Con los ciudadanos de Chávez quiero yo mi suerte echar*

 
José Pertierra

Chavez-Marti-Bolivar1Quiero hablarles brevemente sobre Chávez, el hombre. Nació en 1954 en Sabaneta de Barinas. Un pequeño pueblo con solamente tres calles de tierra.

Hugo fue el segundo de 6 hermanos. Su familia era tan pobre que no tenían suficiente dinero para comprarle zapatos al niño. Su abuela Rosa Inés lo llevó a su primer día de escuela con unas alpargatitas. Su tía cuenta que el maestro no lo dejó entrar a la clase y lo mandó a la casa, hasta que su familia encontrara la manera de comprar los zapatos.

El Presidente Chávez recordaba que no tenía juguetes cuando era niño. Junto con su hermano mayor, Adán, inventaba juegos imaginarios con juguetes imaginarios. Imagínense ustedes eso.

Cuando me preguntan los estadounidenses por qué hay un desborde de emociones tras la muerte de este hombre, les digo que los venezolanos de a pié se identificaban plenamente con su Presidente. Como lo expresó la autora del libro Chávez Nuestro, “el mestizaje, la diversidad de influencias políticas, el peso de la historia en cada ángulo de sus decisiones y un origen profundamente popular, hacen de Chávez una especie de compendio del venezolano.”

Dedicó su vida a darle voz a los silenciados, y dignidad a los humillados. Creó las Asambleas de Barrio y apoderó al pueblo para que participaran en una gesta democrática. Gracias al Presidente Chávez, los venezolanos debaten todo y todo el tiempo. Por la primera vez en su historia, los venezolanos saben qué es gobernar por sí mismos.

El Presidente Chávez se refería siempre a sus compatriotas como hermano, camarada o ciudadano, y así comenzaron a llamarse entre ellos los venezolanos humildes y los representantes del pueblo. Una trabajadora en Caracas resumió qué representó eso para el pueblo. Dijo ella, “¿Ciudadanos? Antes de Chávez, ni siquiera sabíamos que éramos seres humanos”.

Ese, hermanos y hermanas, es el legado del Presidente.

La Revolución Bolivariana ha reducido dramáticamente la pobreza en Venezuela, casi eliminado la miseria, y ha erradicado la analfabetismo. Las riquezas petroleras de PDVSA están ahora al servicio del pueblo y no para las multinacionales petroleras, que anteriormente saquearon al país y pagaban una tarifa de solamente 1% por los miles de millones de dólares que ganaron.

La Revolución creó las Misiones en todas partes del país, para proveerle atención médica gratuitamente a millones de venezolanos. Una vez fui como pasajero en un avión de La Habana a Caracas. En el vuelo iban más de un centenar de pacientes venezolanos de escasos recursos. Regresaban a la patria después de haber recibido asistencia médica gratis en Cuba. Muchos llegaron ciegos a La Habana. La Operación Milagro le restauró la vista.

Nunca olvidaré ese viaje. Los pacientes que hacía pocos días no veían, ahora lloraban ante el panorama de las nubes cuando el avión cogió vuelo. Aplaudían al ver las aguas verdeazules del Caribe. Cantaron durante el viaje entero y mientras aterrizaban, corearon “Gloria al Bravo Pueblo” y terminaron con gritos de “Gracias Chávez, Gracias Fidel, Gracias Venezuela, Gracias Cuba”.

Eso, amigos míos, es Revolución.

Es verdad que el Presidente Chávez le caía mal a algunos. Lo odiaba el gobierno de los Estados Unidos, la oligarquía venezolana y los medios de prensa que ellos controlan. Pero recuerdo al Presidente decir varias veces que si no hay oposición, no hay Revolución. Y el Presidente.

Tras asumir el poder habría sido un politiquero cualquiera de América Latina, pero el Presidente Chávez nunca aceptó la mediocridad. Era un líder, un revolucionario, el Simón Bolívar de esta época. Luchó por una América Latina unida. Soberana. Libre del dominio de España y de los Estados Unidos.

Era un Presidente poco convencional. Lloraba, cantaba y comía arepas con su pueblo. Se reía a carcajadas como cualquier hijo de vecino y le daba la contraria a todas las reglas del protocolo diplomático. Era simplemente muy humano.

Algunos banqueros, empresarios y oligarcas no se tragan a un líder de esa estirpe natural, pero el pueblo sentía su sinceridad, su humanidad, su gracia y su alegría. Acostumbraba a interrumpir sus discursos con cálidos saludos a los venezolanos que había conocido durante sus recorridos por el país. “Hola Pepe. Un saludo para Pepe en Barquisimeto”, o “Gladys, en Petare, vamos a terminar aquel proyecto”.

También cambiaba al inglés y exclamaba con su voz estruendosa: “Fidel, How are you Fidel?” O le enviaba un mensaje muy especial a W. Bush: “Mr. Danger, si decide usted invadir a Venezuela, lo estaré esperando en la Sabana. Come on here, Mr. Danger. Cobarde. Donkey”. ¿Y quién podrá olvidar sus palabras en el podio de las Naciones Unidas, donde Bush Junior había hablado pocas horas antes: “Azufre. Aún huele a azufre aquí”.

No era un revolucionario metafísico, satisfecho porque podía debatir con soltura la filosofía del socialismo del siglo XXI. Estaba comprometido con cambiar a Venezuela y lo logró. Estaba comprometido con cambiar a América Latina y lo logró. Sabía que para que los revolucionarios puedan cambiar la sociedad, necesitan primero que todo tomar el poder y después tratar de construir un socialismo que no puede ser, como decía Mariátegui, “ni calco ni copia, sino creación heroica”.

El Presidente Chávez fue un tsunami bolivariano. Cambió radicalmente a Venezuela y a toda América Latina.

Algunos dicen que su muerte ha dejado un vacío que no podrá llenarse. No estoy de acuerdo. Como dijo Martí, “morir es lo mismo que vivir y mejor, si se ha hecho lo que se debe”. En la muerte, el Presidente Chávez es más grande que nunca, porque ilumina el camino que debe llevarnos a desterrar de la faz de la tierra la oscuridad de la pobreza, la represión y la explotación.

Doce elecciones ganó antes de morir tempranamente a los 58 años de edad. Un récord prodigioso. Sin embargo, sus enemigos insistían en que era un déspota. ¿Cuántas elecciones ganó Mr. Danger? ¿Y el Rey Juan Carlos de España, quien tanto lo criticó por un supuesto autoritarismo, aunque jamás se sometió a elecciones? Los reyes y las reinas creen que las elecciones son solamente para los plebeyos. Que los de sangre azul heredan un derecho divino para gobernarnos.

Cada vez que yo llegaba a Caracas, prendía el televisor y veía la cara del Presidente Chávez me sonreía, anticipando lo que pudiera decir. Entre sus muchos atributos, no olvidemos que el Presidente era sumamente divertido. La gente lo veía como un amigo juguetón, con quien podían compartir la vida. Su gracia le llegaba hasta a los niños.

Hace unos años estaba mirando en la televisión una función de teatro infantil en Caracas. Después de la presentación, el Presidente Chávez tomó el escenario para agradecer la puesta en escena. Los actores que no pasaban el umbral de los 9 ó 10 años, aún vestían sus disfraces. El Presidente le preguntó a una niñita que disfraz tenía ella. “Yo soy un mago”, le respondió la criatura. “Bueno, no me hagas desaparecer”, le dijo Chávez. “No Señor Presidente. A usted yo lo tendría que multiplicar”, le respondió la pequeña.

Bueno, hermanos míos: el Presidente Chávez se ha multiplicado. Hoy, juntos, todos somos Chávez. Está en los corazones de millones de nosotros. Pero como dijo el Presidente Nicolás Maduro el domingo en Caracas: “Solo somos Chávez si estamos unidos. Separados somos nada”.

Hermanos y hermanas:

Nuestro norte es el sur. Es el sueño de Bolívar. El de una América Latina unida. El sueño de un mundo mejor para los pobres de la tierra. El sueño de hacer posible lo que parece imposible. El sueño de tomar el cielo por asalto. El sueño del Presidente Chávez de alcanzar la estrella celestial, de la cual habla la letra del “Hombre de La Mancha”, que aquí recuerdo:

Fue su ideal la estrella alcanzar
No importa cuan lejos, se pueda encontrar
Luchar por el bien, sin dudar ni temer
Y dispuesto al infierno llegar si lo dicta el deber.

Y sabía que si lograba ser fiel
A su sueño llegar
Estaría su alma en paz al llegar
Y de vivir el final.

Será este mundo mejor
Si hubo quien despreciando el dolor
Combatió hasta el último aliento
Con fe lo Imposible soñar y la estrella alcanzar.

Que viva el Presidente Chávez!
Que viva el Presidente Nicolás Maduro!
Que vivan los pobres de la tierra!

Comandante Presidente Hugo Chávez Frías: ¡Te acompañaremos siempre!

*(Palabras de José Pertierra en el homenaje al Presidente Hugo Chávez en la Iglesia St. Stephens, Washington, D.C. 12 de marzo de 2013)

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