El “Coronavirus”, ¿quién es el culpable? Por Justo Cruz  

 

Hace hoy casi un año el presidente de Estados Unidos de América Donald Trump, haciendo uso de las facultades que le concede comportarse como el “rey” del universo, prohibió a todos los cruceros del mundo anclar en puertos cubanos. La medida formaba parte de un paquete de más restricciones a los viajes a la isla. Según Steve Mnuchin, Secretario de Comercio del Departamento de Estado de EE.UU. la medida fue tomada porque “Cuba contribuye a un desastre humanitario que desestabiliza la región“. Como respuesta a la medida el canciller cubano Bruno Rodríguez en su cuenta de Twitter afirmó, cito: “Pretenden asfixiar la economía y dañar el nivel de vida de los cubanos para arrancarnos concesiones políticas. Fracasarán otra vez“.


En aquel entonces casi todas las compañías de cruceros del mundo acataron la orden dada por el presidente Donald Trump y decidieron evitar los puertos cubanos. Ya ha pasado casi un año desde entonces y EE.UU. sigue sin lograr un cambio de régimen (Regime Change) en La Habana. El canciller Bruno Rodriguez tenía razón, siguen fracasando, pero también la tuvo cuando afirmó que el objetivo de esas medidas es dañar la calidad de vida de los cubaHace hoy casi un año el presidente de Estados Unidos de América Donald Trump, haciendo uso de las facultades que le concede comportarse como el “rey” del universo, prohibió a todos los cruceros del mundo anclar en puertos cubanos.
La medida formaba parte de un paquete de más restricciones a los viajes a la isla. Según Steve Mnuchin, Secretario de Comercio del Departamento de Estado de EE.UU. la medida fue tomada porque “Cuba contribuye a un desastre humanitario que desestabiliza la región“. Como respuesta a la medida el canciller cubano Bruno Rodríguez en su cuenta de Twitter afirmó, cito:

„Pretenden asfixiar la economía y dañar el nivel de vida de los cubanos para arrancarnos concesiones políticas. Fracasarán otra vez“.

En aquel entonces casi todas las compañías de cruceros del mundo acataron la orden dada por el presidente Donald Trump y decidieron evitar los puertos cubanos.

Pero la vida te da sorpresas.
El buque „MS Braemer“ perteneciente a la naviera noruega Fred OlsenCrousi Lines con más de mil personas a bordo, cinco casos de „Coronavirus“ confirmados, 20 pasajeros y 20 tripulantes aislados por presentar síntomas de gripe, buscaba un puerto en el Mar Caribe que les permitiera acoger a sus pasajeros para su posterior traslado al Reino Unido. Todos los gobiernos de los países consultados en la región incluyendo el de EE.UU. se negaron a recibir al crucero sin importarles el riesgo que estaba corriendo la tripulación y sus pasajeros. Hoy ya se encuentran en sus países sanos y salvos gracias al gesto humanitario del estado cubano y su pueblo.

“Feliz al saber que los 43 cubanos que apoyaron directamente la Operación Braemer regresan a casa sanos. Hoy les agradezco con esta carta, pero espero poder saludarlos cuando las condiciones hayan mejorado“.

Con estas palabras el embajador del Reino Unido en Cuba Dr. Antony Stokes agradecía a los 43 cubanos que el 18 de marzo participaron en la operación de rescate del crucero británico. Peter Deer, director administrativo de la naviera Fred. OlsenCrousi Lines a la cual pertenece el crucero también agradeció a los cubanos, cito: “En nombre de Fred Olsen Cruise Lines quisiera extender mi agradecimiento más sincero a las autoridades cubanas, al puerto del Mariel y al pueblo de Cuba por su apoyo.(……)”Su apoyo no será olvidado; desde lo más profundo de mi corazón, gracias”.
A mí como cubano me interesaría saber qué pensaron los miembros de la tripulación y los pasajeros del MS Breamer y la directiva de Fred Olsen Crousi Lines cuando días después de haber sido rescatados por el pueblo cubano se enteraron de que la administración de Trump había prohibido el transporte a Cuba de una ayuda humanitaria brindada por el gigante electrónico chino “Ali Babá” a iniciativa de su fundador Jack Ma y la fundación que lleva su nombre. La carga estaba compuesta por 100 mil mascarillas, 10 kits de diagnóstico rápido del Covid-19, ventiladores, guantes y trajes médicos protectores; materiales y equipamientos vitales para contener y erradicar el virus. A países como Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, República Dominicana y Perú también beneficiados por el gesto humano, se les facilitó el acceso a la ayuda humanitaria brindada por “Ali Baba”, a todos los países menos a Cuba. Como podemos ver, ni en tiempo del „Coronavirus“ a los cubanos se les permite respirar tranquilo.
¿Cómo puede ser posible tanta barbarie en tiempo de catástrofes naturales? El gobierno estadounidense de forma descarada prohíbe el traslado a Cuba de insumos médicos para combatir la pandemia, ¿quién es el que verdaderamente está contribuyendo a un desastre humanitario en la región o en el mundo, Cuba o EE.UU.? A mí como cubano me interesaría saber si la naviera noruega Fred. OlsenCrousi Lines dueña del crucero MS Breamer después de la ayuda brindada por Cuba y después del “coronavirus”, seguirá acatando la orden de Donald Trump de no anclar en puertos cubanos. Espero que que el director administrativo de la naviera no olvide sus palabras cuando le aseguraba al pueblo cubano, cito nuevamente: “”Su apoyo no será olvidado”.
Hace unos días leí en algún lugar la siguiente frase: ·”El Coronavirus es el mismo en todos los lugares, lo que no son lo mismo son los gobiernos de los países“. Una verdad irrefutable. La culpa de esta crisis que estamos viviendo en el mundo en estos momentos no la tiene el “coronavirus”, la culpa la tiene la radicalización del liberalismo clásico en el capitalismo moderno, el neoliberalismo.
Si partimos de la tesis de que el liberalismo como doctrina se opone a que el estado intervenga en el funcionamiento de la economía, además de ser partidario de la privatización de las empresas y los servicios (incluidos escuelas y hospitales), de la reducción de los gastos y proyectos sociales porque considera que la vida social debe estar subordinadas a las leyes del mercado, no debemos asombrarnos de que gobiernos de países como el de EE.UU., España o Italia en tiempos de pandemias y catástrofes naturales no puedan actuar como un garante social. EE.UU. es el ejemplo más ilustrativo. Cientos ciudadanos de ese país están muriendo diariamente como consecuencia de la propagación del Covid-19. Más de 370.000 casos confirmados, 11.000 muertes según últimos datos del John Hopkins University & Medicine. La cifra real puede ser mucho mayor, vaticinan expertos.
El país más “poderoso” del universo se ha convertido en el centro de la pandemia a nivel mundial y al parecer por el momentos no hay nada que su administración pueda hacer para evitarlo. El Covid-19 hace estragos en EE.UU. pero su gobierno sigue manteniendo el inhumano bloqueo contra Cuba y al mismo tiempo envía buques de guerra a las costas de Venezuela para combatir el tráfico de droga. Mientras la armada estadounidense está combatiendo un supuesto tráfico de droga por parte del gobierno de Nicolás Maduro, en la ciudad Lancaster, en el estado de California, un joven de 17 años murió después que una clínica privada se negara a brindarle atención médica por no tener un seguro médico a pesar de presentar síntomas del Covid-19. Este no es el único caso de este tipo ocurrido en el país más rico del mundo, el de más libertades y más oportunidades, según ellos y los medios a sus servicios.
El problema no es el virus, el problema es el gobierno de EE.UU. El sistema de salud estadounidense lejos de ser un servicio de bien público, es un negocio multimillonario de consecuencia catastrófica para una parte considerable de esa nación, de hecho uno de los más deficientes y precarios de los mal llamados países del primer mundo. El ex-secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger, neoliberal por excelencia, en un artículo de opinión en el “The Wall Street Journal”, alarmado por la crisis que atraviesa su país debido a la propagación del “Coronavirus” manifestaba así su preocupación por el futuro de EE.UU., cito: “La pandemia de Coronavirus alterará el orden mundial para siempre (….) Los Estados Unidos deben proteger a sus ciudadanos y con urgencia, trabajar en la planificación de una nueva época”. Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York calificaba de “ironía más cruel” el hecho de que la administración de Donald Trump se haya visto obligada a buscar precisamente en China suministros médicos para combatir el “Coronavirus”.
Mientras países catalogados por Occidente de “comunistas” como China, Cuba y Venezuela están demostrando mayor efectividad y raciocinio a la hora de hacer frente al Covid-19 y no cesan de brindar su ayuda solidaria a los países más afectados por la pandemia, algunos gobiernos occidentales están recurriendo al robo, a la incautación y la desviación de equipos e insumos médicos para detener el virus en sus respectivos países. Al mismo tiempo que el Estado Cubano pone a disposición de los países afectados el medicamento Interferón ALFA 2B para combatir la infección viral, la canciller alemana Angela Merkel, denunciaba que el presidente estadounidense Donald Trump había intentado sobornar a un laboratorio alemán para apropiarse del proyecto de una vacuna contra el Covid-19 para que fuera utilizada de forma exclusiva en EE.UU. Varios políticos franceses también denunciaron que su país también había sido víctimas del pillaje de las autoridades de EE.UU. Concretamente se referían a un hecho ocurrido en un aeropuerto de Shanghai cuando agentes estadounidenses habían sobornado a los proveedores locales, pagando en efectivo, para desviar un avión con insumos médicos hacia su país. La carga incluía 60 millones de máscaras protectoras. Este hecho se hace más dramático si se tiene en cuenta que Francia, con más de 60 mil casos confirmados, es uno de los países más golpeados por la pandemia. Agentes estadounidenses también se las arreglaron para desviar un avión militar hacia los Estados Unidos con medio millón de Kits de pruebas desde Lombardía, la región más afectada en Italia, cuando al mismo tiempo China y Cuba enviaban personal médico a la región. Pero ese país no es el único que ha sido cuestionado por estas prácticas de piratería moderna, otros países como la República Checa también han demostrado la naturaleza gansteril del capitalismo moderno decomisando suministros médicos proveniente de China destinados a Italia. El gobierno danés por su parte rechazó una petición de varios de sus políticos de estudiar el envío de insumos y personal médico a España e Italia para combatir el Covid-19. El ministro de Asuntos Exteriores Jeppe Koford considera que las autoridades sanitarias deben concentrar todos sus esfuerzos en Dinamarca. Para Dinamarca en tiempos de pandemia la Unión Europea no cuenta. Tremenda Unión. Turquía por su parte no solo ha prohibido también la exportación de equipos de protección sino que ha incumplido sus obligaciones de envíos de los mismos a países que ya han realizado el pago.
A modo de resumen podemos concluir que la tan cacareada “globalización” diseñada por Occidente con el objetivo de lograr un mundo más compenetrado a nivel de mercado, de tecnología y de culturas, en tiempo de pandemias “no funciona”. Al parecer estábamos necesitados de una pandemia para descubrir la verdadera cara del neoliberalismo y su altisonante globalización . En cambio Cuba, una pequeña isla en el Mar Caribe, con apenas 11 millones de habitantes y bajos los efectos del permanente bloqueo de EE.UU., fue uno de los primeros países en dar el paso al frente enviando personal médico a los países afectados, incluso a países miembros de la Unión Europea. Todo lo contrario al comportamiento de los gobernantes de Estados Unidos de América y de la propia Unión Europea que han demorado semanas para comprender la importancia de cumplir con los compromisos internacionales si queremos vencer el virus a nivel global. Mientras Cuba ha estado enviando brigadas de atención médica a Andorra, Italia,Venezuela, Nicaragua, Surinam, Jamaica, Granada, la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado de EE.UU., en un intento por desacreditar la labor del internacionalismo cubano, publicó el siguiente tuit en su cuenta: „Cuba ofrece sus misiones médicas internacionales a los afectados por el #Covid-19 solo para recuperar el dinero que perdió cuando los países dejaron de participar en el programa abusivo“.
¿Cómo se puede ser tan obsesivo compulsivo? diría un psicoanalista. Donald Trump como de costumbre continúa con su práctica de responsabilizar a los “otros” de su incapacidad para resolver la crisis que enfrenta su país. Según el presidente ahora es la Organización Mundial de la Salud (OMS) la que “falló” en advertir sobre la pandemia, “no vieron” o “no reportaron” la magnitud de la misma, exactamente los errores cometido por su propia administración en la lucha contra la propagación de la misma. Henry Kissinger tiene razón cuando afirma que “la Pandemia del coronavirus alterará el orden mundial para siempre”.
Está más que claro que el “coronavirus” dejará huellas en las relaciones entre los países, en la alianza transatlántica, en la globalización, y en el papel que en lo adelante jugarán grandes potencias como Estados Unidos, China y Rusia en la geopolítica del futuro. A partir de ahora a Hollywood le será un poco más difícil demostrarle al mundo la supremacía de los aparatosos héroes del país más “poderoso” del planeta en la lucha contra el “mal”. Gracias al “coronavirus” nos estamos dando cuenta que los “superhombres” y “supermujeres” son de carne y huesos, llevan como escudo protector batas blancas y como armas estetoscopios y que cuando de salvar vida se trata, un médico o una médica vale más que cien Cristiano Ronaldo y cien Leonel Messis juntos. La salud no tiene precio.
Por suerte y para el bien de la humanidad, hoy en alguna calle de Andorra, en el mismísimo corazón de Europa, volveremos a escuchar el himno nacional de Cuba en agradecimiento a la labor del personal médico cubano. Cuba sigue salvando, mientras EE.UU. sigue destruyendo, el “coronavirus” lo está demostrando.

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5 Responses to El “Coronavirus”, ¿quién es el culpable? Por Justo Cruz  

  1. juan chaneton says:

    Cros. de La Pupila: la primer aparte de la nota está repetida. Por favor, arreglen eso. Abrazo…
    J. Ch.
    Excelente, por otra parte, la nota. No sólo la política, junto a ella, la moral y los principios nos harán libres. Lo que ha hecho Cuba en este sentido es ya activo común de la Humanidad. Gracias…!

     
  2. Pingback: El “Coronavirus”, ¿quién es el culpable? | ZonaFranK

  3. Ph.Janssen, 'Azarías' says:

    Mientras que Cuba sigue enviando tanta ayu-
    da humanitaria medical a tantos países lati-
    noamericanos, africanos y europeos del sur,
    Rusia hizo lo suyo precisamente con los pro-
    pios Estados Unidos, nuevo epícentro del
    covidismo. Tal gesto bien poco tiene que ver
    con la compasión(siempre presente en el
    alma rusa)y mucho menos con un supues-
    to compañerismo personal entre Putin y
    Trump – sirve ante todo para demostrar al
    mundo entero que los Estados Unidos de-
    jan de ser definitivamente el ‘número uno’.

     
  4. gloriaalicia says:

    Aquí la tan cacareada globalización no funciona porque sigue siendo su principal objetivo el índice de ganancias. El bloqueo se recrudece bajo los mismos preceptos en que se creó, no importa, nosotros venceremos.

     
  5. Sin-permiso says:

    El COVID-19 nos recuerda que estamos muy lejos de ser los dueños absolutos de la evolución en el planeta tierra. Con una mayor letalidad y facilidad de contagio, tal vez serían hoy pocos los humanos que vivirían para contarlo. Ya no es la gripe H5N1, con bajísima capacidad de contagio, que permitió a Rumsfeld, Cheney y Roche hacer negocio rápido vendiendo su medicamento inútil en cantidades industriales (el tamiflu) cuando el contagio no había superado los100 casos en varios años. En esa ocasión fue el miedo y la influencia de esos criminales lo que convirtió en pesadilla mundial y un negocio redondo a la pandemia que nunca existió. La Sars-Cov (2002) y la Mers-Cov (2012) en cambio han sido, por su capacidad de contagio, dos serios avisos de rebelión en la granja, sin que tengamos claro ( como en el caso de la COVID-19), si fue por el libre albedrío de los virus o por ingeniería genética pagada por algún socio de Rumsfeld y Cheney.

    De lo que no cabe la menor duda es que hay un claro culpable de la pandemia: un sistema económico que antepone la usura a los derechos humanos y que considera la salud un disvalor, como todo lo que no produce grandes dividendos: la paz, la capacidad de pensar críticamente, la floresta, los casquetes polares o un medio ambiente en equilibrio. El virus podrá ser el resultado de una mutación, pero la respuesta no ha sido la que cabía esperar de sistemas sanitarios centrados en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades. Los sistemas de vigilancia existentes no tienen como misión preservar la salud humana de sus enemigos naturales o inventados, acompañada de la intervención rápida con el despliegue de toda clase de respuestas ensayadas, sino el control de la población y la defensa de enemigos muchas veces inventados, a falta de enemigos reales, para que a la economía de guerra nunca le falten clientes.

    Ni siquiera los sistemas sanitarios públicos y universales (como el español) consideran la salud un derecho a preservar por encima de los intereses corporativos. La vigilancia epidemiológica y todo lo encaminado a la prevención de patologías tiene la consideración de competencia desleal para el negocio médico-farmaceutico, que maximiza beneficios gracias a la negligencia de los servicios sanitarios en todo lo que tiene que ver con la promoción de estilos de vida saludables, la detección de factores y grupos de riesgo, los trabajos en la comunidad, la educación sanitaria y los programas de salud preventivos (desde la mujer embarazada hasta la tercera edad).

    Mientras que en Cuba la salud sí tiene la consideración de derecho universal, que implica claras obligaciones para los agentes sociales y para los propios titulares del derecho, en el mundo capitalista tienen prioridad los intereses lucrativos de las empresas y, de modo especial, los intereses corporativos de la industria de la enfermedad. Esta es la razón de que no se hagan aquí vigilancia epidemiológica adecuada, pesquisajes activos para detectar rápidamente el contagio y derivar a los positivos, aislamientos obligatorios de grupos de riesgo y contagiados y cumplimiento riguroso de toda clase de medidas protectoras. Es ahora que en España se plantean el uso obligatorio de la mascarilla y que se van a hacer pruebas de detección masivas, pero con la particularidad de que (de momento) los que den positivo con síntomas leves harán aislamiento voluntario. Cómo es esto posible?

    Para garantizar derechos tan importantes como la salud es imprescindible el cumplimiento de obligaciones por los agentes sociales (como los empresarios) y los propios ciudadanos, que deban velar por su salud y, de forma especial, por la de otros cuándo pueden ser transmisores de la enfermedad. Dejar al libre albedrío el diagnóstico, el tratamiento y la prevención del contagio demuestra la maldad intrínseca del capitalismo y la subordinación de la salud y la vida a los intereses lucrativos del sector, que obtiene magros beneficios de la negligencia de los servicios sanitarios y conducta impunemente negligente de los ciudadanos.

    Si a ello añadimos la posibilidad de que esta enfermedad y el modo inadecuado de abordaje en el mundo capitalista pueda tener alguna relación con la doctrina del shock, para que la ciudadanía atemorizada acepte toda clase de chanchullos económicos por parte de las grandes rentas de capital y sus peones, mientras aquellos intentan salvar la vida sin pensar en las consecuencias negativas de los cambios profundos que van a utilizar la pandemia como pretexto, el resultado final podría ser el de una guerra de cuarta o quinta generación sin necesidad de un enemigo exterior, en el caso de quienes vivimos en el primer mundo capitalista ( no en cambio en el de China, Rusia, Cuba o el tercer mundo) Pedro Sánchez ya está convocando en España a unos nuevos pactos de la Moncloa, firmados en 1977 y que recortaron multitud de derechos a la clase trabajadora. El robo de equipamiento sanitario entre naciones y la falta de colaboración de las grandes potencias y sus instituciones económicas contribuyen a convertir la pandemia en un escenario de guerra donde todo vale con tal de que se alcancen los objetivos económicos y políticos en conflicto.

     

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