España: ¿cárceles o infierno?

 
Omar Pérez Salomón

Cuando leí la noticia sobre declaraciones formuladas por la Vicepresidente del gobierno español del Partido Popular Soraya Sáenz y del Comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, en relación con la muerte del recluso común cubano Wilman Villar Mendoza,  de inmediato me vino a la mente aquella célebre frase del apóstol de la independencia de Cuba, José Martí; “Quien ha sabido preservar su decoro, sabe lo que vale el ajeno, y lo respeta”, publicada en La América, Nueva York. en julio de 1884.

En aquella época, Martí se encontraba en los preparativos de la guerra necesaria contra el colonialismo español, que permitiría años después, desterrar por siempre el dominio de España sobre la mayor de las Antillas.

Quizás sea el colonialismo el móvil que mueve al actual gobierno español a criticar y cuestionar al gobierno cubano, y no respetar el decoro que caracteriza a la Revolución cubana desde sus inicios en 1868.

Pero tal conducta tiene su explicación. Quienes conforman el actual gobierno español se comportan como súbditos del imperio norteamericano, participando en campañas contra la isla sin ningún tipo de recato, en vez de ocuparse de resolver los serios problemas económicos, sociales y en el sistema penitenciario de ese país.

Según informe publicado en el sitio elmundo.es , España es el país de la Unión Europea con un mayor número de presos respecto a la población: 155 por 100.000 habitantes. En el 2010 Alfredo Calcedo-Barba, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal, expresó que “en las prisiones hay entre tres y cuatro veces más enfermos mentales graves que en el conjunto del territorio nacional y que las circunstancias en las que se encuentran los afectados por patologías mentales en las cárceles españolas son lamentables”.

Y agregó, “en el origen del problema se encuentra la descoordinación entre administraciones. Los enfermos mentales que cometen delitos deben responder ante la justicia, pero también necesitan cuidados sanitarios. Y ahí es donde surgen las complicaciones, ya que el sistema penitenciario depende del Gobierno central, mientras que el sanitario corre a cargo de las autonomías. Por eso nadie invierte en esta cuestión; los responsables autonómicos y nacionales se pasan la ‘patata caliente’ unos a otros, y mientras los políticos discuten, España sigue contando únicamente con dos hospitales psiquiátricos penitenciarios (en Alicante y Sevilla), que siguen un modelo de hace 40 ó 50 años y se encuentran absolutamente desbordados”,

También el sitio digital Arborea comenta en su trabajo, ‘La indignante situación de las cárceles en España’, que “la cárcel no cumple su supuesto papel de reinserción (el 60% de las personas que pasan por prisión vuelve a ser encarcelado otra vez). Las vejaciones y abusos son constantes por parte de los carceleros, y también entre los presos, situación que se ve facilitada por la extrema jerarquización de la comunidad carcelaria, incluso entre los propios presos.

“En este mundo oscuro del que la sociedad civil poco o nada sabe ni quiere saber, el 60% de los presos son drogodependientes, y son carceleros quienes introducen la droga allí. De hecho en la cárcel es mucho más fácil conseguirla que fuera. Y la situación de enfermos graves es penosa (50% de los presos están en esta situación en mayor o menor medida) ya que no se excarcela a nadie con enfermedades terminales y la asistencia sanitaria es terriblemente deficiente, de modo que muchos mueren entre rejas sin el tratamiento adecuado, y por supuesto sin dignidad, como ratas. El 50% son analfabetos, y si hablamos de inmigrantes esta cifra sube al 80% (un 30% de los presos son extranjeros). Pero si analizamos de cerca el problema, nos daremos cuenta de que sumando drogodependientes, enfermos mentales e inmigrantes son en conjunto el 80% de los encarcelados, y también los colectivos más marginados de esta sociedad”.

Esta situación reportada en el 2009, se agrava en la actualidad con el incremento de la crisis económica en ese país. Me pregunto, ¿con qué moral el gobierno de España juzga y reprocha a la Revolución Cubana, que tanto ha hecho por su pueblo y el de otros países?. La respuesta está en Martí; cuando no hay decoro, no se sabe valorar el ajeno, y mucho menos se le respeta.

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