Un mensaje reciente del amigo patriota Juan Carlos Calzadilla enciende recuerdos. Como todos, leí sobre los sucesos en El Paso; como otras veces y ante hechos similares, me he dolido y angustiado. Vienen a mí los días de mi primer viaje a México, al Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes en la bella región de Oaxaca, pequeñitos pueblos que guardan tradiciones, en los que me sentía admirada y conmovida, y también un poco avergonzada de que nos brindaran TODO lo que tenían en atenciones y comidas y nosotras (yo) tuviéramos tan poco que ofrecer, a no ser la poesía en sus muchas voces y maneras.
Recuerdo una escuela primaria adonde fuimos cuatro o cinco de las poetas. En esa fecha, mi única literatura para niños eran los textos dedicados a mi hija de “El mundo de Daniela”. Con ellos jugué y leí y encontré una puertecita abierta en los corazones de aquellos niños, en mayoría indígenas. Quise terminar con el juego que llamamos “cadáver exquisito”, para que cada uno escribiera un verso y al final leerles el poema conseguido. Casi todos pidieron que fuera dedicado a las madres, pero otro grupo no quería: pedían escribirle a sus papás. Luego lo supe, cuando pregunté. A esos niños los llamaban “huérfanos”, pues sus padres vivían y trabajaban en Estados Unidos para mantener a sus familias: el sueño americano, en verdad pesadilla para muchos.
Los recuerdo con nitidez, ahora que se sabe que ese joven blanco de 21 años que disparó a conciencia e hirió y asesinó a veintitantas personas en el centro comercial, había ido específicamente a “luchar contra la invasión hispana de Texas”. Lo dejó escrito antes de disparar: “Mi objetivo era matar tantos mexicanos como fuera posible”, y también: “Probablemente voy a morir hoy”, pero no murió. No murió, y es seguro que donde esté preso sigue alimentando ese discurso del odio atroz.
En los videos, veladoras con la virgen de Guadalupe iluminan el sitio de la masacre. Una señora llora por su nieto. Unos padres murieron protegiendo a su bebé de dos años, rescatado debajo de ellos con sangre sobre su pequeño cuerpo. Una persona dice: “El ataque tiene nombre, Patrick, pero en realidad se llama Trump”. El mismo que con la mayor hipocresía ha declarado que Estados Unidos debe condenar el supremacismo blanco, mientras el mundo escucha sus insultos contra latinos, mujeres, gays, negros y todo lo que no se le parece, y también escucha la defensa del multimillonario negocio de la venta de armas, que se pueden comprar en ese mismo mercado.
¿Alguno de aquellos niños será hoy, de verdad, huérfano? ¿Alguno de aquellos padres ausentes estaba allí, comprando lo que fuera para enviar a su familia o para sobrevivir trabajando en las labores que de todos modos no haría el joven blanco de 21 años? ¿Y los que no eran mexicanos? ¿Y veremos otros disparando contra ti, porque eres mujer, negro, latino, gay? Tristemente seguro, porque esas son las cosechas del odio.
¡Sinembargo es una balaâ¦!
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Muestra gustosespeciales
(elchino Zhenli Ye Gon)
âSu casa le abrió elportón
a paquetescolosalesâ.
Allà eldólar, a raudales,
parióla pseudoefedrinaâ¦
Es medicamento enChina,
en Colombia yGuatemala.
¡Sinembargo es una bala
como metanfetamina!
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Ramón Espino Valdés
ElLeoncito de Las Tunas
Cuba/México.
07/08/2019.
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