Ángel Guerra Cabrera
La gran derrota de la oposición venezolana en las elecciones de gobernaciones y legislaturas estatales del 16 de diciembre confirma la raigal hegemonía política del chavismo en la sociedad venezolana y el insondable descrédito de sus adversarios. El Partido Socialista Unido de Venezuela(Psuv) y sus aliados le sacaron 14 puntos porcentuales de ventaja a nivel nacional a la llamada Mesa de Unidad Democrática(MUD) y le arrebataron 5 de los 8 estados que gobernaba, entre ellos el petrolero y populoso Zulia, el industrial Carabobo y el estratégico Táchira –los tres relevantes geopolíticamente-, así como Nueva Esparta y Monagas. En síntesis, el chavismo, con mayoría en la Asamblea Nacional , es gobierno ahora en 20 de los 23 estados de la república, además de haber ganado 22 de 23 legislaturas estatales, incluyendo mayoría absoluta en la de Miranda. En ese estado capturó deslucidamente la gobernación Henrique Capriles Radonski, quien ya la ocupara antes de su renuncia para abanderar la candidatura opositora a la presidencia en los comicios del 16 de diciembre. Ahora con mayoría chavista absoluta en el legislativo estatal, es de suponer que a Capriles se le exijan cuentas sobre las irregularidades y menosprecio por las necesidades populares observados durante su anterior gestión y que no pueda continuar despacándose a su antojo con el presupuesto. Una fuente opositora solvente me comentó que su reelección con sólo 4 puntos de ventaja dista de ser un éxito personal y se debe al congénito antichavismo de segmentos poblacionales de Miranda.
A poco más de dos meses de la paliza recibida en los comicios presidenciales del 7 de octubre, la del 16 de diciembre pone en solfa al liderazgo actual de los partidos que representan al imperialismo estadunidense y a la oligarquía en Venezuela, que difícilmente puedan recuperarse del golpe a corto plazo sin realizar un cambio de personal en sus cúpulas y una reconsideración de sus métodos. La oposición se ve en pésima forma para cumplir su sueño de desplazar al chavismo del Palacio de Miraflores en caso que la salud del presidente Hugo Chávez obligara a convocar a nuevas elecciones, ya sea porque no pueda tomar posesión el próximo 10 de enero o porque no esté en condiciones de ejercer su mandato.
Son esclarecedoras las declaraciones de los directores de empresas encuestadoras Germán Campos y Oscar Schemel, que tienen en su haber los vaticinios más acertados en las elecciones venezolanas de los últimos años. La MUD -apunta Campos- no logró articularse, debe tener una lectura más matizada(respecto a esta elección) de la que tuvo el 7 de octubre pues en aquel momento hicieron un análisis equivocado al no comprender y desconocer la cultura política venezolana. Schemel es más puntual: “Hemos insistido en que la oposición venezolana carece de identidad, de visión, de propuesta. El chavismo, por el contrario, es una comunidad emocional, una identidad de clases y una cultura política…hay características que trascienden al hecho electoral y le proporcionan al chavismo una fortaleza social, política y cultural superior a la oposición”.
No obstante, el chavismo no debe confiarse pese a su resplandeciente victoria. La amenaza desestabilizadora yanqui está más viva que nunca pues, como lo indican las recientes declaraciones de Obama a propósito de la delicada salud de Chávez, Washington aprovechará la coyuntura para redoblar su proyecto de cambio de régimen en Venezuela. Los golpes de Estado en Honduras y Paraguay demuestran que también con Obama, continúa la sempiterna política estadunidense de únicamente respetar la institucionalidad democrática cuando favorece sus intereses.
Es obligado hacerse la pregunta de cuánto de esta victoria es fruto del estrechísimo lazo popular con el presidente, de la misma manera que merecen examen los reveses de las fuerzas bolivarianas. Tomemos el caso de Amazonas, el estado menos poblado pero de mayoría indígena, cuando éste es el primer gobierno en Venezuela que se ha ocupado de reconocer y salvaguardar los derechos de sus habitantes originarios, dándoles la representatividad que merecen en el gobierno y ocupándose de su bienestar. También convendría analizar las magras victorias en estados gobernados por el oficialismo, donde puede estar influyendo una deficiente gestión de gobierno. Como ha advertido el experimentado José Vicente Rangel: que el triunfalismo no contribuya a que el análisis y la autocrítica sean perturbados.
@aguerraguerra
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Ahora, más que nunca, los representantes del progresismo en Venezuela, deben mostrar una actuación intachable. Y si existiese algún foco de corrupción, removerlo sin piedad. Los buenos deben diferenciarse bien y en todo de los malos. Lo ocurrido aquí en Chile, salvando las diferencias, es muy ilustrativo. La gente está confundida y hasta el partido comunista es puesto en tela de juicio a veces, por alianzas inconvenientes.
EL OBSEQUIO DE LA HISTORIA
Las elecciones de gobernadores le obsequiaron a la Revolución Bolivariana la oportunidad, probablemente la última, de rectificar. La fuerza del anhelo de cambio es tan grande que soporta nuestros grandes errores y nos da la magnífica posibilidad de subsanarlos, de repensarlos. En las elecciones en las que no participa Chávez se muestran con más nitidez las fallas, son un retrato fiel de nosotros. De su estudio riguroso depende el éxito.
Lo primero que salta a la vista es la necesidad de un fuerte remezón, una rectificación profunda en el Poder Popular, en el Partido, un replanteo de la organización revolucionaria en todos los campos. Veamos.
El Poder Popular tiene como principal objetivo garantizar la existencia de la Revolución. Si no es capaz de protegerla, de defenderse a sí mismo, de garantizar su propia existencia, entonces es inútil. Ahora bien, la principal batalla en esta etapa de la Revolución Pacífica son las elecciones, si en ellas el Poder Popular no tiene un papel determinante, si lo ahoga la abstención, si lo embriagan los vapores de la publicidad, debemos escuchar las alarmas y rectificar.
El Socialismo es un cambio en la existencia del humano, se pasa de una vida egoísta, individual, aislada, fragmentada, a relaciones fraternas, de soluciones sociales. En Socialismo los intereses, las metas sociales y las individuales dejan de ser contradictorias, el hombre deja de ser lobo del hombre, el individuo se realiza junto y dentro de la sociedad.
Entonces si esa es la meta, el Poder Popular, pilar de la construcción del Socialismo, tiene que ser ejemplo de esa nueva relación, escuela de la formación de la conciencia socialista, ejemplo de las nuevas relaciones, organismos integrales que transciendan lo puramente económico y se ocupen de todas las esferas de la acción humana: del arte, de la política, de la defensa del Socialismo, de su construcción. Podemos concluir: el destino de la Revolución será determinado, en última instancia, por la calidad de la organización del Poder Popular.
¿Qué hacer?
Los Consejos Comunales deben constituirse en un tejido social que permita superar el aislamiento, así el individuo será miembro de una unidad organizativa local y simultáneamente miembro de un tejido social, miembro de la sociedad toda: sus relaciones armonizarán lo local del Consejo Comunal con lo universal del tejido social.
La formación de este tejido no es posible separada de la economía, es el trabajo la principal actividad de relación del humano, es el origen primordial de la conciencia. La forma económica determina la forma de organización social, las dos se influyen mutuamente.
Es imprescindible dar este salto de organización, sólo así avanzaremos en la construcción del Socialismo. No podemos conformarnos con triunfos en el terreno de las elecciones burguesas que no crean conciencia revolucionaria, que únicamente nos obsequian la oportunidad de dar los pasos imprescindibles.
El triunfo en las elecciones burguesas sólo tiene sentido si avanzamos. Si, al contrario, la Revolución se embriaga con esas victorias, se deleita en ellas, inexorablemente se desgasta y perece.
¡Con Chávez siempre!