José Luis Fariñas
Con esta acuarela y su poema inédito “Ascensión”, continúa su ya esperado aporte de maravillas a La pupila insomne el maestro José Luis Fariñas.
Ascensión
…ten paciencia, que día vendrá donde veas
cuán honrosa cosa es andar en este ejercicio.
Miguel de Cervantes, Don Quijote, cap. XVIII
Nunca llega la noche que esperabas,
estás de yelmo y vuelven a marearse las campanas;
contra el viento que te rige y te desteje
se levanta un nuevo espejo acantilado,
todo un reino descalzo lleno de cortezas
contra el tuyo que no ha sido.
Y así te duermes despierto bajo los molinos,
haciendo troncos de polvo con los deberes de tu salto
y descubres un mar de agujas en lugar de arroz,
pero no maduras de querer mejores trigos:
resuenas en tu paño de rocas,
huérfano del salmo entre centurias,
y te despejas en la seda que querrías
y te cubres de flores y de brea,
cuando regresas tan seguro
en la miel perdida que te abrasa.
Como cristales virgenes
te abandonas en cunas de resina,
así te alejas del viento que más quema,
saltando como quien se acuna
con un ángel que ladra por el camino indescifrable
dejando a la deriva otra Jerusalén sin puertas.
Es tu sombra lo que alumbra,
tu desagüe blanco y tus ofrendas.
Ve y desóyeme y no le temas al calor de la caverna,
estamos bien hechos para la muerte
y ella lo sabe y se recoge los velos
y se baña en una fuente de te azul y hojas de higo
como si la fiesta nunca terminara de empezar.
No importa si avanzas, si te pierdes en el trigo
o si te vuelves roto como cántaro matriz;
abrázate y teje de nuevo los horrores del milagro,
son ellos los que componen el camino
abriendo de nuevo el fuego de los templos
y ellos también los que afilan tu voz
como a hojas secas.
Nada se arruina sin parir su mosca y su cordero,
y es casi bueno que nos cubra la sal,
la rajadura querida y el responso.
Es largo y estrecho el acto que revive,
tal como dijeron los magos que no perdieron la estrella:
“…porque estábamos maduros al llegar
y estaremos demasiado frescos al partir.”
No importa si eres tan bueno que te comes tus orejas
o si conspiras con las mismas tenazas que te abrigan;
hubo siempre un soplo en cada ojo,
algo ilegible mas allá de cada causa resultante,
y no quieras ahora medula de oso ni sangre de leones,
eres apenas la brisa que deja pasar otra punta de lanza
y que se queda vibrando sin lugar ni tiempo
en las costas altas de un adiós amurallado.
Es perfecto que te alejes de ti cuando te buscas,
como el invierno que quiebra las espinas,
como la gasa envolvente en un cielo de Mesias sin profetas.
No llegara la noche que esperabas
ni querrás tocar ya los huesos de aquellas tres preguntas;
ajeno a tus augurios pastaba el zorro en la promesa,
ajeno al barro desmontado y al sabor de la naranja.
Es propio de Sancho habernos podrido de antemano,
cazados a punta de cifra y de laureles con fábulas de humo,
y besado la sangre desconocida de la ceiba
entre puertos cerrados que florecían por dentro.
Así de pacto en pacto se nos fueron la púrpura y el sol,
pero el perro mudo silba la geometría del vino de plátano,
de belenes endomingados en cuaresma
o de un hijo sin tumba.
Yo quería otro Apocalipsis,
no el frasco sumario del verano contra Elías
o una fe de lunas bajas en Atlántidas serenas.
Muy por fuera de la noche que buscabas,
henos aquí reunidos ejercitándonos al máximo:
devoramos los frutos del ángel
a varias jornadas de nosotros mismos
para deshacer todas las cuerdas de La Mancha
y regresar a las Madres
con lo que quede de la luz y del silencio.