Omar Pérez Salomón
Transcurridos quince meses del golpe de Estado contra el gobierno constitucional del presidente Manuel Zelaya Rosales, todos los días se divulgan noticias de asesinatos selectivos y persecuciones en Honduras. Nada más parecido a la situación que vivieron varios países del continente en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado, como recuerda el periódico mexicano La Jornada al informar que el ex dictador argentino Jorge Rafael Videla, admitió en el juicio en el que está acusado de crímenes de lesa humanidad -junto con otros 29 ex militares y policías- que el ejército actuó con crueldad en la dictadura militar que él presidió durante cinco años, de 1976 a 1981.
Desde el 28 de junio de 2009 se produce el asesinato sistemático y selectivo de hondureños vinculados al Frente Nacional de Resistencia y los Movimientos Sociales, por parte de grupos paramilitares resurgidos a raíz del golpe. En ningún caso los responsables y los motivos del delito se pudieron identificar, imperando la más detestable impunidad.
Un informe titulado “Violación de los Derechos de la Infancia y de la Juventud desde el 28 de junio de 2009″, elaborado por la Plataforma de Derechos de la Infancia y de la Juventud de Honduras, da cuenta de que por lo menos 771 jóvenes y adolescentes de ese país fueron asesinados durante el segundo semestre de 2009 y los primeros seis meses de este año.
El Movimiento Unificado Campesino del Aguan ha denunciado la violencia desatada por los escuadrones de la muerte al servicio del gobierno y los latifundistas, que ha cobrado la vida de varios de sus miembros.
Dirigentes de organizaciones sociales y sindicales han muerto como consecuencia de la represión del gobierno, sus fuerzas policiales y paramilitares; el pasado viernes 17 de septiembre fue baleada en San Pedro Sula la dirigente sindical Juana Suyapa Bustillo.
Otro tanto sucede con los periodistas opuestos al golpe. Más de diez comunicadores de medios que denuncian los desmanes del gobierno de Porfirio Lobo, han sido asesinados por paramilitares y muchos han recibido amenazas de muerte. Es el caso de periodistas de Radio Globo, la emisora de Radio Uno de San Pedro Sula, el periódico El Libertador y otros.
El pasado 12 de septiembre, la Asociación de Amistad Honduras-Cuba organizó una manifestación pacífica frente a la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, para exigir la liberación de los cinco cubanos prisioneros en cárceles norteamericanas por luchar contra el terrorismo desde hace 12 años. A su llegada al lugar se encontraron con 150 efectivos de tropas especiales (Cobras), algunos camiones del ejército y una tanqueta que dispara líquido tóxico. Es decir, la militarización de toda la zona que rodea la embajada yanqui, como si esperaran un asalto armado del edificio diplomático.
El golpe de Estado preventivo realizado en Honduras, organizado y dirigido por el imperialismo norteamericano y ejecutado por las Fuerzas Armadas y la oligarquía hondureña, no fue para impedir el estallido de una revolución, sino, para impedir el avance de reformas en un país extremadamente pobre y dependiente, que se profundizarían de haberse aprobado una nueva constitución de la República.
Al respecto la abogada, escritora e investigadora, Eva Golinger, en su libro La Agresión permanente, plantea:
“Honduras ha sido el centro de operaciones de la CIA y del Pentágono en Centroamérica desde los años 50. Las inversiones multimillonarias que ha realizado Estados Unidos en la base militar de Soto Cano (Palmerola), ocupada desde 1954, la ha convertido en el punto de lanza para las distintas operaciones y misiones de desestabilización en la región. El golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, la invasión a Playa Girón en Cuba, y el entrenamiento de la Contra para neutralizar y destruir la Revolución Sandinista en Nicaragua y aplastar cualquier otro movimiento izquierdista en la región, fueron planificados y realizados desde Soto Cano (Palmerola). La ocupación militar y el control político y económico de Honduras garantizaba a Washington la imposibilidad del regreso del socialismo en Centroamérica, hasta que llegó Manuel Zelaya Rosales a la Presidencia”.
El reforzamiento de la presencia militar gringa en ese país, la instalación de la base militar de La Mosquitia, en el nororiental departamento de Gracias a Dios, fronterizo con Nicaragua y las acciones para desarticular y desmovilizar al movimiento popular, pretende consolidar la farsa que representa el gobierno de Porfirio Lobo y frenar los procesos revolucionarios que vive Latinoamérica.
Ante esta situación el Frente Nacional de Resistencia, enfrenta al actual régimen con acciones permanentes que buscandebilitarlo y obligar a la convocatoria de una constituyente de acuerdo a los contenidos y estructuras definidas por esta organización; y así avanzar hacia una propuesta política electoral, orientada al triunfo popular.
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