Miguel Ángel Criado
Los movimientos de unos 100 millones de personas están siendo grabados por Apple. Un archivo oculto registra los pasos que dan los dueños de un iPhone o un iPad al menos durante un año. Lo que le hubiera supuesto un escándalo monumental a otras empresas como Google o Microsoft, a Apple no. A la compañía californiana la rodea un halo de nueva religión, con su presidente Steve Jobs como Mesías, practicada por muchos que creen en la infabilidad y bonhomía de sus acciones. Aunque la noticia saltó el miércoles, la compañía aún no se ha molestado en salir y explicar para qué graba esos datos, a dónde van o porqué los almacena en los ordenadores sin cifrarlos. No lo ha necesitado, decenas de blogs especializados y expertos en seguridad han hablado por ella y a lo más que llegan es a definir este rastreo como un error.
Los investigadores Alasdair Allan y Pete Warden mostraron en una conferencia tecnológica cómo el iPhone recopila la posición del teléfono de manera periódica (ver vídeo), datos que archiva en el ordenador cada vez que se sincroniza el móvil. Y lo hace de forma oculta pero sin proteger el archivo. Allan y Warden no saben para qué hace esto Apple. “Una posibilidad podría ser que tienen en mente nuevas funciones que requieren un historial de su ubicación, pero eso es pura especulación”, dicen. Pero están seguros de que no se trata de un error. El archivo se transfiere entre dispositivos cuando uno actualiza o restaura el sistema.
Todos los iPhone, y también los iPad, registran la posición por medio de las coordenadas de longitud y latitud que obtiene el móvil cuando envía avisos de su localización a las antenas de telefonía móvil más cercanas. Los registros incluyen una marca de tiempo. El archivo secreto también recoge la posición cuando el teléfono se conecta a una red WiFi. Toda la información se graba en el ordenador cuando se le conecta el teléfono y lo hace sin estar protegida de ojos indiscretos. El número de localizaciones grabadas puede llegar hasta las 30.000, es decir, se podría rastrear casi todos los movimientos del dueño del aparato. Los investigadores dicen que, por lo que saben, estos datos no salen del ordenador hacia los servidores de Apple.
Cuando se supo que los coches de Google recogían datos sobre las redes WiFi de los vecinos de las zonas por las que pasaban, en mayo pasado, todo el mundo se echó encima de la compañía. Aunque Google se aprestó a decir que todo se debió a un error, una oleada de críticas surgió de los blogs tecnológicos y acabó por contagiar a la prensa tradicional. La bola fue creciendo hasta que una decena de autoridades de protección de datos abrieron investigaciones a Google y, en España, hasta se inició un proceso penal.
Sin embargo, Apple aún no ha salido a explicar nada. Puede que, si sigue el escándalo, lo haga la semana que viene. En todo caso, muchos ya le han hecho el trabajo de calmar las aguas. A diferencia de lo que ocurrió con Google y sus vehículos de rastreo, aquí se ha empezado por minimizar la noticia y hasta descalificar al mensajero. Tras el shock inicial por la noticia de que el buen Apple graba los pasos de sus seguidores, los blogs tecnológicos más reputados matizaron su alcance. Que si los datos no son grabados de forma sistemática, que si no son enviados a Apple, que si el hallazgo no es tan nuevo… En una segunda oleada, otros apuntan que lo que está haciendo Apple es crear su propia base de datos de localización, sin tener que depender de terceros, o que los móviles con Android (el sistema operativo de Google) también rastrean. Por último, cuando se agotan estos argumentos, reservan la última bala para la disculpa disfrazada de error. Quizá sorprendidos por el hecho de que Apple protagonice una noticia de este tipo, definen el hecho como una equivocación o, como mucho, una “cagada monumental“.
Apple juega en campo propio. Ha ido inoculando el virus de la indiferencia, cuando no de la complacencia, entre sus usuarios que parecen vivir narcotizados en un jardín tecnológico. Un virus que ha infectado también a un buen número de periodistas o tecnofans convertidos en periodistas. Si la CIA o el FBI hubiesen sido pillados en algo similar, Obama habría tenido que salir al paso. Además, los fans y buena parte de los periodistas tecnológicos han comprado hace tiempo el mensaje de que la privacidad ha muerto, que es un estorbo para el avance tecnológico. Un mensaje vendido por Google, Facebook y también Apple. Pero un mensaje que, además del negocio, esconde la habitual colaboración de estas empresas con las agencias de seguridad de EEUU, como recuerda la Fundación Fronteras Electrónicas.
Sin embargo, no todos son tan creyentes. Según cuenta The New York Times, las autoridades que velan por la privacidad de Alemania, Italia o Francia podrían abrir una investigación a Apple. También, en EEUU, el senador demócrata Al Franken ha escrito a la compañía pidiendo explicaciones. La privacidad es todavía un derecho, no un negocio.
* Aclaración: El autor es propietario de un iPhone 4. (Tomado de Cuarto poder)
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