Iroel Sánchez
“Fidel ha empujado el mundo hacia donde él cree que debe ir”. La frase es del célebre director cinematográfico norteamericano Sidney Pollack, y puede explicar por qué muchos albergamos la esperanza de que la ciclópea tarea de paz que se ha impuesto el líder de la Revolución Cubana culmine exitosamente.
Por encima de lo que significa para los cubanos volver a vivir las emociones de latir minuto a minuto con sus palabras, puede asegurarse que Fidel ha logrado ser escuchado mucho más allá de nuestras fronteras. Concluida su intervención ante el parlamento, su nombre pasó a encabezar los “Temas del momento” en la red social twitter de más de setenta y cinco millones de internautas y sus ideas son titulares en los noticieros de prácticamente todas las televisiones del mundo. Los responsables de la hecatombe en ciernes no podrán ya alegar ignorancia acerca de las consecuencias de sus actos.
Ahora sólo se necesita un poco de humildad. Es un tonto quien piense que porque posee armas en mayor cantidad o más destructivas puede estar a salvo de sus efectos después de desatada una guerra como la que vendrá. Lejos de ladrar al paso del Quijote, hasta sus más acérrimos adversarios deberían sumarse a este esfuerzo antes de que sea demasiado tarde y carezcan de sentido los absurdos privilegios de clase o nacionales que se obstinan en defender.