Música: Intolerancia y militancia. Por Oni Acosta Llerena

 

“… ese tipo que va al club de golf, si lo
hubieras visto ayer, dando gritos de
yanquis go home y coreando slogans de
Fidel. Hoy tiene un adoquín en su despacho,
del Muro de Berlín…”

Joaquín Sabina

Siempre hay bandos. Disímiles, unos más antagónicos que otros, unos más sensatos que otros. Pero hay dos que más nos importan, los buenos y los malos, o como dirían algunos apocalípticos de la geopolítica contemporánea: los no tan buenos y los menos malos.

Si hacemos un pequeño bosquejo por grandes artistas que militaron en causas nobles encontraríamos a Pablo Picasso, del cual nadie se atreve a juzgar su arte a pesar de su ideología política y su rechazo abierto a la España franquista y falangista. ¿Se imaginan una secuela del malogrado exilio del café Versailles -versión España- tratando de quemar el Guernica o las Señoritas de Avignon? Ridículo ¿no? Contrariamente a esto y fuera de toda lógica en el caso cubano, todo es posible y cuenta con la bendición imperial de los diferentes amos de la Galaxia, sucesores de Darth Vader que han llegado hasta hoy con el mismo principio de la saga fílmica: devorando planetas hostiles a su aberración colonialista. Y fíjense que buena parte de la existencia humana hasta hoy se ha construido sobre cimientos que tienen su origen en la guerra pero de forma desigual: no la guerra solamente por la liberación del opresor, sino el deseo casi insaciable de este último por dominar el mundo cueste lo que cueste.

Y ahí, justamente ahí, entra en escena un factor decisivo en la disección y estrategia de todo conflicto, y es el rol de pensadores o figuras célebres en tomar partido, unos a favor y otros en contra. Si estos son aliados de causas nobles serán atacados hasta su exterminio, pero si pertenecen al bando de los poderosos seguramente les buscarán sitio en su regazo rodeado de hiel y sangre.

En nuestro entorno, recientemente varias vueltas de tuerca han apretado aún más el bloqueo genocida e incluso la activación del Capítulo III del engendro Helms-Burton ha encendido las alarmas aún de los más escépticos, giro inesperado para los operarios de turno que juegan con fuego no sólo con Cuba, sino con China, Rusia, Siria, Venezuela etc. Fijémonos que, para los artistas que apoyan esas políticas el término empleado por los hacedores de guerras es activistas, lo cual suena agradable, inofensivo, creando una cercanía, un ilusionismo, una candidez seductora. Es decir, es la perfecta fabricación de un producto peligroso de estos tiempos, fruto de la llegada de tendencias en redes sociales y la manipulación mediática a que muchos son sometidos y que difieren notablemente con otras creaciones anteriores y no menos diabólicas: Bin Laden, Ghadaffi, Sadam Hussein y que, como una buena película de sábado, tenían obsolescencia programada y había que ir eliminando para ser reemplazados por versiones más creíbles, acordes a estos tiempos. El recién fabricado de endeble silicona Guaidó, por ejemplo, es una versión light y más conmovedora, aunque robe igual o masacre más que los anteriores droides imperiales.

A los intelectuales que defendemos la soberanía y la paz, nos llaman lacayos, nos bloquean en redes sociales y somos escarmentados en plazas públicas digitales. Se nos prohíbe llevar el arte a ciudades fanatizadas por el odio, aunque cualquiera diría que ellos viven pendientes de nuestro quehacer, o al menos eso pareciese dado el tiempo que ocupan en su enfermiza cruzada anticubana.

A raíz de recientes campañas publicitarias contra la aberración Helms-Burton (sí, es una aberración, un cáncer, es la derrota misma pero personificada de la impotencia imperial) y protagonizadas por dos actores cubanos, una serie de linchamientos no se hizo esperar, lo cual ha suscitado pasiones en ambos bandos y nuevamente el cuestionamiento sobre la agudeza o torpeza de un artista, en formar parte de la política. ¿Por qué un artista no puede sensibilizarse por una causa política como la nuestra? ¿Por qué ha de ser calificado como marioneta por manifestarse en contra del bloqueo? ¿Quién lo califica como tal?

Recuerdo cuando hace un tiempo corrió como el viento la noticia del grupo cubano (para nada “censurados” como quieren muchos) que donó instrumentos musicales en Miami por valor de cientos de miles de dólares, mientras las escuelas de música en Cuba que ellos bien conocen no tienen ni cuerdas, papel pautado ni estuches. Sin embargo, no fueron emplazados por nadie aquí, ni quemados en la hoguera, ni llamados a la oficina de nadie, ni siquiera hubo un debate nacional al respecto. ¿La razón? Sencilla, no somos adictos al odio, ni al escarnio, se respeta la decisión que tome cada cual y lo más importante: no hacemos boicots culturales aún cuando la propuesta en cuestión pueda ser polémica.

Contrariamente y del “otro” lado, leo a diario ataques incivilizados contra artistas cubanos reconocidos, por haber tomado una postura firme ante una determinada realidad política y social como la nuestra, especialmente hacia el cantautor Raúl Torres, a quien le profesan varios comentarios repugnantes en redes sociales o prensa escrita. Personalmente me duele tanto odio, me asombra constatar que hay personas tan muertas por dentro capaces de desear tanto mal, o de no respetar siquiera las ideas del otro. ¿No es una sociedad libre esa en que viven? ¿De qué libertad se trata, la impuesta o la que se consigue con la lucha?

Un dato curioso, si igualáramos los medidores “artísticos” de quienes critican con los que son ofendidos, notaríamos que aquellos que agreden ya no cuentan con una carrera como artistas. De hecho, no han hecho más cine, ni han llenado grandes plazas, ni han realizado más videoclips, ni graban discos, ni han sido invitados a festivales en otras partes del mundo, sino todo lo contrario. Sólo trabajan -y muy poco- en mediocres programas de TV con personajes de risa, tocan o cantan en pequeños bares de no más de 30 ó 40 personas, no han hecho un videoclip o trabajo audiovisual que se ponga en alguna televisora ni siquiera local ni son contratados por ningún canal como National Geographic para dirigir o escribir guiones. Por el contrario, la carrera que lograron hacer -aunque de ella ahora renieguen- fue en Cuba y quizás ese sea el mayor dolor que tengan por dentro. Ellos, seguramente, sufren más de lo que creen y dedican sus horas a no perdonar a quienes piensan diferente, a calumniar a nuestros artistas genuinos como Raulito, a hacerse eco incondicional de cualquiera que disienta pero a su imagen y semejanza, de fabricación manual y no espontánea. Es una pena que un exilio fragmentado busque tanto dolor al país que dicen querer, y que la ceguedad les impida disfrutar de lo que ha nacido en tantos años en este archipiélago. ¿Qué les molesta, que el hijo de un campesino sea un músico famoso y pueda llenar grandes teatros? ¿O les molesta más que haya sido formado por la Revolución? ¿Les molesta el Grammy de los Van Van? ¿O les duele que Raúl Torres sea diputado y no claudique? ¿Qué pasaría si ese mismo diputado mañana pidiera introducir una ley que perjudicara a familias cubanas dentro y fuera de Cuba?

Así llevamos años, y generaciones. Así, introduciendo leyes, enmiendas y mecanismos legales en contra de la cultura cubana llevan años legisladores y personajes de la política, además de negando visas y jactándose de ello cual premio de caza.

Muchos en redes sociales usan parte del pasado del querido cantautor cubano para opacar su presente, como si hubiese sido un delito viajar o residir fuera de Cuba por un tiempo. Pero pongamos este hipotético escenario: pensemos que Raulito no comulgaba con ideas de izquierda ni con la Revolución hace 20 años. Pensemos que era un artista disidente y que, tras las reformas migratorias acaecidas en Cuba a raíz del diálogo liderado e impulsado por Fidel (entre los que estuvo “La nación y la emigración”) además del impulso del Mincult, pudo regresar a vivir al país. Pensemos que de aquel supuesto artista disidente y recalcitrante fue gestándose una metamorfosis del mismo, más social, comprometido y protagonista de los cambios sociales de la Cuba de entonces. Pensemos eso hasta el día de hoy, ¿hay alguna contradicción? Si comparamos los pensamientos filosóficos y revolucionarios de las grandes figuras de la mismísima Revolución, notaremos cambios lógicos que desembocaron en grandes hombres. ¿Acaso el Che a través de vivencias y de su contacto con Fidel no fue perfilando su  pensamiento revolucionario? ¿Por qué los hombres no pueden cambiar o mejorar su visión del mundo?

En cambio, si un artista de izquierda deja de serlo, entonces es aplaudido y refrendado de muchas formas y sí se cumple el axioma de que su pensamiento “evolucionó” o que abrió los ojos: lo mismo podríamos decir de alguien que vivió los horrores de la guerra o de un sistema político aplastante y decidió entonces ser de izquierda o militar en algún partido de filiación comunista.

Por eso afirmo que hay una sola realidad para aquellos que atacan sin piedad y con mucho tiempo para dedicarle a ello, más no saben que un verdadero artista es quien se pone al lado de su pueblo, de los que sufren, de quienes carentes de toda fanfarria saben brindar amor y respeto. Viene a mi memoria un comentario desalmado proveniente de esa pestilente especie formada por el odio, cuando un grupo de artistas fuimos a tocar y a alegrar a los afectados por el tornado que azotó La Habana y nos auguró que esas personas no estaban necesitadas de arte, sino de latas de comida. No discutí ni le respondí, pero esas personas que muchos quisieron ver lanzadas a la calle protestando o abandonadas por el Estado, hicieron más silencio y prestaron más atención a los artistas allí reunidos de lo que cualquiera pudiera imaginar. Claro que ellos, los enemigos, ni siquiera tienen la capacidad de imaginar nada noble en este mundo. Es por eso que no nos entendemos…
 

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5 Responses to Música: Intolerancia y militancia. Por Oni Acosta Llerena

  1. Omar says:

    Bravo Oni. Muy bien dicho. A los payasos solo les queda ganarse el pan haciendo sus payasadas. Pero no se siente lastima por ellos: decidieron ser payasos, fue su elección. No, no nos entendemos. Viva Cuba!

     
  2. Eduard Carrasco Solís says:

    Excelente como siempre, Oni, con mucha sapiecie, lo único que “no me cuadra” es que hagas mención del diputado grosero o del grosero diputadoRaúl Torres…o es que se olvidaron ya de sus infaustos comentarios, cuando “salió” en defensa de la presentación en la Mesa Redonda del Cdte de la Revolución Guillermo Garcia, donde el humor cubano dió rienda suelta a su capacidad de “llorar de alegría y reirse de sus infortunios”. ¿O es que el Sr. Torres tiene inmunidad parlamentaria”…

     
  3. Yamilet Silveira Fuentes says:

    Excelente , existen dos bandos y un bando es de los que aman , de los que luchan por un futuro Mejor para Cuba y no de los que aplauden cada bochornosa medida de Estados Unidos , para perjudicar a su propio país , todos aquellos que viven en el odio , del bando de los frustrados , porqueen su mayoría no obtuvieron lo que querían, perdieron a Cuba y con ella toda su carrera artística. Hablan unos convencidos y otros para no perder su trabajo.
    Para los de derecha , cualquier persona que hable bien de Cuba , será un blanco Seguro a atacar

     
  4. valiaesther says:

    Muy bien lo q escribes..hoy mismo en el face fui atacada de la manera mas irrespetuosa por alguien q no piensa igual q yo…y lo triste del asunto es q siempre piensan tener la razón..y no entienden q alguien piense diferente y con nuestro errores y nuestros dolores hemos construído este paísm

     
  5. gloriaalicia says:

    Muy buen artículo con el cual concuerdo. Además me hacen muy feliz esos artistas que en estos momentos demuestran que son unos “necios” sin importarles consecuencias.

     

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