervisión total de las actividades en la red. Ello está dado porque todos sus servicios están concentrados en un mismo proveedor. Todos los usuarios deben estar en la misma red para poder compartir o intercambiar la información, y si usted no estás registrado en ella y no cuenta con un perfil, sencillamente no existe. La única manera de interactuar con sus amigos es invitándole a participar de la misma.
Aunque existen centenares de redes digitales en la Internet, la mayoría trabajan como si no hubiera ninguna otra red en la Web. Cada una de ellas busca ser la “red social” hegemónica, la más poderosa y popular de todas.
En cambio, las Redes Federadas, tales cual Blogoosfero, Friendica, Identi.ca, Diáspora, además de garantizar una gestión más dinámica y diversa de contenidos, permite a los usuarios de diferentes redes digitales conectarse entre sí, intercambiar informaciones, crear nuevas formas de interacción a través de la Web, sin que necesariamente se deba ser usuarios de una misma red digital.
En este concepto subyace un cambio de paradigma, o sea, la existencia real de una gigantesca red digital global y libre, gestionada por personas y organizaciones distintas y autónomas, interactuando a través de protocolos acordados y APIs accesibles para todos. Aún en proceso de desarrollo, este concepto progresista en la Internet ya está siendo combatido con hierro y fuego tanto por las grandes redes digitales propietarias como por las empresas de telecomunicaciones dueñas de la red física que soporta la Internet actualmente.
Pero para lograr éxitos las Redes Sociales Federadas necesitan además de protocolos abiertos y libres, de la voluntad de los distintos individuos, organizaciones y movimientos sociales para su libre interacción, en una gran articulación global que tiene como base conceptos como el pluralismo, la autonomía, la horizontalidad y la unidad en la diversidad, donde nadie es más que nadie y todos juntos son fuertes.
Por lo tanto, la real alternativa al espionaje electrónico, y al dominio y control ejercidos por las redes digitales privadas y propietarias no es copiar su filosofía para hacer una propia, ni intentar ser tan grande y megalómana como éstas. La real alternativa de la soberanía política y económica pasa por la soberanía tecnológica, esto es, practicar una filosofía de software libre, por el empleo y desarrollo de aplicaciones de código abierto, multiplicar cada red digital en miles de millones de redes, donde cada una pueda ser instalada en su propio proveedor autónomo, posibilitando que interconectarse a través de la Federación de Redes.
CRIPTOGRAFÍA AUTÓNOMA
¿Por qué sólo después de las denuncias de Edward Snowden, algunos gobiernos han tomado conciencia del espionaje digital estadounidense y de la importancia de la comunicación y seguridad digitales?
Quizá la ilusión de hiperconectividad de Internet tuvo un efecto alucinante en los pueblos. El desarrollo de esta “maravilla” de la tecnología no dejó mucho espacio para cuestionar si era posible que un instrumento de uso militar fuera seguro para el uso civil a larga escala.
Uno de los problemas fundamentales de la Internet hoy es que la privacidad para la mayoría de las personas es prácticamente nula. En un reciente artículo, el columnista político del “Jornal do Brasil”, Mauro Santayana, afirmaba que los ciudadanos son espiados no solamente porque los EE.UU. sean manipuladores y “malvados” sino porque las personas espiadas prefieren continuar siéndolo al usar sitios o servicios como Google, Youtube, Skype, Instagram o Facebook.”
El problema radica en que, usualmente la información por Internet no está cifrada. Los millones de correos electrónicos que los usuarios envían y reciben a diario pueden ser copiados fácilmente en el camino desde el origen al destino sin que ninguno de los involucrados en el envío del mismo se percate de lo sucedido. Y lo mismo sucede con los chats, la telefonía móvil, las plataformas de redes sociales y prácticamente todo sitio Web en Internet que no tenga protocolos de criptografía para la transmisión segura de datos.
Por tanto, no basta comprar hardware y software para criptografía disponibles en el mercado mundial. Además de carísimo, estos dispositivos son producidos por empresas privadas que poseen fuertes vínculos con la comunidad de inteligencia norteamericana. “Sus CEO’s y funcionarios son matemáticos e ingenieros de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU), capitalizando los inventos e innovaciones para el Estado de Vigilancia. Con frecuencia estos dispositivos son deliberadamente defectuosos con un objetivo. No importa quienes los utilizará o cómo – los órganos de inteligencia norteamericanos son capaces de decodificar las señales y leer los mensajes” –ha denunciado Julian Assange.
Una solución sería la encriptación autónoma, con códigos y “llaves” propias, pues a pesar de que se grabe una información en un portador digital, si no se tiene la clave de decodificación criptográfica, será así imposible acceder al contenido si no es el dueño de esa información. De ahí la importancia de desarrollar herramientas criptográficas soberanas en Software Libre e invertir en la calificación no solo de los programadores, ingenieros y matemáticos, sino también de los ciudadanos.
CONCLUYENDO…
Las varias iniciativas descritas en este artículo no producen resultados si son adoptadas de forma aislada o desarticulada. Exigen una nueva forma de mirar el mundo, hoy en día muy departamentalizado y al servicio de los intereses del capital.
Está claro que aunque los países latinoamericanos tomen todas las medidas necesarias para modernizar y controlar su infraestructura tecnológica, no significa que estarán completamente libres del espionaje digital y la ciberguerra que impone EE.UU.
Con la trilogía de la Tecnología Soberana – Infraestructura Propia, Hardware y Software Libres y Criptografía Autónoma–, la seguridad de los pueblos aumentará significativamente al quedar protegida la privacidad de los datos de los ciudadanos.
Así, para combatir el espionaje digital de los gringos no hace falta aislar a nuestros países y ciudadanos de Internet, de lo que se trata es de crear nuestros propios instrumentos de producción y transmisión de informaciones y conocimientos. Invertir en personas y en tecnología soberanas es lo que hace los pueblos libres, ricos e independientes.
Nos guste o no, Internet es un fenómeno presente en la vida de las personas. Por eso tenemos que aplicar a ella la insignia: Ocupar, Resistir y Producir nuestras propias tecnologías y contenidos.
(Tomado de Cubahora)
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