Discursos de odio. Por Ernesto Estévez Rams

 

1) Por las enseñanzas de la ciencia, la religión y la democracia, la familia humana está compuesta de diferentes géneros, distinguidos en su sexo y otras peculiaridades físicas y mentales, le sigue que debe haber distinción en derechos sociales y políticos, correspondientes a estas diferencias sociales y sicológicas.

“2) Las doctrinas de la hermandad humana deben ser aceptada, y ello implica la igualdad de todos aquellos que Dios ha creado iguales, y la desigualdad de todo aquellos que ha creado desiguales.

“3) La solución a la homosexualidad en este país no se alcanzará hasta que la opinión pública sancione universalmente como inválido el matrimonio homosexual.

“4) Que, tal como el homosexual no debe ser exterminado ni expulsado del país, y a todos los propósitos sabios ha sido puesto lado a lado con el heterosexual, deben no obstante haber leyes severas para condenar las relaciones sexuales entre personas de un mismo sexo.

“5) Las adopciones por homesexuales, es un daño a la posibilidad de progenie, produce hijos débiles, de carácter ambiguo, que rápidamente degeneran como prueba la historia de todas las naciones, desde Egipto hasta el día de hoy.”

El texto es tomado de un panfleto de 1864 escrito en el sur de EE.UU, pero, para ser fiel al original, donde quiera que se refiera a homosexual ponga negro, donde dice heterosexual ponga blanco, si dice genero lea raza, y cuando se haga referencia al matrimonio homosexual, ponga matrimonio interracial.

Los discursos de odio, siempre son iguales, en todas las épocas, en todas las geografía. Atacan al otro por no ser como uno y se dibujan como victimas de una amenaza inexistente.

Luchar por los derechos de otros, es luchar por los derechos de uno. Para eso hicimos una Revolución, para conquistar toda la justicia. Toda. Para todos. Sin excepciones. Seamos revolucionarios, hasta las últimas consecuencias.

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3 Responses to Discursos de odio. Por Ernesto Estévez Rams

  1. Sin-permiso says:

    Si todos los seres humanos nacemos libres e iguales, como reza la declaración de los derechos humanos, no es cosa de ponerle puertas al campo de la biología y de sus diferentes versiones culturales. La continuidad de la especie está más que garantizada por un galopante crecimiento vegetativo de la población, que hace más necesario que nunca la disociación entre sexualidad y procreación, cuando la explotación de los recursos críticos se ha vuelto insostenible y sus efectos adversos ( como el cambio climático) amenazan la supervivencia. Hoy más que nunca la procreación debe ser un derecho garantizado para la descendencia a todos los niveles y en la medida que lo permita la ley del Mínimo de Liebig, nunca un deber para con Dios o con las leyes de la acumulación capitalista, que hombre y mujer deben cumplir de forma inexorable para que nuevos pingüinos contribuyan, con su privada miseria, a la pública prosperidad en un mundo cada día más caótico, inseguro y superpoblado.

    Puesto que somos el resultado de un complejo proceso de desarrollo, donde el sexo genético no es determinante de la personalidad de cada uno, sino que influyen también factores perinatales de carácter endocrino y otros culturales en la infancia y la adolescencia, que modelan el resultado, debe ser la voz de la conciencia de cada uno la voz autorizada a la hora de decidir la identidad y orientación sexual. Lo contrario implica vulnerar derechos fundamentales sobre uno mismo y abrazar creencias de carácter religioso o cultural, producto de la fantasía o de los intereses de la clase dominante.

    Tampoco puede prevalecer el derecho de los padres sobre los hijos a la hora de determinar cuestiones muy íntimas, que, por regla general, ya fueron determinadas en la etapa perinatal, provocando el típico sentimiento incómodo y desafiante que experimenta el individuo que disiente de la identidad y/u orientación sexual que le inculcó su cultura y que le llevará a vivir un difícil conflicto personal y social. En todo caso, habría que hacer una profunda reflexión sobre los productos de síntesis que, presentes en los alimentos y otros productos, actúan como disruptores hormonales artificiales, imitando en el proceso de gestación y de activación en la adolescencia la función de los andrógenos y estrógenos. Al final, de los cambios que se están produciendo y que están provocando conflictos individuales y sociales, si tienen un culpable, es el equivocado y artificial estilo de vida.

     
  2. rafael emilio cervantes martínez says:

    Voto porque nadie sufra el peso de construcciones culturales que aplastan el pleno desarrollo de sus vidas en cualquier forma que se manifiesten, al tiempo que comprendo el carácter objetivado en la conciencia de los pueblos de tales imaginarios y que desaparecerán en un largo y difícil proceso por el que hay que luchar.

     
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