Iroel Sánchez
El reciente 4 de julio –fiesta nacional de Estados Unidos- no fue una jornada feliz para los gobernantes norteamericanos. Desde muy temprano y durante todo el día la noticia más difundida fue la alegría con que el pueblo venezolano, y gran parte de Latinoamérica y el mundo, recibió el regreso a su país del presidente Hugo Chávez.
En Cuba, tampoco la felicidad fue muy abundante para quienes sirven al poderoso vecino del Norte. El jefe de la representación diplomática estadounidense en La Habana, Jonathan Farrar, convocó a una recepción a la que acudieron prestos varios integrantes de su tropa en la Isla. Farrar pasará a la historia por haber aportado –de acuerdo a filtraciones de Wikileaks- una de las más exactas y completas definiciones del comportamiento de sus invitados:
- Muchos grupos de oposición son dominados por individuos con encumbrados egos que no trabajan bien en equipo
- Vemos poca evidencia de que las organizaciones disidentes principales tengan mucho impacto en los cubanos de a pie
- Las encuestas informales que hemos hecho entre solicitantes de visas y refugiados muestran que las personalidades disidentes o sus agendas son prácticamente desconocidas
- Tengan o no las organizaciones de oposición agendas capaces de atraer la atención de una amplia gama de intereses en la isla, es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros
- Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana
- Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores claves
- Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos
- Los de la isla acusan a los exiliados de Miami y Madrid de tratar de organizar sus acciones desde lejos y de no presentar cabalmente sus criterios ante los artífices de política de Washington
- Resulta irónico que en muchos casos la “comunidad del exilio” incluye a ex disidentes que hace muy poco abandonaron la isla, de manera que sus estrechas relaciones con los disidentes que permanecen en el país no parecen suficientes para mantenerlos en buenos términos con estos
- Son muy pocos los disidentes, si es que hay alguno, con una visión política aplicable a un gobierno futuro
- Pese a que no lo admitirían, los disidentes son poco conocidos en Cuba fuera del círculo de los diplomáticos extranjeros y la prensa
Este 4 de julio, varios protagonistas de tan edificante conducta acudieron prestos a saludar a su certero retratista aunque, al parecer, no se retiraron satisfechos. Reporta el periodista Manuel Henríquez Lagarde en su blog Cambios en Cuba que debido quizás a los “escasos recursos” de que hablaba Farrar, la dotación gastronómica de la celebración -principal atractivo de la noche, según la tradición- fue menos abundante que en otras ocasiones, algo que puede haber molestado a los invitados, gente a todas luces con muy mala memoria pero buen apetito.
Se fueron con la barriga vacía pero algo se llevaron en sus hambrientos bolsillos, te lo aseguro. No tengo que estar allí para sentir el disgusto de los “di$identes” parece que la era de las comelatas quedó atrás.