Iroel Sánchez
Protesta en Reyjavik Foto: Helgi Hall. (Diagonal)
Pocas veces llegan noticias de Reyjavik, la lejana y fría capital islandesa. Sabemos que fue sede del célebre match ajedrecístico entre Bobby Fischer y Boris Spassky en el verano de 1972. También allí, ocurrió una cumbre entre Reagan y Gorbachov, en la época en el que el dirigente soviético proclamaba su “nueva mentalidad para nuestro país y para todo el mundo”, que terminó poniendo gran parte del planeta –incluyendo los secretos militares de su propio país- en manos de Washington.
Pues desde Islandia, un país de apenas 305 000 habitantes, se habla de más de 13 000 casas embargadas por los bancos, en un lugar donde vivir en la calle significa muchísimo frío. Sin embargo, el frío no ha detenido a los islandeses que han salido a protestar, como sucede cada vez con más frecuencia en numerosas capitales europeas, incluyendo la legendaria ciudad luz.
La crisis, originada en “La República de Wall Street” -como Julio Antonio Mella bautizara a Estados Unidos en la tercera década del siglo XX- inunda el planeta. Pero justamente ahora, comenzando el siglo XXI, es que las palabras del joven revolucionario cubano alcanzan su definición mejor. Es en Wall Street donde buscan a buena parte de los culpables los islandeses, los franceses, los españoles y todos los que protestan en este mundo.
De principios del siglo XX a acá la célebre calle neoyorquina ha atado a su destino de manera creciente a gran parte de la humanidad, desde las casas de Reyjavik a la producción de opio en Afganistán. Quizás por eso, antes que en Islandia, en Estados Unidos también marcan récord los embargos de viviendas por morosidad en los pagos.
Pero no es en Wall Street donde se pagan los costos y se pierden las viviendas. Se acaba de conocer que este año en la sede de la Bolsa de Nueva York también tendrán récord…en los sueldos de sus ejecutivos.
