José Luis Fariñas
Mente
No eres tú que enciendes el fermento,
no es tu isla procesional que matas,
no es el cuarto celeste ni tu pluma,
no es tu crucifijo de traidores ni el robledal,
no es tu horno glacial paralizándome,
no es el perro del nordeste sin sus orejas,
no es el peso de mi oscuridad
ni el abanico de tus padres
entonando himnos perdidos,
no es el vidrio informe del secreto
o el cuadrante donde las arañas desencarnan.
No es tu vacío de veinte toneladas
ni la pirámide que se nos fue,
es solo el viento, haciendo su trabajo.