Elier Ramírez Cañedo
Si nos guiamos por algunos de los análisis vertidos en los últimos tiempos sobre un aspecto aún muy poco abordado y divulgado de la historia del Partido Independiente de Color ( PIC), como es el caso de las conexiones que establecieron algunos de sus líderes con el gobierno de los Estados Unidos, pudiera interpretarse que en la sociedad cubana de las primeras décadas de República Neocolonial Burguesa, solo puede hablarse de una mentalidad complaciente ante la tutela yanqui, derivada de la hegemonía cultural, económica y política que ejercía el poderoso vecino en la Isla. Es decir, se pretende justificar los reclamos de mediación e intervención que algunas figuras del PIC hicieron a Washington, bajo la concepción históricamente errada de que en aquellos años, los cubanos todos digerían con facilidad la píldora mitológica de que debían la independencia al gobierno de los Estados Unidos, al tiempo que la modernidad del Norte subyugaba sus sueños y esperanzas. Sobre este problema ha advertido la Doctora en Ciencias Filosóficas, Mely del Rosario González Aróstegui: “Por mucho tiempo, y a fuerza de consideraciones de marcada intención ideológica, ha dominado la impresión de que esta etapa fue de adormecimiento de la conciencia nacional, y que ésta se despierta con signos de rebeldía sólo en los años veinte; sin embargo, hay evidencias clarasde una resistencia en sentido político, pero también en un sentido más amplio: en el sentido de toda una orientación de la cultura, de una orientación del pensamiento nacional hacia una posición de no permitir que las circunstancias adversas dejaran a la nación cubana a su suerte frente a los Estados Unidos”. [i]
De estos enfoques que sostienen la no existencia en la sociedad cubana de posiciones contrahegemónicas significativas, se deriva el criterio de que todo el que señale ahora que los líderes del PIC fueron ingenuos o poco clarividentes con respecto a la posición del racista gobierno de los Estados Unidos, y que erraron al pedir la intervención –no anexión- de los estadounidenses , “está haciendo un análisis presentista, que nada tiene que ver con la época que le tocó vivir a los Independientes de Color”. El argumento esencial que se ha utilizado para fundamentar este criterio es que no era algo inusual en aquel contexto, que se pidiera continuamente la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos cubanos, para favorecer o legitimar los intereses de uno u otro partido de los que se disputaban el poder. Cierto que no era nada extraño, más bien se había convertido en una práctica política. Eso esta bien a la hora de explicar, no para justificar –abjurando de cualquier crítica- la actitud de algunos líderes del PIC al acudir a Washington para dirimir los problemas nacionales, así como de cualquier otro dirigente de los partidos políticos tradicionales, pues entonces soslayamos que en esa misma época, también habían cubanos luchando a brazo partido contra la deshonrosa Enmienda Platt y la injerencia yanqui en nuestros asuntos. Con solo haber existido una personalidad que hubiera tenido estas posiciones en aquella coyuntura histórica, bastaría para desbancar los criterios que plantean la descontextualización. Pero ese no fue el caso de Cuba durante las dos primeras décadas del siglo XX, pues en todos esos años el “plattismo” encontró una fuerte resistencia de las corrientes de pensamiento que rechazaban la dominación económica, política y cultural de potencias extranjeras, especialmente la de Estados Unidos.
Realmente a lo interno de la sociedad cubana existía una pugna muy intensa en el campo de las ideas y las mentalidades. De un lado, las estructuras de poder neocolonial controladas desde Washington promoviendo la cultura “plattista”, del otro, elementos de la sociedad civil, especialmente de la vanguardia intelectual, asumiendo posiciones antinjerencistas y antiplattistas, que se convirtieron en el centro de la cultura de la resistencia cubana en esos años. Aunque en el amplio espectro de opiniones también hubo matices intermedios.
Los que analizan el tema sin tener en cuenta estas complejidades, soslayan además los avances historiográficos que han demostrado fehacientemente que en la Isla hubo una resistencia a la dominación yanqui incluso desde antes del 20 de mayo de 1902 y que el antiimperialismo radical de corte marxista de los años veinte fue el resultado de una experiencia acumulativa en materia de pensamiento, que tuvo como antecedente al antinjerencismo y el antiplattismo de las primeras dos décadas de ensayo neocolonial.
La investigadora cubana Mely del Rosario, ha hecho importantes contribuciones en este tema del antinjerencismo y de lo que ella denomina antiimperialismo de corte liberal positivista en los inicios de la República. [ii] En la primera corriente de pensamiento González Aróstegui ubica a ensayistas vinculados a importantes publicaciones de la época como: Mario Guiral Moreno, Carlos de Velasco, José Sixto de Sola, Julio Villoldo, Leopoldo Cancio, Roque Garrigó y Ricardo Oxamendi. También a intelectuales vinculados al Movimiento de Revisión Histórica, como Enrique Collazo y Fernando Ortiz; escritores como Miguel A. Carbonell y Eduardo Abril Amores; otros incorporados en alguna medida al movimiento de la clase obrera y las ideas socialistas, como José Antonio Ramos, Carlos Loveira, Miguel de Carrión y Juan Ramón Xiques; periodistas como Manuel Márquez Sterling; y abogados que apreciaron el fenómeno de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos a través del prisma de lo jurídico. [iii]
Por su parte, menciona a Enrique José Varona, Manuel Sanguily, Juan Gualberto Gómez, Salvador Cisneros Betancourt y Julio César Gandarilla, como representantes de la línea antiimperialista de corte liberal. [iv] Al respecto señala Mely del Rosario: “Los votos particulares contra la Enmienda de Juan Gualberto Gómez y Salvador Cisneros Betancourt, la polémica de Manuel Sanguily en el Senado alrededor del tratado de Reciprocidad, los estudios de Enrique José Varona sobre el imperialismo en la temprana fecha de 1905 y todos sus escritos desde esa fecha hasta su muerte, así como la obra de Julio César Gandarilla Contra el yanqui, son manifestaciones concretas de esta línea que, sin llegar a una visión marxista sobre el fenómeno, supo ver el lugar central que ocupaban los Estados Unidos en la solución del problema cubano, aún antes de que estuviesen creadas las condiciones económicas y políticas que permitieron en los años veinte esa delimitación de principio”. [v]
En 1912 todavía estaban frescos los tristes recuerdos de la segunda ocupación 1906-1909, y ésta, indudablemente, había provocado una radicalización del pensamiento antinjerencista y antiplattista en no pocos sectores de la sociedad cubana. Además, se hablaba públicamente de lo funesto que podía ser para Cuba una tercera intervención de los Estados Unidos. “Los años que siguen a 1906 –destaca Mely del Rosario- se caracterizan por una extensión de las ideas críticas acerca del nuevo dominio a que estaba sometida la Isla, pero sobre todo por el realce de posiciones éticas de rechazo a la injerencia. Se observa una tendencia a la generalización del debate con una amplia gama de ideas, en su mayoría agrupadas bajo la consigna cívica de Manuel Márquez Sterling: “contra la injerencia extraña, la virtud doméstica”. A partir de aquí se desata todo un movimiento cívico estrechamente vinculado al problema de la injerencia. Esta manera de interpretar la necesidad de un enfrentamiento a la injerencia de los Estados Unidos en Cuba es asumida en general por el movimiento de intelectuales defensores de la nacionalidad cubana, portadores de una cultura de la resistencia, tanto de la línea antinjerencista como de la antiimperialista liberal”. [vi]
Dentro de la pléyade de figuras ilustres que lucharon con denuedo contra la injerencia de los Estados Unidos en Cuba y por la abrogación de la Enmienda Platt, se destacó el líder independentista Salvador Cisneros Betancourt, quien a pesar de su avanzada edad, desplegó una intensa lucha cívica por la independencia absoluta de la Isla, la cual consideraba había sido frustrada por el poder extranjero. El 10 de octubre de 1907 Salvador Cisneros fundó la Junta Patriótica, con la intención de aunar a todas las fuerzas revolucionarias en un bloque nacional con independencia de clases sociales o filiación política. Presidida por el Marqués de Santa Lucía, la Junta aspiraba a convertirse en el gran Partido Revolucionario Cubano, siendo uno de sus postulados fundamentales la abolición de la Enmienda Platt. Integraron además la junta Manuel Sanguily, Enrique Collazo, Eusebio Hernández, Carlos García Vélez, Fermín Valdés Domínguez, Enrique Loynaz del Castillo, Francisco Arredondo y Miranda, Manuel Piedra Martell y Generoso Campos Marquetti, entre otros. [viii]
Serafín Portuondo Linares señala que los Independientes de Color debieron no centrar su lucha en la derogación de la Enmienda Morúa, “sino juntar sus fuerzas políticas y electorales con otros núcleos progresistas de la población cubana, sin tener en cuenta su raza o color; y haber creado un partido popular con otro nombre y un programa más ampliado ”. [viii] Pienso que los Independientes de Color desaprovecharon esa oportunidad cuando en 1908 los dirigentes de la Junta Patriótica se les acercaron con espíritu unitario, sin que pudieran alcanzarse acuerdos efectivos. [ix]
Poco tiempo antes de producirse la protesta de los Independientes de Color, el 18 de enero de 1912, Cisneros Betancourt, en profundo discurso antiplattista había señalado:
“Entiendo, que ni los Estados Unidos, ni otra Nación alguna tiene derecho a inmiscuirse en nuestros asuntos interiores, porque desde ese momento perdemos la independencia absoluta que como Nación debemos tener; pero por desgracia nos vimos obligados a aceptar que en nuestra constitución se agregase la malhadada y tremenda Enmienda Platt, la que no acepté en su principio ni aceptaré jamás.
(…)
Espero de la sensatez y el buen juicio de los cubanos todos que sabrán darse cuenta de los graves males que nos amenazan sino ponemos todo lo que esté de nuestra parte para evitar por todos los medios posibles a fin que no pise en tierra cubana ningún soldado americano”. [x]
Es de presumir que Salvador Cisneros, Juan Gualberto Gómez, y el resto de las personalidades destacadas en esos años por su la lucha contra la Enmienda Platt y el injerencismo yanqui, desconocían que el 18 de octubre de 1910, Francisco Caballero Tejera e Isidoro Santos Carrero y Zamora, presidente y secretario, respectivamente, del comité ejecutivo provincial de Santiago de Cuba del Partido Independiente de Color, habían enviado una carta al presidente estadounidense William Taft, en la que se referían a la Enmienda Platt como la “visionaria medida” introducida por el “prudente gobierno”[xi] estadounidense en la constitución cubana.[xii] También, que ignoraban el telegrama firmado por 96 integrantes del PIC y dirigido el 23 de marzo de 1912 al Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en Cuba, Mister Beaupré, para que éste lo trasladara a Taft, en el cual señalaban: “Cansados de injusticias vejaciones esperamos protección de ese Gobierno en atención artículo tercero Ley Platt” [xiii] Recordemos que el famoso artículo tercero de la Enmienda Platt era el que daba derecho a los Estados Unidos a intervenir militarmente en la Isla. Otro mensaje que jamás llegaría a los ojos de estas personalidades sería el enviado por Evaristo Estenoz, líder indiscutible del PIC, al Departamento de Estado de los Estados Unidos, en los primeros días de junio de 1912. En este se planteaba entre otras cuestiones: “…deseo declarar que antes que ser gobernados por los cubanos en el pasado, sería mucho más preferible ser gobernados por extraños. (…) esperamos que el pueblo de los Estados Unidos comprenda nuestra posición y estudie el asunto exhaustivamente antes de convencerse de la necesidad de la intervención”. [xiv]
¿De haberse hecho público estos mensajes, qué reacción hubieran provocado en Salvador Cisneros y Juan Gualberto Gómez, por solo mencionar dos nombres harto conocidos? ¿Cuál hubiera sido la respuesta de los sectores del pueblo cubano que en ese momento histórico estaban asumiendo abiertamente posiciones antinjerencistas y antiplattistas, de haber leído estos planteamientos? ¿Los que en la actualidad criticamos estas ideas, estamos haciéndolo sin tener en cuenta el contexto? ¿Acaso no había en la época posicionamientos profundamente críticos dirigidos hacia los cubanos que constantemente llamaban a los yanquis para que ejercieran sus “buenos oficios”?
El 12 de marzo de 1913 Salvador Cisneros presidió una reunión de la Junta Patriótica encaminada a impulsar un movimiento nacional para aglutinar a todas las instituciones patrióticas en un Comité Pro Abolición de la Enmienda Platt e iniciar una campaña diplomática y pacífica con ese objetivo. El 26 del mismo mes, se efectuó la constitución del Comité con la asistencia de más de 150 personas entre ellas representantes de la Asociación de Emigrados y obreros de algunas fábricas de tabaco de La Habana. [xv]
En 1913, se publica el libro Contra el yanqui de Julio César Gandarilla, acontecimiento que Julio LeRiverend califica como “un hecho ideológico de singular categoría”. En esta obra Gandarilla continúa la línea historiográfica abierta por Enrique Collazo en Los Americanos en Cuba (1905) al negar la ayuda yanqui a la liberación de Cuba y alertar abiertamente sobre los peligros que representaba la penetración del imperialismo estadounidense en la Isla: “Cubanos: sed celosos de vuestra soberanía, luchad contra los influjos imperialistas del que se dice vuestro amigo. El código Platt es vuestro vilipendio, urge una cruzada del sentimiento patrio contra el insigne abuso de los perjurios puritanos”. [xvi]
Si bien el libro se publica en 1913, hay que decir que los artículos del mismo habían sido desde antes reproducidos en periódicos y revistas de la región oriental y luego en La Prensa y la Opinión, de La Habana. Por lo tanto, habían sido publicados en tiempos de los Independientes de Color.
Otro suceso que denota el auge en la sociedad cubana del rechazo a la injerencia de los Estados Unidos ocurrió en agosto de 1912, cuando el joven periodista cubano, reportero de La Lucha, Enrique Mazas, abofeteó y retó a duelo al secretario de la legación de Estados Unidos en La Habana, Hugh Gibson, en el café del hotel Miramar, en Prado y Malecón, porque había proferido injurias contra Cuba. El incidente levantó un gran revuelo y provocó una ola de sentimientos antiyanquis en el pueblo cubano. El 29 de agosto de 1912, una editorial del periódico El Siglo, bajo el título “Los extranjeros insolentes” se solidarizaba con el periodista cubano:
“Mazas no es Mazas. En él se ha vinculado durante el momento en que hacía justicia a su país, la representación del mismo. La diestra que azotó el rostro del insultador gratuito de la República, fue la mano santa de la República.
“¡Y cuando eso acontece; cuando un hombre, un ciudadano, se transfigura, y lleva en sí, si quiera por un segundo, el decoro nacional, y pega; este hombre, ese ciudadano, es un pueblo que pega¡”. [xvii]
En esta lucha contra la injerencia y la dominación cultural yanqui resalta el aporte que en los primeros veinte años de República realizaron los intelectuales cubanos al diseño de un sistema de enseñanza que salvara nuestros valores culturales. Pese a todos los intentos del gobierno de los Estados Unidos por controlar las escuelas públicas cubanas en función de sus intereses, estas conservaron -gracias a la encomiable labor de los educadores cubanos- las mejores tradiciones de las luchas liberadoras del pasado y se mantuvieron inculcando sentimientos patrióticos en el afán de preservar la cubanía y rechazar la penetración estadounidense. [xviii]
Asimismo, la permanente obsesión de los intelectuales por acercarse a la comprensión de la cubanidad y la cubanía denota una rebelión del espíritu nacional contra la dominación foránea, expresada no solo en la manera de enseñar en las escuelas públicas cubanas, sino también en el carácter de las publicaciones periódicas, en el arte y la literatura de la época. En este caso podemos mencionar la novela Tránsito, escrita en 1908, obra de abierto rechazo a la injerencia estadounidense en la Isla. En ella se describe todo el proceso de penetración económica y política de los Estados Unidos en la vida nacional cubana. También el teatro “Alhambra” ha sido considerado como ejemplo del manejo de la sátira en función de rechazar la penetración norteamericana. [xix]
Con los elementos aportados hasta ahora, basta para poner en claro que en los años de los Independientes de Color, lejos de abandonarse el reclamo del cese de la Enmienda Platt y el rechazo a la injerencia yanqui en los asuntos cubanos, esta lucha cobraba cada día más fuerzas.
Hay que explicar que la confianza de los Independientes de Color en que los Estados Unidos pudieran intervenir a su favor en la disputa con el gobierno de José Miguel Gómez y por la derogación de la enmienda Morúa, se debía en parte al reconocimiento legal que le había dado al PIC el gobierno estadounidense durante la segunda ocupación. [xx] Pero ese fue un error de cálculo terrible, pues el racista gobierno de Taft jamás daría su aprobación a un alzamiento de negros en Cuba y mucho menos intervendría para apoyar sus reclamos. [xxi] Como lo demostraron los hechos, el gobierno de los Estados Unidos apoyó la cruel matanza desatada por las tropas de Monteagudo contra los alzados y jamás mostró la más mínima solidaridad con los Independientes de Color, ni con la lucha que estos libraban. El hecho de que durante la protesta armada los Independientes de Color respetaran las propiedades estadounidenses en la Isla, no constituye una prueba de que algunos de sus dirigentes no buscaban una intervención de los Estados Unidos. Si su aspiración era que Estados Unidos los apoyara y reconociera, como iban a enemistarse con el país del Norte destruyendo las propiedades de sus ciudadanos en Cuba. Con eso solo lograban que Washington tomara partido a favor del gobierno de José Miguel Gómez. No en balde Estenoz denunciaba en carta enviada al secretario de Estado de los Estados Unidos que el general Monteagudo trataba de valerse “de algunos individuos de la fuerza a su mando para quemar algunas propiedades americanos y con ello proporcionarse el odio de Vds. todos. Lo que comunico á Vds. para su conocimiento y para que sepa á la vez á cuanto se atreven esos que nos tildan de salvajes á nosotros”. [xxii]
Algunos se niegan a aceptar la ingenuidad y el error táctico de algunos de los líderes del PIC al confiar en un respaldo del gobierno estadounidense y ensalzar la bochornosa Enmienda Platt. [xxiii] Y es que estamos acostumbrados a sacralizar a nuestros héroes. Los Independientes de Color sin duda deben ocupar el lugar que les corresponde en nuestro panteón de mártires heroicos, pero no por eso debemos considerarlos inmunes a los equívocos. La historia está en los matices y las complejidades de los seres humanos y de los procesos. A cien años de aquella bárbara e inhumana masacre, debemos apropiarnos de la rebeldía y el espíritu justiciero de los Independientes de Color. Es nuestra responsabilidad rescatar su memoria para enfrentar los racismos que aún nos quedan en la contemporaneidad, pero también debemos aprender de sus errores para no repetirlos. Si bien existía un silencio sobre el tema que felizmente hemos logrado superar, no debemos ahora silenciar ningún aspecto del mismo. Hay que sacar a flote los aciertos del PIC, pero también sus desvaríos. La mejor manera que tenemos de hacerles justicia es con la verdad y el rigor intelectual. Mucho más si el análisis nos aporta una lección tan importante, como la que nos dice que al gobierno de los Estados Unidos nunca debemos acudir para la defensa de nuestras causas de libertad y justicia. Creo que, a los conocedores de cual ha sido la historia de Cuba, no les quedará dudas sobre esta afirmación tan categórica.
Notas
[i] Mely del Rosario González Aróstegui, “Cuando una cultura se propone resistir. La defensa de la identidad cultural durante los primeros veinte años republicanos en Cuba”, Revista digital Letras Mil , v.1, no 2, Diciembre de 2011, p.2.
[ii] El antinjerencismo asume el rechazo a la injerencia y a la penetración por el peligro que entrañan para el desarrollo de la nacionalidad cubana, por un problema ético y de resistencia política. No llega a determinar en toda su magnitud la responsabilidad de Estados Unidos en la situación interna de Cuba, y las causas de los problemas los deriva de la corrupción, la incapacidad de los políticos, el desorden social, etc. El antiimperialismo de corte liberal asume el aspecto económico de la penetración norteamericana, y aunque no llega a una claridad conceptual del imperialismo, define el peligro de la injerencia de Estados Unidos en Cuba y su responsabilidad en los problemas cubanos. Por tanto, el antinjerencismo es una concepción política más limitada que el antiimperialismo liberal, en el orden de la comprensión y análisis de las relaciones con Estados Unidos. El antiimperialismo liberal superó desde inicios del siglo XX las posiciones antinjerencistas, aunque no llegaran al radicalismo de Martí por la fundamentación positivista de que partían. Véase: Mely del Rosario González Aróstegui, “Antinjerencismo y antiimperialismo en los inicios de la República en Cuba”, revista Temas , no. 22-23, julio-diciembre de 2000.
[iii] Mely del Rosario González Aróstegui, “Antinjerencismo y antiimperialismo en los inicios de la República en Cuba”, revista Temas , no. 22-23, julio-diciembre de 2000, pp.13-14. (Premio Temas de Ensayo 2000 en la modalidad de Ciencias Sociales)
[iv] Ibídem, p.14.
[v] Mely del Rosario González Aróstegui, El antiimperialismo en el pensamiento cubano: génesis y desarrollo, revista Islas , año 51, número 160, abril-junio, 2009, p.14.
[vi] Mely del Rosario González Aróstegui, “Antinjerencismo y antiimperialismo en los inicios de la República en Cuba”, revista Temas , no. 22-23, julio-diciembre de 2000, p.19. (Premio Temas de Ensayo 2000 en la modalidad de Ciencias Sociales)
[vii] Elda Cento Muñoz y Ricardo Muñoz Gutiérrez, Salvador Cisneros Betancourt: Entre la controversia y la fe , Editorial de Ciencias Sociales, La Habana , 2009, p.124.
[viii] Serafín Portuondo Linares, Los independientes de color , Ed.Caminos, La Habana , 2002, p.213.
ix] Este criterio también es sostenido por Silvio Castro en: La masacre de los Independientes de Color en 1912 , Editorial de Ciencias Sociales, La Habana , 2002, pp.77-78.
[x] Ibídem, p.463.
xi] De haber sido demagogia, se trataba de una demagogia peligrosa e infantil.
[xii] Rolando Rodríguez, “A propósito de la protesta de los Independientes de Color. Discrepancias con un amigo”, La Jiribilla , No 581, La Habana , 23-29 de junio de 2012. De haber sido demagogia, se trataba de una demagogia peligrosa e infantil.
[xiii]Rolando Rodríguez, La conspiración de los Iguales. La protesta de los Independientes de Color, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, p.161.
[xiv] Rolando Rodríguez, “A propósito de la protesta de los Independientes de Color. Discrepancias con un amigo”, La Jiribilla, No 581, La Habana , 23-29 de junio de 2012. De haber sido demagogia, se trataba de una demagogia peligrosa e infantil.
[xv] Elda Cento Muñoz y Ricardo Muñoz Gutiérrez, Ob.Cit, p.129.
[xvi] Julio César Gandarilla, Contra el yanqui , Editorial de Ciencias Sociales, La Habana , 1973, p.66.
[xvii] El Siglo, 29 de agosto de 1912
[xviii] Para ampliar al respecto véase los trabajos del historiador Yoel Cordoví publicados en Internet: José Martí en las escue las públicas de Cuba, 1899-1920 y La enseñanza de la Historia de Cuba en las escuelas primarias a inicios de la república , 1899-1920.
[xix] Mely del Rosario González Aróstegui, “Cuando una cultura se propone resistir. La defensa de la identidad cultural durante los primeros veinte años republicanos en Cuba”, Revista digital Letras Mil , v.1, no 2, Diciembre de 2011, pp.11-12.
[xx] No es ninguna ilusión pensar que la acción de Magoon dirigida a legalizar el PIC, lejos de ser por respeto al derecho de los negros a ocupar su lugar dentro de la política nacional, más bien fue para tratar de dividir a los cubanos y de ese modo conjurar las potenciales fuerzas políticas que de conjunto y unidas podían hacer avanzar a la República mas allá de lo que Estados Unidos podía permitir. Eso es posible demostrarlo porque las intenciones reales de los Estados Unidos con Cuba datan desde principios del siglo XIX. Desde entonces los yanquis estaban dispuestos a cualquier cosa con tal de tenernos en propiedad: la fruta madura y su corolario es la prueba más palpable de ello. Además Martí, no era tan conocido, pero sus ideas se forjaron a partir de una apreciación exacta de lo que Estados Unidos quería para Cuba desde principios del siglo XIX.
[xxi] Téngase en cuenta que en esos momentos en los Estados Unidos el racismo y la discriminación racial no tenían parangón en el mundo. Véase Hebert Pérez Concepción, “La situación del negro en los EE.UU. hacia la época de la protesta armada de los Independientes de Color en Cuba”, La Jiribilla , No.557, 7-13 de enero de 2012.
[xxii] Rolando Rodríguez, La conspiración de los Iguales. La protesta de los Independientes de Color, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, p.321.
[xxiii] Que algunos de los líderes y miembros del PIC hubieran jugado tácticamente con una posible intervención de los Estados Unidos en la Isla, lo cual considero fue un error garrafal, no significa que estas posiciones fueran la de todos los miembros del PIC. Hay pruebas, sobre todo en Previsión, de que dentro de las propias filas de los Independientes de Color hubo también manifestaciones antinjerencistas y antiplattistas. Quizás los que adoptaron estas posiciones contra la injerencia yanqui dentro del PIC no conocieron tampoco las comunicaciones que algunos de sus líderes y compañeros de causa establecieron con las autoridades estadounidenses.