Verdades en acciones concretas. Por Felipe de J. Pérez Cruz

 
Nuestros enemigos han evaluado la actual coyuntura nacional como un momento de disponibilidad para construir en la profundidad de la sociedad civil cubana “nuevas significaciones” de esencialidad individualista, anti socialista y contrarrevolucionaria.

La manipulación en curso
Como parte del proyecto ideológico neoliberal se ha desarrollado la tecnología del “vaciamiento ideológico” de los macro relatos y “las viejas creencias colectivas”, camino de la desestructuración de las memorias e identidades colectivas. Y el método más recurrente del imperio trasnacional para alcanzar tal objetivo, ha sido el de las violencias simbólicas ejercidas por el mercado y las industrias de la manipulación psicológica. Hablamos de una guerra cultural que a escala global ha desatado el capital transnacional. De este arsenal se nutrió la actual propaganda política imperialista, la que con los llamados golpes suaves y revoluciones de color, perfeccionó la tecnología de guerra psicológica, subversión y agresión ideológico cultural.
La tecnología comunicacional enemiga elude la consideración de los significados conceptuales histórico-filosóficos y culturales de las consignas, para subrayar, amplificar, y priorizar la atención en los significantes fónicos (en la memoria sentimental). En consecuencia, el debate no se expresa en el terreno de la racionalidad, sino que la lucha por el dominio de las significaciones fue trasladado al escenario de la inducción comunicativa de sentimientos, sensaciones y sobre todo prejuicios.
En estos días se ha acentuado la manipulación de nuestra consigna icónica de Patria o Muerte. La conceptualización de la muerte como negatividad, como holocausto innecesario, se ha colocado de disparador de simpatía ·y autoafirmación de la vida. Se nos acusa de magnificar o hiperbolizar la muerte, de asumir una defensa festinada e irresponsable como opción para la nación. De ahí que en los laboratorios de la subversión se fabricara la consigna Patria y vida como antípoda generativa de “fraternidad, paz y vida”.
Nuestros errores
Los enemigos se valen también de nuestros errores: Cierto que hemos pecado de discursos de dogma repetitivo. El “consignismo” ha sido ido un mal criticado desde el propio Partido, pero que hasta ahora no hemos resuelto. Cierto que, en tiempo no muy lejano, la consigna política desplazó al análisis de los hechos y personajes, al juicio de ciencia en la enseñanza de la Historia. Y cierto que nuestra prensa continúa sin salir de los esquemas apologéticos.
Las personas cultas y políticamente capaces que ha creado la Revolución, no necesitan de repasadores machacones de consignas. Faltar a la inteligencia de los compañeros y compañeras explicando lo evidente, ocultar las manchas de nuestro inmenso sol, eludir problematizar, son modos de actuación de generalizada crítica. Estas debilidades en el trabajo político y educacional han creado rechazos y alejamientos frente a la prensa, la educación política y la propaganda revolucionaria, más en los jóvenes, incluso en camaradas muy comprometidos con la causa martiana y fidelista y políticamente activos.
Y es que el discurso que se hace a nombre de la Revolución en el aula, el periódico o el noticiero, en el papel, el éter o en mundo de la ubicuidad tecnológica, además de político-revolucionario por su contenido, debe ser también revolucionario en su apego a una verdad bien contada, atractiva por sus formas, hermosa en su estética de planteamiento.
Nuestra fortaleza y sus retos
Si de consignas se trata la verdad es que las nuestras nacieron de la historia de resistencias, luchas y emancipaciones de nuestro pueblo. Con la consigna de Libertad o muerte los mambises se lanzaron a conquistar el derecho a tener patria. Nos legaron la patria en más de cien años de luchas, sacrificios y bondad. Las generaciones que hicieron la Guerra de Liberación (1956-1958), fundaron la patria socialista (1961) e hicieron la revolución en el siglo XX, en genuina continuidad asumieron y defendieron la nación enarbolando la consigna de Patria o Muerte. Tenemos razones de historia, verdades irrefutables…
Y lo más trascendental de las consignas patrióticas cubanas de todos los tiempos, no es la decisión de pelear hasta las últimas consecuencias. Sino que tal autoafirmación existe precisamente, porque invoca definitivamente la vida. Porque se autoafirman en una hermosa propuesta de significación, organización y realización de la vida social, una propuesta que por más utópica que parezca, merece luchar por ella, merece dedicarle la vida.
Cuanta belleza hay en esta tradición, cuanta entrega de amores … Es que lo mejor del ser humano en Revolución resulta una y otra vez en explosión de sensibilidades que se afirman desde lo bueno en lo bello. Poseemos esos tesoros. Los explicamos a nivel racional. Pero aún nos falta abrirle mejores causes a la inteligencia emocional, al sentimiento. Lo intentamos mejor en la escuela primaria, sin que podamos afirmar que el reto este resuelto. La revolución en la comunicación y en la formación ciudadana desde la moralidad, la ética y la belleza de la lucha revolucionaria, de su teoría y praxis nos reta.
Hacer
Explicarnos lo que ocurre bien resulta un ejercicio necesario. Educarnos en los viejos y nuevos lenguajes es imprescindible, si de negación dialéctica se trata. Criticar lo desacertado y ponerle nombre y apellido no puede faltar. Concertar el deber ser nos coloca en unidad frente al horizonte correcto. Educar es la divisa. Pero poco avanzaremos sino buscamos colectiva e individualmente alternativas en la práctica, si no hallamos para cada reto específico un camino de salida progresiva. Si no nos colocamos como responsables y protagonistas de cada solución que esté a nuestro alcance. Las verdades se realizan en acciones concretas.
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One Response to Verdades en acciones concretas. Por Felipe de J. Pérez Cruz

  1. Rafael Emilio Cervantes Martínez says:

    La Revolución no puede temerle jamás a decir la verdad, descontando por supuesto la información que debe ser preservada del enemigo en aras de nuestra seguridad. Ni en la ciencia ni en el discurso político hay que temer al análisis de las contradicciones y los errores y tendencias negativas como lo llamó Fidel en la década del 80. Por tanto tenemos plena potencialidad para hacer un trabajo político e ideológico que esté a la altura de éste tiempo, que logre comunicación efectiva, que sea diálogo permanente con saldos de acciones de transformación de lo que deba y pueda ser cambiado. Frente a las campañas montadas en estrategias de desmontaje de significados debemos apegarnos a la historia, sus contextos y nuestra interpretación marxista de nuestro camino socialista con el pensamiento de Fidel como brújula. Por ejemplo cuando intentan manipular el sentido de la consigna de Patria o Muerte, Venceremos, se le hurta abiertamente el propósito de lucha por ideales superiores de emancipación, ideales inspirados en un avance de la vida, la dignidad y la felicidad del pueblo cubano, frente a cuyo propósito se sabe se alzan poderosas fuerzas externas y coaligados con elementos internos que harán hasta lo imposible por recolonizarnos. La muerte aparece entonces en la consigna no como suicidio colectivo, ni renuncia a la vida y sus goces, sino como determinación de lucha a pelear hasta las últimas consecuencias por la vida mejor y la no renuncia de los sueños. En cambio, los enemigos de la Revolución que han arremetido sin pudor ni escrúpulos contra la consigna, pretenden con una suplantación de la palabra muerte por la palabra vida, desmovilizar la voluntad de lucha del pueblo cubano por sus sueños de justicia. La propuesta, en el espíritu de claudicación y venta del espíritu nacional al Imperio, tal y como han vendido la mercancía musical, no tiene la más mínima posibilidad de triunfo en la conciencia de un pueblo con memoria y cultura política. En cambio, el Patria y Vida de Fidel en los difíciles años 90 sí expresa certeza en la victoria de nuestra causa justa y socialista y por consiguiente el disfrute de una vida con decoro.

     

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