Obama, las encuestas y el cambio en Miami

 
Iroel Sánchez

Obama donde se sentó Rosa Parks

Una encuesta de la Quinnipac University publicada este 19 de abril, de cara a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, da al actual mandatario Barack Obama el 46% de las intenciones de voto y al republicano Mitt Romney el 42%.

Pero el desgaste presidencial pasa la cuenta a Obama: más votantes tienen una opinión desfavorable de sobre él (49%) que de Romney (45%) y también el 49% de los consultados cree que el presidente no merece un segundo mandato, contra 46% que opina que Romney no merece el primero, y en un tema crucial como la economía, el 47% de los encuestados cree que Romney es más conocedor frente al 43% que se inclina en este aspecto por Obama.

La encuesta señala al ultraderechista senador por la Florida de origen cubano Marco Rubio entre los preferidos para acompañar a Mitt Romney en la candidatura a la Casa Blanca, algo que de concretarse colocaría en la campaña electoral el tono feroz del extremismo anticastrista que ya se empleó en Florida durante las primarias republicanas. Los sectores más extremistas contra Cuba tendrían así una voz que obligara -desde un estado electoralmente importante- al candidato demócrata a manifestarse sobre los temas que a ellos les interesan.

La disciplina con que se acaba de comportar Barack Obama en la llamada “Cumbre de las Américas” para no rozar ni con el pétalo de una rosa a la maquinaria política de Miami es una muestra de la posición que adoptará el actual mandatario con respecto al tema cubano cuando la campaña arrecie. En la Cumbre de Cartagena de Indias, Obama optó por aislar absolutamente a Estados Unidos de Latinoamérica, que reclamó en pleno el fin del bloqueo a la Isla, al precio de hacer fracasar la cita.

Aunque los cambios demográficos e ideológicos en la comunidad cubana del Sur de la Florida son notables hacia posiciones más abiertas, los medios de difusión y las maquinarias políticas allí siguen operando desde el extremismo más furibundo, como lo demuestra el trato inquisitorial que en días recientes obligó a un acto de constricción al manager del equipo de beisbol Marlins, Ozzie Guillén, por referirse respetuosamente al líder cubano Fidel Castro.

De regreso de Cartagena, el actual mandatario estuvo ayer en Michigan y retomó su exitoso discurso de 2008 sobre el “cambio” pero anunciando que ya no lo hará él sino los ciudadanos: “Hacen falta ciudadanos comunes para provocar el cambio, ciudadanos que estén comprometidos con la lucha y que sigan impulsando a este país a acercarse cada vez más a sus propios ideales”, dijo desde el viejo autobús donde por primera vez se sentara una persona negra en 1955. Allí Rosa Parks se negó a obedecer al chofer de un ómnibus público, que pretendía obligarla a ceder su asiento a una persona de raza blanca y fue encarcelada por su conducta hasta que las protestas llevaron a la Corte Suprema a decretar inconstitucional la segregación racial en el transporte.

Sin embargo, cuando Obama pase por Miami, no luchará por cambiar nada, olvidará que allí hacen arrepentirse a las personas de sus opiniones para complacer a una mafia corrupta a la que él evita molestar y estará del lado de los que niegan cualquier cambio en el bloqueo que hace más de cincuenta años se impone a Cuba.

Según otra encuesta del Cuban Research Institute (CRI), de la Universidad Internacional de la Florida -dada a conocer en octubre del pasado año-, el 44 % de los cubanoamericanos apoya el fin del bloqueo económico y el 80% lo considera disfuncional; alrededor del 75% respalda las ventas de medicinas y alimentos; un 57% aprueba los viajes sin restricciones y el 61% se opone a cualquier ley que restrinja esta posibilidad, y un 58% defiende el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. Esa mayoría de “ciudadanos comunes” tendrá que luchar sin Obama por el cambio que ellos, y América Latina en pleno, desean. (Publicado en CubAhora)


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