Trump: ¿El regreso de un fantasma?. Por Iroel Sánchez

 

El discurso de Donald Trump en su segunda comparecencia ante la ONU ha trascendido sobre todo por el modo en que lo sorprendieron las carcajadas de la audiencia ante su autoproclamación como  el Presidente que en menos de dos años ha conseguido “más que casi ningún otro gobierno en la historia de nuestro país”, embarazosa situación que fue resuelta por su por su protagonista con una nueva fake news: “No se reían de mí, se reían conmigo”.

Pero lo cierto es que el empresario y conductor de televisión devenido gobernante demostró su capacidad para unir a los representantes de todo el planeta… riéndose de él.

Yendo un poco más allá, sorprende la insistencia del mandatario en que el socialismo solo produce miseria, usada como fundamento de su ataque a Venezuela y Cuba: “Todas las naciones del mundo deben resistir el socialismo y la miseria que trae a todos”.

El Presidente cubano, Miguel Díaz Canel, le respondió al día siguiente en el mismo lugar de manera contundente, recordando las realidades de un escenario internacional donde predomina el capitalismo:

“un mundo en el que el 0,7% más rico de la población puede apropiarse del 46% de toda la riqueza, mientras el 70% más pobre sólo accede al 2,7% de la misma; 3 460 millones de seres humanos sobreviven en la pobreza; 821 millones padecen hambre; 758 millones son analfabetos y 844 millones carecen de servicios básicos de agua potable.

(…)

“no son fruto del socialismo, como el Presidente de los Estados Unidos afirmó ayer en esta sala. Son consecuencia del capitalismo, especialmente del imperialismo y el neoliberalismo; del egoísmo y la exclusión que acompaña a este sistema, y de un paradigma económico, político, social y cultural que privilegia la acumulación de riqueza en pocas manos a costa de la explotación y miseria de las grandes mayorías.

“El capitalismo afianzó el colonialismo. Con él nació el fascismo, el terrorismo y el apartheid, se extendieron las guerras y conflictos, los quebrantamientos de la soberanía y la libre determinación de los pueblos; la represión de los trabajadores, las minorías, los refugiados y los migrantes. Es opuesto a la solidaridad y a la participación democrática. Los patrones de producción y consumo que le caracterizan promueven el saqueo, el militarismo, amenazan a la paz; generan violaciones de los derechos humanos y constituyen el mayor peligro para el equilibrio ecológico del planeta y la sobrevivencia de los seres humanos.”

Y surgen varias preguntas: 

En un planeta donde ya no existe el llamado “campo socialista”, su principal exponente, la Unión Soviética, desapareció hace casi tres décadas, y los países socialistas de mayor peso económico y demográfico, como Vietnam y China, no se enzarzan en disputas ideológicas con Estados Unidos, ¿qué sentido tiene esa diatriba ideologizante?

¿No se sustituye la causa por el efecto cuando se habla de que el socialismo produce miseria para atacar a Cuba y Venezuela, sometidas por Estados Unidos a una guerra económica que busca precisamente eso: la miseria, guerra que contra el primero de los dos países lleva más de sesenta años, causándole pérdidas por más de un millón de millones de dólares?

¿Por qué si Cuba y Venezuela son dictaduras “socialistas” y Estados Unidos una “democracia” capitalista de ideología plural, con dos Partidos bien diferenciados, fue durante el gobierno del Demócrata Barack Obama cuando se agudizó la guerra económica contra Venezuela a la vez que se inició una nueva era de golpes de estado militares o parlamentarios en la región y se prepararon los jueces y fiscales que actualmente ejecutan la judicialización de la política contra líderes de izquierda en América Latina, como Lula da Silva, Cristina Fernández y Rafael Correa?

¿Por qué mientras el gobierno de Barack Obama negociaba con Cuba el camino hacia una normalización de las relaciones entre Washington y La Habana, le hacía la guerra al principal aliado económico cubano, Venezuela, e incrementaba con cifra récord los fondos para la subversión en la Isla y también contra los gobiernos de Managua y Caracas? ¿Por qué mientras esas estrategias golpistas no alcanzaron con Obama sus niveles más altos, fuerzas afines a  Cuba y Venezuela ganaron elección tras elección en la mayoría de los países latinoamericanos?¿Se cumple aún aquello de que la burguesía respeta sus instituciones mientras triunfa con ellas y cuando comienza a perder da un golpe de estado?

En fin, si el socialismo es un fracaso, ¿por qué Estados Unidos, lo gobierne quien gobierne, se empeña tanto en ayudar a ese “fracaso”en América Latina?¿Por qué Washington puede convivir con los socialismos chino y vietnamita y no con el cubano y venezolano?¿Tendrá eso algo que ver con que Asia no es considerado el “patio trasero” de EE.UU. como dijo refiriéndose a América Latina el Secretario de Estado de Obama, John Kerry, y no se aplica allí la añeja Doctrina Monroe, relanzada abiertamente por el actual gobierno estadounidense?

Pero no parece ser sólo el escenario internacional el único hacia el que se dirigía Trump en la ONU. Un político que se proclama “socialista” como Bernie Sanders estuvo a punto de ganar la nominación Demócrata a las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, una joven que se reconoce socialista y latina ha vencido en las primarias de Nueva York a un peso pesado del Partido Demócrata para las próximas elecciones de medio término al Congreso norteamericano y en Gran Bretaña  -históricamente el principal aliado estadounidense- el líder laborista Jeremy Corbin, que también se reconoce socialista, tiene bastantes opciones de llegar a formar gobierno. Claro que son “socialismos” muy diferentes al cubano, al venezolano, al chino y el vietnamita, pero tal  vez explicarían el empeño de Trump con demonizar la palabra.

Más cuando hace dos años una encuesta de la Universidad de Harvard a los millennials, los jóvenes norteamericanos que cuentan entre 18 y 29 años, aseguraba que el 51% de ellos rechaza el capitalismo y solo el 42% lo apoya. Un análisis del diario The Washington Post, refería que “una encuesta posterior que incluyó a personas de todas las edades encontró que los estadounidenses un poco mayores también son escépticos con respecto al capitalismo”.  El Post añadía: 

“Aunque los resultados son sorprendentes, las preguntas de Harvard concuerdan con otras investigaciones recientes sobre cómo piensan los estadounidenses sobre el capitalismo y el socialismo. En 2011, por ejemplo, el Pew Research Center encontró que las personas de entre 18 y 29 años se vieron frustrados con el sistema de libre mercado.

“En esa encuesta, el 46 por ciento tenía una visión positiva del capitalismo, y el 47 por ciento tenía una opinión negativa – una pregunta más amplia que la de los encuestadores de Harvard, que era si el encuestado apoyaba el sistema. En relación con el socialismo, por el contrario, el 49 por ciento de los jóvenes en la encuesta de Pew tuvo puntos de vista positivos, y sólo el 43 por ciento tenía una opinión negativa.”

¿Como se decía en un Manifiesto publicado hace 150 años un fantasma estará recorriendo otra vez el mundo, que hay que exorcizarlo desde la tribuna de las Naciones Unidas? En todo caso la culpa no sería de los autores barbudos y melenudos de aquel Manifiesto sino de la incapacidad del capitalismo para solucionar los problemas que señaló tan claramente el Presidente Díaz Canel.

(Al Mayadeen)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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