Iroel Sánchez
Después de una madrugada lluviosa, Fidel ha regresado al escenario donde -según sus propias palabras- se hizo revolucionario para dar un nuevo paso en la batalla por salvar al mundo de una hecatombe nuclear.
Miles de jóvenes han respondido a su convocatoria de menos de veinticuatro horas y se han concentrado desde muy temparano para reencontrarse con el líder de la Revolución Cubana. El Comandante ha argumentado en profundidad sus ideas, añadiendo despachos de prensa y contenidos de Internet.
“Si quieres la paz, prepárate para cambiar tu conciencia”, ha dicho, y ha vuelto a insistir en la urgencia de frenar la amenaza de guerra que se cierne sobre el mundo. En una tribuna cargada de simbolismo, un atento silencio siguió sus palabras, pero la alegría de reencontrarse con Fidel estalló varias veces en aplausos y coros que repetían su nombre.
El preludio fue una canción de Silvio Rodríguez en voz del trovador Raúl Torres, seguida por intervenciones de dos jóvenes cubanos. El autor de Candil de nieve interpretó Pequeña serenata diurna y terminó su actuación con un “¡Vive Fidel!, ¡Viva Fidel! “.
Quien ascendiera muchas veces por esa escalinata ha contado en la introducción a su nuevo libro cómo desafió por primera vez la muerte en esa misma Universidad y la opción que escogió ante esa posibilidad: “En mi mente quijotesca no cabía otra alternativa que desafiar la amenaza”.
Desde entonces creció y creció en esa convicción hasta compartirla con un pueblo entero. “Vivo en un país libre, cuál solamentemente puede ser libre en esta tierra y en este instante”, dicen los versos de Silvio que se escucharon este amanecer en la Universidad de La Habana. Con esa libertad sólo posible en los que no temen, Fidel ha proclamado a cielo abierto las verdades de esta hora. Gracias a él somos muchos los que podemos decir “y soy feliz porque soy gigante…”.
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