Elier Ramírez Cañedo
Las personas debieran valorarse recíprocamente por la utilidad de la virtud. El ser siempre por encima del tener. Los objetos fetiches no pueden definir a los seres humanos, pues ellos valen por sí mismos, por sus valores y actitudes ante la vida. Después de satisfechas las necesidades básicas del ser humano, la preocupación de éste por lo material debiera estar concentrada fundamentalmente en cómo lo material puede contribuir en algún sentido a su crecimiento espiritual y el de los demás. Estoy pensando en este caso, en aquellos objetos que facilitan al ser humano el acceso al conocimiento y otros que permiten el buen desempeño de sus profesiones y oficios.
Cuando se conoce a alguien, la primera pregunta no debiera ser tan frívola como ¿qué tiene?, sino ¿cómo es?, ¿qué hace?, ¿cuáles son sus valores? Hay personas que materialmente poseen mucho y sin embargo como seres humanos son espiritualmente muy pobres. Necesitan ostentar lo que tienen para valer ante los demás, pero solo los que comparten esa mísera concepción del sentido de la vida los acompañan en tanta superficialidad. Tanto unos como otros, se convierten en esclavos de las cosas. Nunca llegan a satisfacer sus necesidades crecientes de tener y por lo general terminan siendo personas infelices. Los objetos moldean el sentido de sus vidas, cuando simplemente debieran ser medios para mejorar su existencia, no el fin de la existencia misma. Algunos, incluso, llegan a apartarse totalmente de esa idea martiana que dice: “la pobreza pasa: lo que no pasa es la deshonra que con pretexto de la pobreza suelen echar los hombres sobre sí”.
El capitalismo ha tenido éxito al trabajar no en función de satisfacer las necesidades de la gente, sino en fabricar continuamente estas necesidades a partir de nuevos objetos. No crea mercancías, sino sueños esclavizantes. El socialismo, por el contrario, debe trabajar incansablemente por lograr que los ciudadanos tengan a partir de lo que son, “a cada cual según su trabajo, de cada cual según su capacidad”, pero buscando siempre la creación de un hombre que, por encima de todo, encuentre el sentido de su vida en el SER y que en ese SER esté también su reconocimiento social. (Tomado de Dialogar, dialogar)
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“Ser” o “tener” …. cuando me enfrento a las personas quienes CREEN tener y presumen TENER más que el otro, ya que el Tener se convirtió en una verdadera carrera competitiva (estimula varios procesos importantes positivos/negativos en esta sociedad capitalista), me viene la pregunta: ¿qué es lo que tiene esta persona? Acaso puede estar en su casa de 10 recámaras y salones lujosos en cada lugar al mismo tiempo? Será que se siente más cómodo en su Mercedes Benz? Sigue siendo un auto el cual lo llevará al mismo lugar que al otro con un Trabi alemán oriental. ¿Qué es, lo que se vende finalmente ? Un auto ? Lujo ? O, privilegios e imagen ? El burgués y el obrero en la carretera. Vaya mundo de fantasía !!!!
Seguro que sabrán, qué es comodidad? Pueden estar muy cómodos en un auto fino, pero muy incómodos cuando deben desarrollar una conversación cultural. El trasero (perdón con la palabra) siempre busca la comodidad, pero nuestro intelecto incomoda al cómodo, cuando nos acercamos para conversar. Cabe el dicho “calladito se ve más bonito”.
El Tener y tener: qué es, lo que tenemos finalmente cuando perdemos la propiedad sobre lo material ? Y, qué seguimos teniendo cuando no tenemos nada materialmente ?
Reblogueó esto en la koladita.
Mi *ser* tiene todo que ver con lo que *tengo* o *no tengo*.
*Tengo*: muchos valores y principios, una computadora que no es la que me gustaría, mucho cariño de la familia filtrada por mi para *tener* la que me gusta y descartar la que no, muy buenos amigos, un novio que quiero mucho y creo que él a mi también… y algunos pocos etcéteras.
*NO tengo*: ganas de ser Quijote ni Sancho, casa ni carro, viajes al extranjero, vacaciones en hoteles lindos o feos, posibilidades de trabajar dignamente sin sentirme apátrida y con muchas ganas de servir a mi país en vez de a otros … y muchos etcéteras.
Si respetamos al marxismo entonces se *es* dependiendo de lo que se puede *tener* y de lo que *NO*. Las personas somos víctimas de la calidad que podemos alcanzar para las cosas que poseemos. La culpa de que sea más «importante» tener ropa de marca que tener un cerebro de marca es social, sistémica no individual.
Ostento con orgullo y dignidad lo que tengo con calidad y me quejo de que en colectivo no tengamos más o de las cosas que tengo y no me gustan.
Me gusta tener en la historia que conozco a Lázaro Cárdenas, al Che, a Allende, Arbenz y a Chávez.
Me quejo de que los médicos en Cuba tengan salarios indignos y que los boteros (taxistas por cuenta propia) tengan más salario en un día que ellos en mes, de que los obreros que me rodean para sobrevivir tengan que inventar de todo lo increíble, que los países amigos no tengan la integración que merecemos, me quejo de tener papa y reyes en el mundo, me quejo de que los campesinos del Catatumbo colombiano y de otros muchos lugares ignorados por la prensa no tengan tierra para que la tengan transnacionales imperialistas.
¡Discurso aberrado -en mi humilde opinión- el de este artículo! No se puede separar al individuo de su entorno social ni poner en cada lado de una balanza a categorías que van siempre juntas. Se *tiene* y se *es* al mismo tiempo.
Martí:
Es hermoso, asomarse a un colgadizo, y ver vivir al mundo: verlo nacer, crecer, cambiar, mejorar, y aprender en esa majestad continua el gusto de la verdad, y el desdén de la riqueza y la soberbia a que se sacrifica, y lo sacrifica todo, la gente inferior e inútil. Es como la elegancia, mi María, que está en el buen gusto, y no en el costo. La elegancia del vestido, -la grande y verdadera, -está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza echa luz. Procurará mostrarse alegre, y agradable a los ojos, porque es deber humano causar placer en vez de pena, y quien conoce la belleza la respeta y cuida en los demás y en sí. Pero no pondrá en un jarrón de China un jazmín: pondrá el jazmín, solo y ligero, en un cristal de agua clara. Esa es la elegancia verdadera: que el vaso no sea más que la flor.”
(Fragmento de carta a María Mantilla)
“Me quejo de que los médicos en Cuba tengan salarios indignos”. Esto es un buen punto y un día discutí con un médico cubano viviendo en USA, presumiendo todo lo que puede comprarse con su nuevo salario. El tipo me daba hasta lástima, porque se creía muy rico en comparación con un médico cubano. Así también conocí un médico cubano en La Habana y, a pesar que le ofrecían trabajo en el exterior, jamás se saldría de Cuba. La ambición está dentro del ser humano y Rousseau bien lo describe: esto es mío. Mientras un animal sabe cuando es suficiente, el ser humano almacena irracionalmente. Justamente esto es el problema en nuestra sociedad. Tener más es también aumentar poder y dominio.
No se puede separar el indiviuo del entorno, es muy cierto, pero junto con la naturaleza del hombre también justificaría el aumento de la desigualdad y pérdida de valores.
Antes nadie cobraba nada por sus labores, hoy no laboran sin cobro. También sé que, un médico cubano en USA está más interesado en venderme la porquería de la industria farmacéutica, viendo mi salud como gran negocio. El dinero pudre el alma y es triste ver, cómo un ser humano se convierte en su propio esclavo ante lo ajeno.