Iroel Sánchez
Lo sucedido este 8 de enero en Tucson, Arizona ha conmocionado a Estados Unidos y al mundo. Como se ha divulgado ampliamente, la congresista demócrata Gabrielle Giffords, fue víctima allí de un atentado mientras participaba en un mitin político en su distrito electoral. En el suceso resultaron alcanzadas por los disparos 18 personas, seis de las cuales murieron, incluyendo una niña de 9 años y el juez federal John Roll, la congresista Giffords se debate entre la vida y la muerte. El padre de la diputada -partidaria de las reforma migratoria y de salud, la investigación con células embrionarias y las energías alternativas- al responder si su hija tenía enemigos, ha dicho: “Todo el Tea Party”, refiriéndose a la ultraderecha republicana que entró al Congreso norteamericano tras las elecciones de noviembre. The Washington Post ha recordado que Gifford era uno de 20 demócratas, elegidos en el 2008, que votaron por la reforma de salud y fueron entonces identificados por Sarah Palin, en una campaña con el nombre de “takebackthe20″, que incluía un mapa de cada distrito congresional, marcados como un tiro al blanco para la mirilla de un fusil. La revista The Atlantic destacó que, en las congresionales de noviembre, el opositor republicano de la congresista baleada había convocado un acto afirmando: “Demos en el blanco para la victoria en noviembre. Ayuda a sacar a Gabrielle Giffords del cargo. Dispara el cargador completo de una M16 automática con Jesse Kelly”.
El presidente norteamericano Barack Obama ha condenado los hechos en Arizona, afirmando en un comunicado: “Es una tragedia incalificable, un número de estadounidenses fueron baleados…un acto de violencia tan insensato y terrible no tiene cabida en una sociedad libre….Pido a todos los estadounidenses que se unan a mí y a Michelle en mantener a las víctimas de esta tragedia y a sus familias en nuestras oraciones”
Por otra parte, los medios han destacado las declaraciones del Sheriff del condado de Pima, en Arizona, Clarence Dupnik que lamentó “el odio y la intolerancia” que se escucha en las radios y televisiones norteamericanas. “Nos hemos convertido en la Meca del odio y la intolerancia”, dijo Dupnik.
El líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, calificó lo sucedido en Arizona de “acto atroz”, al referirse a las declaraciones de Obama recordó que “en el mundo están perdiendo la vida cada año muchos millones de personas, como consecuencia de guerras absurdas, pobreza, hambrunas crecientes y deterioro al medio ambiente, promovida por las naciones más ricas y desarrolladas del planeta”, y agregó: “Nos gustaría que Obama y el Congreso de Estados Unidos compartieran con los demás pueblos esas preocupaciones.”
En su texto, Fidel no hizo alusión a que él ha sido la persona contra el que más se ha destilado odio e intolerancia en Estados Unidos, y cuya muerte ha sido más alentada a través de emisoras de radio y televisión, incluso en voz de congresistas como la recién estrenada presidenta del Comité de Relaciones exteriores de la Cámara de Representamntes Ileana Ros. Uno de los protagonistas de ese odio, Luis Posada Carriles –autor de numerosos actos terroristas contra civiles inocentes- será sentado en el banquillo de los acusados la próxima semana en El Paso, Texas, pero sólo acusado de mentir bajo juramento. Los crímenes de Posada Carriles han sido aplaudidos este 6 de enero en Miami, la ciudad cuyo largo historial de intolerancia impide que personas como la congresista Gifford lleguen incluso a poder postularse allí para una elección. Veremos si la “sociedad libre” de la que habla el presidente Barack Obama, estremecida por lo que acaba de suceder en Arizona, se atreve no ya a compartir las preocupaciones de que habla Fidel, sino al menos a reconocer su complicidad con uno de los mayores terroristas de la historia: Luis Posada Carriles.
Se podrían ver atrocidades, sin duda. Es muy posible que el triunfo del extremismo envalentone a muchos de sus fanáticos, esto no es más que el comienzo de una peligrosísima contraofensiva de los elementos más conservadores de esa sociedad. Es una pena que representantes de ese gran pueblo sientan y sufran el terror y la intolerancia de sus conciudadanos; ese tipo de crimen se comete contra la propia Nación, es a ella a quien hieren y esa herida tardará mucho más en sanar que las inflingidas a los cuerpos de sus hijos. La secuela será la creación de un clima muy tenso para la concreción del cambio prometido; quizás ahora, al interior de los bien intencionados, el lema de la campaña resuene como un Can we?