El Salvador: historia escrita con sangre

 
Omar Pérez Salomón

Por estos días se cumple el 30 aniversario de la creación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, de El Salvador, organización que debe su nombre a uno de sus hijos más ilustres: revolucionario, fundador y dirigente del Partido Comunista de El Salvador, que en enero de 1932, en los días de la insurrección popular, cuando solo había cumplido 39 años, fuera detenido y fusilado por la reacción salvadoreña.

El Frente Farabundo Martí, devenido en la actualidad Partido Político en el poder, se enfrenta a problemas de analfabetismo, atención a la salud, inseguridad alimentaria y desigualdad social, heredados de los gobiernos de derecha que gobernaron a ese país en los últimos lustros.

En este contexto resulta oportuno recordar uno de los antecedentes más destacados en las luchas del pueblo salvadoreño: el levantamiento del indio Anastasio Aquino en 1832, tras la declaración de la independencia de Centroamérica el 15 de septiembre de 1821, relatado por el destacado revolucionario y escritor salvadoreño Roque Dalton en su monografía, ‘El Salvador’, publicada en La Habana en 1965:

“En El Salvador este hecho no fue aceptado con las actitudes que las clases dominantes suelen esperar de la tristemente célebre ‘idiosincracia pública’ del indio. En El Salvador el grito de protesta indígena surgió de pronto, organizó masas y las alzó en armas. Los pueblos nonualcos  encabezados por Anastasio Aquino se opusieron a la recluta forzosa de sus hombres para el ejército del ‘gobierno de los blancos’ y al aumento de los impuestos sobre el añil, a cuyo cultivo se dedicaban”.

“El gobierno salvadoreño envió sus tropas para aplastar esa oposición; pero Anastasio Aquino al frente de 3 mil hombres armados de lanzas y con algunos cañones fabricados por ellos, derrotó a dichas fuerzas en varias ocasiones sucesivas”.

“El levantamiento de Aquino estaba imbuido de un claro sentido clasista. Sus proclamas evidenciaban los propósitos de destruir el poder opresivo de los blancos y restituir todo lo que se había robado al indio: tierra, medios de producción, libertad. ‘Porque todo lo que existe – en la extensión de estas tierras – pertenece a mis hermanos – que viven en la miseria –‘eran palabras atribuidas a Aquino por una copla popular de la época”.

“Todos los medios se pusieron en práctica para tratar de detener el empuje de la rebeldía indígena. Finalmente el gobierno salvadoreño pudo rehacer sus fuerzas y desarrolló una gran ofensiva conjunta contra las fuerzas nonualcas que terminó con la derrota de estas en febrero de 1833. En abril del mismo año, a causa de una delación, Anastasio Aquino fue capturado. Se le fusiló en la ciudad de San Vicente y su cabeza fue separada del cuerpo para ser expuesta públicamente como ejemplo de revoltoso“.

Anastasio Aquino, es una importante figura en la historia revolucionaria de El Salvador, antecedente de las acciones campesinas, cien años más tarde, en 1932, cuando de nuevo resonarían en los campos salvadoreños los gritos reivindicadores de ‘tierra y libertad’; y de la lucha de Farabundo Martí y los revolucionarios salvadoreños contra la oligarquía y el imperialismo.

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