Isaac Rosa “Todavía no estamos preparados para una participación de la mujer en las elecciones municipales.” -Abdel Rahman al Dahmash, jefe de la Comisión Electoral Saudí-.
La próxima vez que Bahrein pida ayuda a sus vecinos para aplastar las protestas, y las tropas de Arabia Saudí crucen de nuevo el puente que les une a la isla, tal vez lo hagan a bordo de tanques de fabricación española. E irán fresquitos, pues se los vamos a vender con aire acondicionado, para que no suden mucho, que en el desierto ya se sabe.
Hace meses que la monarquía feudal de Arabia Saudi negocia la compra de 250 tanques Leopard de fabricación española. En noviembre vino de compras el ministro de Defensa saudí, y entró por la puerta anunciando que venía dispuesto a gastar mucho dinero y que quería que le hicieran la pelota. Fue recibido por el rey, el presidente y la ministra de Defensa, y dejó apalabrados 3.000 millones en tanques, con el encargo de que se los adaptasen al clima local, climatización incluida.
El contrato, fruto del acuerdo de cooperación militar que España firmó con Arabia Saudí hace un par de años, quedó en la nevera unos meses, primero por desencuentros con el propietario alemán de la patente, y luego por el estallido de las revueltas árabes, pues no quedaba bien colocarle 250 tanques a una dictadura con la que estaba cayendo.
Pero según informaba ayer un diario económico, todo está ya arreglado y habrá contrato. Imagino que a los saudíes les ha entrado la prisa, visto lo caliente que se está poniendo la región; y tampoco los fabricantes españoles querrán esperar mucho, no sea que aparezca por Riad un comercial de la competencia y les levante el cliente, que ya saben que las guerras animan el mercado.
Si alguien pensaba que tras lo de Libia los gobiernos harían propósito de enmienda y serían más cuidadosos en no vender armas a tiranos, ya ven que no: Arabia Saudí, uno de los mayores compradores de armas hoy –y al que también queremos vender un AVE, así que hay que llevarse bien-, es una dictadura férrea, que aplasta a disidentes propios y ajenos, y cuya gran concesión a la democracia es la convocatoria de elecciones municipales donde no podrán participar las mujeres. Pues nada, que lo disfruten, y vayan fresquitos.
(Tomado de Trabajar cansa)
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