Causas y consecuencias para la economía estadounidense de la Administración Trump. Por Luis René Fernández Tabío

 

Introducción

El problema de los cambios en la política de Estados Unidos enunciados por el presidente Donald Trump, con independencia del grado de ejecución que alcancen en los próximos años, crea gran preocupación sobre las consecuencias para la economía estadounidense y las condiciones de la economía mundial.  Las causas que generan tales enfoques de política económica resultan de las propias contradicciones y consecuencias de las políticas de la llamada globalización neoliberal sobre determinados sectores productivos de la economía estadounidense.   Su discurso errático y contradictorio genera mucha incertidumbre, pero en cualquier caso su contenido plantea elementos de ruptura con el consenso conservador de política económica precedente.  Las posturas de Trump en materia de economía son proteccionistas y en ese sentido contrarias a la globalización neoliberal que ha sido abrazada por demócratas y republicanos, sin excepción, desde Ronald Reagan hasta Barack Obama.

No se trata de negar el deterioro de las condiciones socioeconómicas de la mayoría de los trabajadores manufactureros estadounidenses —sobre todo para el hombre blanco—, que se ven atraídos a las promesas nacionalistas y reaccionarias de Trump, sino que tales elementos de su política, pueden agudizar las contradicciones propias del sistema económico, sin siquiera mejorar sustancialmente ni la situación interna del empleo, ni su posición de liderazgo, en parte ya perdida, en la economía global.

Los problemas que presenta la economía estadounidense son de carácter estructural y en buena medida obedecen a la etapa madura de la evolución del imperialismo en medio de un contexto mundial cambiante. Las políticas de los gobernantes de Estados Unidos, en este caso Donald Trump, pueden optar por distintas variantes para enfrentarse a esa realidad, pero ninguna de ellas está en condiciones de frenar y menos revertir procesos socioeconómicos que están asociados a cuestiones objetivas dentro de la lógica del capitalismo, los desarrollos tecnológicos, la automatización y el despliegue de encadenamientos productivos y de servicios establecidos durante más de tres décadas.

El objetivo de este ensayo es analizar en una aproximación preliminar —ya que apenas ha concluido su segundo año en la presidencia al momento de escribir este trabajo— los antecedentes, causas y previsibles consecuencias que las orientaciones políticas de Donald Trump, pueden significar para la economía estadounidense y la economía mundial.  Se parte del supuesto de que aunque las condiciones en las que se apoyó políticamente para salir vencedor de las elecciones presidenciales en 2016 tienen una base objetiva, y se derivan de problemas y contradicciones sistémicas agudizadas por las políticas de la denominada contrarrevolución conservadora y el predominio de la globalización neoliberal.   Inicialmente no se consideraron suficientemente los efectos sobre las economías centro, sino aquellos que impactaban la periferia del sistema, los países subdesarrollados, sin duda los más afectados. Sin embargo, sus propuestas son contradictorias y no se enfocan siquiera en aliviar las verdaderas causas de los problemas.  Por ello no es probable esperar se obtengan los resultados deseados de hacer grande a Estados Unidos otra vez, y mucho menos traer de vuelta empleos manufactureros de la industria y reducir el déficit comercial en el balance general de la economía;   aunque puedan darse algunos efectos en esta materia, siempre serán parciales, sectoriales, con afectaciones por el lado de los precios, el consumo y la competitividad de algunas industrias.

Los problemas y contradicciones de la economía estadounidense, y de la economía mundial, son de gran complejidad y emanan de procesos y tendencias fundamentales desarrolladas por décadas. Los referidos procesos y tendencias políticas y económicas en distintas etapas han modificado estructuralmente el sistema productivo y dada las transformaciones que han acompañado a la globalización neoliberal, las cadenas de suministros tienen una configuración mundial que traspasa las fronteras nacionales.   Aunque no se pueda descartar el impacto anti globalizador y proteccionista de algunas de las políticas anunciadas por Trump y su repercusión en la economía mundial. En la economía estadounidense habrá algunos ganadores, pero el balance general será negativo aunque se presenten determinados resultados favorables en el corto plazo. La combinación de políticas anunciadas y por ejecutar, se espera agudicen los desequilibrios macroeconómicos, incremente el déficit fiscal y la deuda publica, aumente el déficit comercial, e incluso dado el peligro de que el proteccionismo genere una guerra comercial, acerca la posibilidad del estallido de una crisis financiera y económica en los próximos años.

Dado el tamaño de la economía estadounidense y los mecanismos de transmisión vinculados a esta, no puede subestimarse en lo más mínimo sus efectos sobre el sistema de la economía mundial en su totalidad, ni minimizarse los daños en una visión macroeconómica general. El nacionalismo reaccionario conservador de Trump, proteccionista y anti globalización, sin duda tiene efectos sobre la economía real, tanto por las consecuencias directas de sus políticas, como por las expectativas que se generan en el mercado y en otros agentes e instituciones dentro del entramado mundial.

Aunque el balance de poder establecido en el sistema político de Estados Unidos, pudiera contrarrestar en parte la orientación política de Trump, no puede desconocerse los efectos que estas políticas pueden tener, incluso si solo se implementan parcialmente.  En el primer año de su gobierno, la presencia de intereses económicos contrapuestos, dentro del Congreso e incluso en la burocracia del Ejecutivo, así como en las instituciones multilaterales como la Organización Mundial de Comercio (OMC), aunque expresan sus críticas a las políticas de Trump, no han logrado frenarlas.

La estructura de la exposición consta de tres partes.  La primera postula que la gran crisis financiera y económica 2007–2009 fue el resultado de políticas y contradicciones acumuladas desde el inicio de la contrarrevolución conservadora y el ascenso del consenso de política económica que lo acompañó. La apertura al comercio y sobre todo la llamada desregulación libre movimiento de los capitales alentó la especulación financiera, que está detrás de las últimas crisis económicas capitalistas. La segunda explora las condiciones económicas que favorecieron la elección de Trump, en parte debido a la manipulación de los problemas socioeconómicos y las posibilidades de solucionarlos con sus políticas de corte nacionalista, pero que ciertamente se apoyaban en la realidad económica a la que se enfrenta esa sociedad. En la tercera parte se dilucidan las contradicciones, desafíos y perspectivas de la nueva política económica y los efectos perspectivos que pueden esperarse de las mismas.

El trabajo plantea que dada las condiciones macroeconómicas, los problemas económicos estructurales acumulados en la etapa expansiva del ciclo de la economía estadounidense, que en el 2018 entra en su noveno año, y el curso que se espera tenga la política económica bajo la influencia de Trump, deben aumentarse la contradicciones y previsiblemente desatarse antes del 2020 otra gran crisis financiera económica con resultados adversos para Estados Unidos.

Contrarrevolución conservadora y crisis económica  2007 – 2009

La contrarrevolución conservadora en 1981 rechazó el consenso liberal keynesiano que le precedió debido a la acumulación de contradicciones en el sistema capitalista encabezado por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial y el agotamiento del patrón de acumulación basado en el consenso político del Nuevo Trato y el llamado Estado Benefactor.  Los años de las décadas de 1960 y 1970 del siglo XX fueron testigos de la recuperación de las economías de Europa Occidental y Japón, lo que colocó en entredicho la competitividad de la economía estadounidense, en particular del sector manufacturero y las industrias del acero y el automóvil.

El presidente Richard Nixon declaró unilateralmente la inconvertibilidad del dólar estadounidense en oro, de acuerdo a las normas que fueron establecidas en Bretton Woods cambiando las reglas del sistema monetario internacional. El ascenso de fuerzas conservadoras en la política y la economía de Estados Unidos constituyó un momento muy importante que todavía reverbera, a pesar de haber transcurrido más de tres décadas y haberse introducido desde entonces algunos ajustes en la política durante los dos períodos presidenciales demócratas de William Clinton (1993–2001)  y Barack Obama (2009–2017), sin romper en lo esencial el consenso económico conservador. Las políticas neoliberales, la desregulación financiera y las reformas de impuesto de carácter regresivo empeoraron la desigualdad, incrementaron la pobreza y desataron lo que se conoce como la globalización neoliberal, cuyas consecuencias a la larga repercutirían en la propia economía de Estados Unidos.

Los años de la administración del demócrata William Clinton, después del largo período republicano de los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush padre (1981–1993), más allá de algunos matices, no significó un regreso al consenso keynesiano de posguerra, sino continuó el desmontaje de elementos del Estado benefactor y el debilitamiento de los sindicatos pues las cuestiones claves de la agenda en economía, mantenían la orientación conservadora, e incluso la internacionalizaban.  La política fiscal conservadora a lo interno y los acuerdos de libre comercio lanzados en esos años marcaron la pauta de lo que se denomina la globalización neoliberal, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) así lo demuestran.

Desde entonces se vienen realizando modificaciones estructurales en la economía y en la sociedad estadounidense, que no han concluido, pero que han afectado sectores claves de las capas medias y los trabajadores industriales. Aunque se hayan presentado fuerzas opuestas y en algunos casos se apreciaran victorias parciales contra las tendencias a la globalización neoliberal y el consenso de estas políticas en la periferia imperialista en América Latina y otros países del mundo, no hay duda que el neoliberalismo sigue siendo la corriente dominante de política económica mundial.

De aceptar la teoría de los ciclos políticos, definidos como “cambios continuos en el involucramiento entre el propósito público y el interés privado”, a finales de los años de la década de 1970, más exactamente en 1981, ocurrió o se manifestó uno de esos cambios. Podría suponerse que, aproximadamente en el entorno del año 2011, se iniciaría una etapa en el ascenso del “propósito público” (Schlesinger Jr.1986: 22).

Sin embargo, a pesar del recrudecimiento de las contradicciones socioeconómicas durante la primera década y media del siglo XXI, el sistema económico  y político estadounidense mostró capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. La incapacidad del gobierno de Estados Unidos durante los años en la presidencia de Barack Obama y los obstáculos enfrentados para avanzar políticas redistributivas de impuestos, fueron un ejemplo de cómo las divisiones internas constituyeron un freno para realizar ajustes con orientación progresiva.

Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 les otorgaron un momento de reforzamiento a las corrientes conservadoras en la política de Estados Unidos, con implicaciones para la política interna, exterior y la economía. Las contradicciones del sistema ya desde ese momento indicaban la necesidad de una mayor atención a los problemas de las mayorías, de los pobres, y sobre todo de las capas medias, que vieron descender paulatinamente sus posibilidades en distintas etapas como parte de las crisis y por el impacto de drásticas medidas conservadoras aprobadas por la administración de George W. Bush.

A fines de la administración de W. Bush por todas partes había un ambiente de cambio, precisamente ese había sido un tema principal en los días de campaña electoral en 2008. ¿Se trataba de modificaciones en la forma, el estilo y el discurso, más que en el contenido? ¿Sería este momento el inicio de una nueva etapa en la política de Estados Unidos, o simplemente eran ajustes en ese curso todavía dominado por una tendencia política inclinada hacia el conservadurismo?

El proceso político que llevó a la presidencia  a Barack Obama fue favorecido precisamente por la gravedad de dicha crisis en el año electoral de 2008. La necesidad del cambio de política fue impregnada en la fase final de la campaña, y sin duda debido a los aspectos formales y de contenido, quien mejor encarnaba ese cambio fue Obama, primer presidente con ancestros africanos.

La administración Obama, salvando algunas iniciativas un poco más realistas y un discurso moderado y estructurado, alcanzaría lo que el mismo Presidente denominaba ajustes políticos, en lugar de cambios radicales y mantuvo en lo esencial la tendencia de política económica conservadora con escasas variaciones no esenciales. La práctica demostraría después de ocho años lo poco que podría cumplir de sus propósitos enunciados, sobre todo la pretensión de redistribuir riqueza a favor de los grupos socioeconómicos menos favorecidos. La gravedad de la crisis de 2008 resultó en un tortuoso proceso de recuperación.  Al final de su gobierno —en circunstancias más complejas y contradictorias dado el débil ritmo de crecimiento económico y los problemas en la creación de empleo— los conservadores y el partido republicano mantuvieron, e incluso fortalecieron, su influencia en el debate político ideológico que fue reflejado en las elecciones de medio término de 2014.

Es justo reconocer la introducción de algunas decisiones por el Ejecutivo de Obama encaminadas a beneficiar el “interés público” y a grupos menos favorecidos, como fue el llamado Obamacare (Affordable Care Act) para ampliar la cobertura de atención médica.  Pero los resultados de esa política fueron insuficientes, siendo objeto de severas críticas de los conservadores por intromisión del gobierno en decisiones individuales y sus efectos económicos de incrementar los costos del servicio.  El propósito nunca cumplido de realizar una reforma migratoria y los intentos por mejorar el salario de los trabajadores e introducir modificaciones progresivas en el sistema de impuestos fue impedido debido a las agudas divisiones entre la élite política de ese país dentro del Congreso.  La Ley Dodd – Frank (Dodd- Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act), destinada a disminuir los riesgos asociados a la creciente inestabilidad de los mercados de acciones y para reducir la exposición de las grandes instituciones financieras transnacionales, aunque en la dirección correcta, fue sumamente débiles.

La mezcla de políticas económicas introducidas por Obama resultaron en parte enmarcadas y limitadas por el balance de fueras políticas internas, y las tendencias conservadoras dominantes.  ¿A qué se debe esta persistencia en la influencia conservadora?

La creación de consenso y la formación de políticas en ese país están circunscritas cada vez más y en su mayor parte a variaciones dentro de esta tendencia. La concentración de la riqueza repercute en el comportamiento de la clase política representante de los intereses de los más ricos y poderosos.  Incluso cuando el enfoque ideológico y político parece inclinarse levemente hacia un “centro”, se trata de un centro desplazado hacia la derecha conservadora y reaccionaria, que introduce en la mejor variante algunos elementos característicos de una aproximación más liberal y realista para aliviar ligeramente las contradicciones del sistema, aquellas que pueden poner en riesgo su estabilidad.

Más allá de las profundas divisiones entre la clase gobernante y dentro de los dos partidos dominantes que la representan, no existe una propuesta alternativa para encarar los graves problemas afrontados por la sociedad y que a la vez consiga un consenso en los marcos del sistema capitalista y por lo tanto, responda a los intereses económicos y políticos de su clase dominante, que naturalmente comparten los objetivos de la defensa del sistema y solamente difieren en los métodos para lograrlo. Por ello los gobernantes de turno en el Ejecutivo y en el Congreso deben negociar para administrar la crisis y moverse en los márgenes de estos discursos y enfoques políticos.  El ajuste por las sucesivas crisis económicas ha ido reconfigurando la estructura socioclasista, mediante la polarización de la riqueza, y la concentración del poder en los sectores financiero especulativo de la clase dominante. Estos grupos políticos y económicos no aceptan reformas redistributivas de carácter progresista, que estarían enmarcadas en versiones de tipo social demócrata europeo, o variantes del auto proclamado socialista Bernie Sanders, excluido por el Partido Demócrata. Es precisamente este sector o segmento del capital especulativo, el centro principal que ha determinado hasta ahora el curso de la tendencia política gubernamental.

Es decir, una verdadera alternativa implicaría cambios socioeconómicos profundos y ajustes demasiado radicales como para ser aceptados sobre la base de tales intereses, valores y expectativas distintivos de la oligarquía financiera estadounidense y su sistema económico y político. Entonces queda abierta la vía expedita a las tendencias conservadoras y reaccionarias de derecha como opción dentro del sistema. Puede decirse que estas tendencias conservadoras se refuerzan también dada la declinación hegemónica relativa, o reducción de las asimetrías en el contexto económico y político mundial por el cual atraviesa el poderoso país imperialista.  (Wallerstein, 2004)

La crisis gran crisis financiera y económica 2007-2009 no fue una crisis cualquiera, sino la crisis más profunda ocurrida en Estados Unidos en las últimas décadas, solamente comparable por su significación con la gran crisis y depresión económica de 1929-1933.  La crisis de 2008, como también se le designa, debió haber sido portadora de cambios significativos en el enfoque de política económica que le dio origen y técnicamente ello era posible. Sin embargo tal revisión no ocurrió.  Aunque con divisiones al interior de la clase dominante, se mantuvo la tendencia a la continuidad de la globalización neoliberal, que se propuso alcanzar escalones más altos con los acuerdos de integración megarregionales.

Características de la fase expansiva del ciclo económico 2009 – 2016

La administración Obama llegó a la Presidencia en 2009 como se ha expresado con una impronta de cambio.  En la práctica moderó y refinó el discurso político y trató de revertir las costosas e inefectivas intervenciones militares unilaterales. En lo interno su agenda quedó muy por debajo de lo prometido y la reforma de salud consumió buena parte del capital político inicial. En la proyección externa fue más pragmático de lo pensado inicialmente, tal vez con una combinación de conservadurismo realista, influencias neoconservadoras y algunos argumentos sustentados por la crítica desde la perspectiva liberal, como fue la preferencia por el empleo de los denominados instrumentos del poder blando y el multilateralismo.

La visión de Obama sobre la función de Estados Unidos en el mundo no es diferente de la de todos los presidentes estadounidenses desde la postguerra y con posterioridad a la llamada postguerra fría, coincidente con la orientación de la globalización neoliberal, perfectamente identificada con el orden económico y político mundial que Estados Unidos determinó de modo considerable.  Lo que caracteriza la visión de Obama fue reconocer implícitamente, que el mundo está en transición hacia un mundo multipolar.  La estrategia fue encaminada a posicionar a Estados Unidos en ese marco multipolar con un enfoque diplomático, con énfasis en el empleo del poder blando y la proyección multilateral e incluso la integración megaregional  (Nick, 2014: 163).

Debido a la profundidad de las contradicciones existentes y la orientación de las políticas aplicadas, dirigidas a salvar al sector financiero estadounidense, sin considerar en lo fundamental a los sectores más afectados, la fase de recuperación del ciclo no fue de las mejores, comparada con las experiencias precedentes. Tanto George W. Bush como Barack Obama introdujeron enormes paquetes de salvamento dirigidos al sector financiero. Por ello no es de extrañar que las percepciones de una parte significativa de los estadounidenses no fuera positiva al final del gobierno de Obama.

El propio Obama reconoció en su último año en la Casa Blanca que el disgusto del público sobre los resultados económicos, no dejaba de tener una base empírica. Los avances reportados por los macro indicadores no se reflejaban en los bolsillos de los hogares medios y bajos ingresos.  Una parte de la población dentro de la edad considerada económicamente activa salió definitivamente de la fuerza de trabajo y esto es un fenómeno grave. El promedio de ingreso de los hogares estadounidenses fue $4000 dólares menos que cuando Bill Clinton salió del gobierno.  La desigualdad económica empeoró, el 1% de los hogares en la cima de la pirámide absorbieron más de la mitad del crecimiento de los ingresos. Ello afectó naturalmente a las capas medias, símbolo del llamado sueño estadounidense, aquejadas por varias décadas de políticas neoliberales (Sorkin, 2016).

La confianza en el gobierno y el sistema político se redujo, porque importantes grupos dentro de la sociedad no encontraron expresados sus intereses en las políticas gubernamentales.  Ello también gravitó, como se ha observado, en la falta de credibilidad e integridad percibida en la clase política en general, tanto el Congreso como el Ejecutivo. Estos problemas han sido discutidos ampliamente en importantes obras de prestigiosos economistas de ese país, que se han referido tanto a los desafíos de la crisis, como a sus consecuencias para el buen funcionamiento del sistema político.

El proceso de concentración de la riqueza y polarización de los ingresos, que no es resultado de la gestión de una administración, sino de un período largo de más de treinta años, gravitó con fuerza en el contexto electoral de 2016 y en parte explican el ascenso de una figura con un discurso populista nacionalista, conservador y reaccionario como Donald Trump. Centrado en el problema de la creciente desigualdad de la sociedad estadounidense y los desafíos del sector público ante la irracionalidad de las finanzas, los desequilibrios macroeconómicos, entre otros temas, el gobierno de Obama planteó recomendaciones de políticas redistributivas, que fueron rechazadas durante su administración por el sector de las grandes finanzas en sus expresiones políticas. Ello lleva a notables economistas a considerar que la desigualdad entronizada constituye un riesgo para la sociedad estadounidense y su sistema democrático (Stiglitz, 2012).

Paul Krugman propone una corrección en la política económica de inspiración keynesiana a partir del análisis de las condiciones de la última recesión. Desde esa perspectiva de política económica postula la necesidad de una intervención más activa por parte del gobierno para salir de lo que él cataloga de situación depresiva, rechazando como justificación válida del pensamiento económico dominante la problemática del déficit y la deuda gubernamental (Krugman, 2009).

Desde una perspectiva más general, comparativa y de largo plazo, Thomas Piketty ofrece datos sobre la disparidad en la riqueza en Estados Unidos, que la clasifica como la sociedad más desigual dentro de los países capitalistas desarrollados. Según las estimaciones de ese autor, en Estados Unidos se registró un ascenso de la desigualdad desde 1910 hasta el período comprendido entre 1930 y 1941 en que se estabiliza hasta 1980 y luego se incrementa de nuevo la desigualdad hasta el 2010: el 0.01 % de las personas con mayores ingresos aumentaron su participación en el total del ingreso de 35% en la década de 1970 a casi 50% entre 2000 y 2010 (Piketty, 2014:207).

En realidad, las interconexiones entre el mercado de capital, la formación de burbujas especulativas y los flujos financieros externos destinados a cubrir el déficit crónico de esta economía en su balanza de pagos, las deudas privadas y públicas, demostraban la dependencia financiera externa cada vez mayor de la economía estadounidense del mercado global de capitales para su reproducción. En cambio la economía industrial y productiva disminuía su contribución al producto nacional, siendo en estas industrias donde se encontraba en el pasado la parte significativa del empleo.

La política monetaria, que había sido el caballo de batalla de la política económica en Estados Unidos también tocaba fondo, ya que sí el Banco Central o Reserva Federal continuaba bajando las tasas para alentar mayor crecimiento económico del PIB, como habría sido deseable, existía incluso el peligro de alcanzar una situación descrita por la teoría económica como “la trampa de liquidez”; o peor aún, un proceso deflacionario como el ocurrido en situaciones semejantes en Japón.

La caída mayor del Producto Interno Bruto (PIB) registrada en el último trimestre de 2008 fue de un 6,2%, calculado a una tasa anual.  La reducción en el primer trimestre de 2009 se ubicó entre 7% y 8% a una tasa anualizada, superando la disminución del trimestre anterior.  Asimismo el desempleo fue incrementándose de 6,2% en septiembre de 2008 hasta 8,1% en febrero de 2009 y luego desde octubre del 2009 a octubre del 2010 se mantuvo por encima de 9%, sobrepasando en varias ocasiones el 10%. La gravedad de la crisis se reflejó también en una reducción de hasta un 30% de las inversiones y el comercio para el año 2009 (Evans, 2009: A2).  Es decir, los indicadores confirmaban la gravedad de la crisis.   Dada una crisis financiera y económica de tal seriedad cabria esperarse una recuperación fuerte; sin embargo, la fase expansiva fue decepcionante comparada con los registros históricos.

Desde el 2009 se inicia el crecimiento de la economía —aunque en condiciones muy desiguales— y ya para el 2010 se registraba un ascenso anual de 2.8% en el PIB, pero disminuía su dinamismo a 1.8% en el primer trimestre de 2011. Los datos ofrecidos del tercero y cuarto trimestre del 2011 confirmaron la debilidad de la recuperación, al registrarse 1.8% y 3%, respectivamente.  El reducido aumento del ingreso personal de 0.2% en enero y febrero del 2012 no permitía prever un cambio en la tendencia, que además no era respaldada por aumentos en la productividad. (Bureau of Economic Analysis, U.S. Department of Commerce, 2012)

Durante 2016, el último año completo de Obama en la presidencia, la fase expansiva del ciclo económico cumplió siete años, y el crecimiento económico del PIB fue sumamente bajo: de 0.8% en el primer trimestre y 1.4% en el segundo. El Fondo Monetario Internacional estimó el aumento del PIB anual ese año en 1.5%, un incremento reducido en su “Economic and Financial Indicator” (The Economist 2016: 84).

Aunque el nivel considerado de pleno empleo se estimó en el entorno del 5%, (registrado en noviembre 2015 y en 2016) esos datos deben analizarse con cautela. Es preciso considerar las diferencias de este indicador por grupos raciales, edad y sexo, y observar las diferencias que afectan de modo mucho más agudo a la población negra, latina y a las mujeres.  Dentro de todos esos grupos, incluyendo los blancos y asiáticos, son los jóvenes los de peor comportamiento, pero el subgrupo de la esfera manufacturera se encuentra entre las industrias que han perdido progresivamente empleos y las mismas se concentran en lo que se denomina el Cinturón del Oxido.

Los índices de desempleo de los hispanos y negros en general son muy superiores al de los considerados blancos; para las mujeres y los jóvenes es aún peor. Datos oficiales del desempleo, promedio nacional para el año 2015 muestran el siguiente cuadro. Blancos 4.6%; afroamericanos 9.6%; hispanos o latinos 6.6% y mujeres 7.4% (Economic Report of the President 2016: 413).  Un estudio reciente reconocía que las disparidades regionales en el empleo tienden a ser mayores, e incluso sugieren políticas públicas diferenciadas para apoyar el empleo (Austin, 2018).  Todo ello alerta sobre la necesidad de hacer análisis más refinados del comportamiento económico regional, el empleo y la estructura del ingreso por  estados e industrias cuando se quiere conocer el impacto socioeconómico en las decisiones electorales, en lugar de depender de los macro indicadores nacionales.

Las adversas condiciones de la recuperación fueron uno de los elementos que fue utilizado hábilmente por la campaña de Donald Trump.  Se subrayaba por su equipo el lento ritmo de crecimiento en la fase de recuperación, siempre por debajo del 3% de aumento del PIB.   Otro punto crucial fue el retardo en el incremento del empleo y la reducción del desempleo y sobre todo el record en el número de 95,055,00 personas consideradas fuera de la fuerza de trabajo (Stone, 2017: xxxvi – xxxviii).

A ello se agregaron otros elementos de carácter político, ideológico y hasta relativo a desafíos identificados por los conservadores a la identidad nacional del llamado hombre blanco, anglosajón y protestante.  “Los norteamericanos  blancos han establecido históricamente distinciones acentuadas entre ellos mismos y los indios, los negros, los asiáticos y los mexicanos, a quienes excluyeron repetidamente de la comunidad estadounidense.” (Huntington, 2004: 77).

El partido demócrata al colocar como candidata a Hillary Clinton, sufrió ante la percepción de muchos electores, incluso jóvenes, hispanos y negros por la falta de confianza, honestidad, e incluso sus debilidades de salud, evidenciadas ante las cámaras de la televisión.  Representar la continuidad de Obama no era suficiente para lograr el mismo apoyo, como se demostró en las urnas.  Los votantes se vieron frustrados con el desempeño del primer presidente negro, y ante la posibilidad de que una mujer fuera elegida, considerada convencionalmente débil desde visiones patriarcales, sobre todo para tratar los problemas de la economía y los temas de seguridad nacional.

A ello se agrega la división política interna, que hizo más difícil el funcionamiento del gobierno y de ahí el rechazo a la llamada clase política en general.  Tomados de conjunto estos factores favorecieron la victoria electoral de Donald Trump en 2016, ya que aunque miembro de la clase dominante por ser un multimillonario, no había participado al menos directamente de la política y se presumía por los ingenuos que no era portador de los mismos problemas de los políticos.

Trumponomía: discurso y realidad

Los resultados de los principales macro indicadores en el primer año de Trump en la Casa Blanca brindan un resultado favorable.  Se aprecia continuidad del crecimiento a un ritmo más alto, reducción del desempleo con un bajo nivel de inflación que se estima alcance 1.9% en 2018 y 2% en 2019.  A principios de 2018 la Reserva Federal de Estados Unidos para fijar la política monetaria consideraba que el crecimiento del PIB en 2017 había sido de 2.5% y se esperaba para 2018 igual incremento, superior al dato reconocido de 2.1% en 2016 (Amadeo, 2018).  A finales del 2016 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) consideraba que los planes de gastos en infraestructura de Trump podrían hacer crecer su economía en 2.3% en 2017, en lugar del 1.5% promedio estimado para el PIB en 2016 (The Economist December 3: 2016:8). Como se puede apreciar el comportamiento de los indicadores se han mantenido dentro de la misma tendencia.

La declinación de los precios de los energéticos, materias primas y alimentos tiene efectos diversos en distintos países acorde a la estructura de sus respectivas exportaciones y destinos.  El impacto neto puede ser favorable para Estados Unidos, aunque adverso para la explotación de hidrocarburos, y debe tenerse en cuenta para prefigurar los escenarios futuros.  Los acuerdos de la OPEP el 30 de noviembre de 2016 buscan aumentar los precios mundiales de petróleo al proponerse reducir 1.2 millones de barriles diarios de la producción mundial desde 2017.  La subida de precios no ha sido tan significativa, pero ha logrado al menos frenar su caída (The Economist, 2016, December 3rd: 61–63).  Según estimaciones del Wall Street Journal el precio del petróleo para junio de 2018 se situaría en $55.5 dólares el barril (Wall Street Journal, 2018).

La política de libre comercio y en particular la integración megaregional (TPP y TTIP) impulsada por la administración Obama fue rápidamente descartada por Trump como poco significativa y adversa a los intereses estadounidenses, si bien declaraciones posteriores han sido zigzagueantes. Ello ha creado desconcierto en países que ya tenían acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y trataban de extender o ampliar el acceso a este mercado.

El mas importante de todos los acuerdos de libre comercio vigentes para Estados Unidos, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, también muy relevante para Canadá y sobre todo México está siendo sometido a análisis y renegociación.  Al respecto Trump ha insistido mucho en que los mismos no habían sido bien negociados. Por lo tanto, la estrategia de libre comercio está siendo sustituida por el enfoque de negociación bilateral, las amenazas de aplicación de tarifas aduaneras si no se cumplen las exigencias de Washington en este campo.  Aunque no es una materia que se pueda considerar concluida, cabe esperar que en la práctica la negociación concreta se ajuste a las realidades de las relaciones, los problemas e intereses específicos involucrados.

El balance de la economía durante el primer año en la presidencia de Trump ha sido favorable y evidencia la continuidad del ciclo expansivo iniciado en 2009.  En algunos indicadores se refleja un comportamiento mejor que en otros, pero no es posible afirmar que ello es resultado de las políticas esbozadas, anunciadas, o parcialmente aplicadas por Trump.  A pesar de esto es costumbre en los medios de prensa y los agentes políticos atribuir al presidente en ejercicio por lo que ocurre en este terreno.

El resultado que se aprecia en el primer año de Trump en la presidencia se explica en lo fundamental por componentes estructurales y cíclicos de la economía. Dado el retardo en la manifestación de las políticas económicas, los resultados de los cambios introducidos por Trump se apreciarán mejor a partir de 2018. El comportamiento económico de 2017 es fundamentalmente la continuidad de las condiciones existentes de carácter estructural y acumulativo en el ciclo y en todo caso sería en parte también resultado heredado de la administración de Obama. Trump a diferencia de Obama, que llegó a la presidencia de Estados Unidos en medio de la Gran crisis económica y financiera 2007 – 2009, fue beneficiado por una economía en expansión con un continuado aumento del empleo y una reducción del nivel general de desempleo, que ya venía expresándose al llegar a la Casa Blanca.

El mercado de acciones se ha mantenido al alza, aunque ha sufrido caídas, asociadas a declaraciones perturbadoras que hacen sonar las alarmas de los inversionistas (Flitter, 2018: B4).  Ello ocurrió, por ejemplo, a principios de marzo 2018, con un anuncio de medidas proteccionistas, mediante la aplicación de tarifas a la importación de acero y aluminio.  Obviamente eso afectaría al sector manufacturero, porque incrementaría el precio de esos insumos en el corazón de la industria automovilística. Ford Motor se manifestó en ese sentido y el Director General de la Organización Mundial de Comercio declaró que “una guerra comercial no es del interés de nadie” (Todd, 2018). Desde otra perspectiva, los productores de acero de Estados Unidos, las regiones y lugares que albergan esas industrias pueden considerar la medida favorable, si bien ella debe encarecer el costo para el resto de la economía y ser objeto de medidas semejantes de los países afectados  (Bouchet, 2018). Además, ello puede ser objeto de reclamación en la Organización Mundial de Comercio y cabe suponer que el resultado del panel presumiblemente fallaría contra Estados Unidos.   Este escenario conduciría a una guerra comercial que en términos económicos no se considera favorable.

El mayor ritmo de crecimiento económico en esta coyuntura para Estados Unidos y de importantes economías del mundo ha aumentado la demanda de materias primas impulsando el alza de los precios.  A ello se agrega las amenazas o declaraciones de subir las tarifas por la importación de estos productos como el acero, aluminio y cobre, empleados fundamentalmente en la industria manufacturera y las construcciones. El aumento de precios perjudica también a empresas como Carterpillar Inc.,  que construye distinto tipo de maquinaria pesada y considera puede afectar sus costos para el año próximo (Tangel, 2018: B1- B2).

Desafíos de la política económica de Trump

La política de Donald Trump en el terreno económico ha resultado ser contraria a los acuerdos de libre comercio que fueron un pilar de la política exterior de Estados Unidos desde la conformación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 y el lanzamiento ese propio año en la primera Cumbre de las Américas de la propuesta de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). De hecho Estados Unidos junto a otras potencias occidentales establecieron lo que podría llamarse las reglas de juego del sistema económico internacional y esté ha sido orientado considerando principalmente sus intereses y los de las empresas transnacionales. Resulta una paradoja que sea precisamente el gobierno de Estados Unidos quien encamina pasos destinados a revertir la globalización neoliberal, a través del denominado nuevo proteccionismo, si bien es cierto que estos acuerdos crean ganadores y perdedores y requieren considerar mecanismos compensadores (Stiglitz, 2017:50).

El caso de romper el Tratado de Libre Comercio con Corea del Sur se convierte en una renegociación centrada en el tema de los automóviles. Tampoco se ha materializado la aplicación de una tarifa aduanera general para China, las relaciones económicas con el Gigante Asiático no pueden manejarse de esa manera.   La interdependencia económica que existe y la propia capacidad de China de reaccionar, agrega incertidumbre a los posibles resultados de este conflicto.

Entre las primeras acciones en esta línea del presidente republicano han estado la cancelación del tratado de libre comercio con la Unión Europea, que de todos modos enfrentaba obstáculos propios, y la salida de la Alianza Transpacífico (TPP), que incluía una definición megarregional dirigida a contrarrestar el avance de China con una visión geopolítica y geoeconómica impulsada por la administración de Obama. Asimismo ha estado en un proceso de renegociación del TLCAN, cuyo futuro es incierto porque no cabe duda que los vínculos creados son sumamente complejos y afectan múltiples intereses.

En la práctica los anuncios de política y las declaraciones del presidente estadounidense deben ser ajustados a realidades que siempre son mucho más complicadas que las afirmaciones categóricas expresas por el presidente Trump en twits.  La decisión de renegociar el TLCAN es más enrevesada porque la economía mexicana, que es la principal receptora de las críticas de Trump se encuentra muy integrada a la estadounidense y por ello es un proceso muy difícil.  Como otros temas importantes en la política de Estados Unidos están a expensas de los resultados de las elecciones de medio término en 2018 y en qué medida se modificará la correlación de fuerzas entre demócratas y republicanos.   Asimismo, los resultados de las elecciones presidenciales en México, que favorecieron a Manuel López Obrador, crean un escenario en cierto modo menor favorable para alcanzar un acuerdo en el proceso de negociación.

El asunto de las relaciones de Estados Unidos con México trasciende el aspecto comercial y de las inversiones. El contexto político mexicano es cardinal para las relaciones de Estados Unidos con América Latina pues es parte substancial de sus vínculos con los países al Sur del Río Bravo.  Otros problemas de gran importancia se refieren a la relación migratoria, los vínculos energéticos, el tráfico de estupefacientes y las bandas criminales, que constituyen algunos de los retos para la seguridad derivados de compartir una extensa frontera común. De hecho uno de los tópicos altisonantes del discurso de Trump ha sido la construcción del muro fronterizo y el rechazo a los inmigrantes.  En materia económica en la actualidad incluye aspectos que han tenido gran desenvolvimiento y no se tuvieron en cuenta en la negociación original del TLCAN, como las telecomunicaciones y la computación que han desarrollado servicios de la llamada economía digital y de las tecnologías de la información.

Si bien Estados Unidos tiene un déficit comercial en el balance de bienes, presenta un superávit en el comercio de servicios. En 2016 presentó un déficit con México en el balance de bienes ascendente a $64 mil millones de dólares, pero un superávit de $7 mil millones en mismo año en el balance de servicios (Robinson, 2017).

Los encadenamientos productivos del sector manufacturero son entre otros en la industria automovilística, siendo México productor de autos, pero también suministrador de partes y piezas para las producciones en Estados Unidos. Una ruptura del TLCAN tendría graves consecuencias no solamente para México, sino también para Estados Unidos y sus intereses económicos y de seguridad nacional.  Por lo tanto, más allá de la retórica, como en otros asuntos, no cabe esperar se cumplan enteramente todas las promesas de Trump, y menos que alcance los resultados anunciados.

En el contexto de las relaciones internacionales la declinación relativa del poderío de Estados Unidos es un asunto objetivo y relevante que trasciende la figura, las creencias y pretensiones políticas del nuevo presidente.  Estados Unidos tiene una cierta debilidad en cuanto a la significación de su comercio exterior, pero la importancia del dólar como moneda mundial no ha cedido tanto terreno. La elección de Trump y el anuncio de sus políticas ha fortalecido a la moneda estadounidense.  El Presidente electo se ha planteado al mismo tiempo reducir los impuestos e incrementar los gastos en fondos públicos para mejorar la infraestructura y al mismo tiempo aumentar los gastos militares.

Un aumento del gasto público constituye un fuerte impulso a la economía (un influjo de tendencia keynesiana) pero debe aumentar el déficit fiscal y podría motivar la subida de las tasas de interés por la FED, para evitar el aumento de la inflación.  Un fuerte dólar y una alta tasa de interés recuerdan el escenario de los primeros años de Reagan en la presidencia y el estallido de la crisis de la deuda en América Latina y otras naciones. Los países cuyas monedas se encuentran representadas o vinculadas al dólar estadounidense representan el 60% de la población y la misma proporción del PIB mundial.  Un dólar fuerte estimularía las importaciones desde sus principales mercados, como China, y eso a su vez podría desatar políticas proteccionistas en el equipo de Trump, las cuales crearían mayores tensiones en la economía mundial, hasta llegar a desatar una nueva crisis económica.

Entre las consecuencias que pueden esperarse de las políticas de Trump están:

–          Las políticas proteccionistas, restricciones a las importaciones o tarifas aduaneras generales, o a ciertos productos, hacen en general menos competitiva a la industria manufacturera de Estados Unidos, sobre todo aquella que depende de la importación de productos como el acero y el aluminio.

–          Al disminuir la competitividad de la industria manufacturera, construcción de maquinarias y construcciones e infraestructura en general, perjudica el empleo, que ya está afectado por tendencias estructurales derivas de la introducción de nueva tecnología y la automatización.  Un proceso indeclinable por el cual la industria manufacturera tendrá cada vez menor peso como fuente de empleo y salarios.

–          El déficit comercial podrá modificarse en su distribución geográfica, pero por razones estructurales en cuanto a la demanda no disminuirá y en cambio debe aumentar en la misma medida que se acelere  el crecimiento económico.

–          En el caso de China y otros países importantes en los intercambios comerciales, como Canadá, e incluso México o Corea del Sur, el impacto de las medidas proteccionistas afectan a todas las partes, y si algunas empresas fueran circunstancialmente beneficiadas, serán mucho mayor los daños totales, dado que el comercio no se comporta como un juego de suma cero.

–          El retroceso o cierre parcial del flujo migratorio puede satisfacer los sentimientos de grupos xenófobos, nacionalistas extremistas y conservadores, pero no beneficia ni la productividad, ni el empleo, y por ello ni la competitividad ni el estímulo al crecimiento económico en su conjunto. Los trabajadores inmigrantes en balance son un beneficio económico para la sociedad receptora, se ocupan como regla en empleos distintos a los de los ciudadanos establecidos, aceptan salarios más bajos y aportan al incremento de la productividad y el crecimiento económico.

–          Las decisiones encaminadas a la desregulación financiera y de otro tipo son bienvenidas por los sectores específicos, pero se ha demostrado que incrementan los riesgos y favorecen la ocurrencia de crisis financieras derivadas de burbujas especulativas.

–          El desconocimiento de las afectaciones sobre el medio ambiente, y la liberación de condiciones para la explotación minera del carbón, petróleo y gas en áreas protegidas niega los resultados de la ciencia y afecta la propia subsistencia del género humano y la vida como la conocemos en la tierra.   Aunque coyunturalmente puede generar beneficios para algunas empresas de la minería y los hidrocarburos, perjudica el avance de las tecnologías y el proceso de extensión del uso de fuentes alternativas de energía sustentable.

–          La reforma de impuestos, la mayor y más profunda en décadas, al disminuir lo que deben pagar las corporaciones, y por otra parte se estimulan los gastos en infraestructura y en el sector militar, solo pueden aumentar el déficit federal a niveles insostenibles, que no pueden ser equilibrados con mayor crecimiento.

–          La política monetaria, que dadas las condiciones apreciadas de incrementos en la inflación, con una expansión económica en su octavo año, bajos niveles relativos de desempleo y un crecimiento favorable alrededor del 3% del PIB podría ser afectada por la política que aumente las tasas de interés dada la preocupación de la Reserva Federal con el ascenso de la inflación.

–          La consiguiente subida prevista en las tasas de interés puede afectar el crédito, en correspondencia con los anuncios realizador por la Fed, acrecienta el peso de la deuda y puede ser el factor detonante de una crisis financiera y económica.

–          Las políticas proteccionistas arbitrarias y contrarias a las normas y acuerdos establecidos por el orden internacional del que Estados Unidos ayudó a forjar en la OMC y en el marco de acuerdos de libre comercio, abriría la posibilidad de guerras comerciales, perjudicando el ritmo de aumento del comercio.  Ello sin duda agrega incertidumbre y peligros a la estabilidad mejor funcionamiento del sistema de economía mundial.

–          Dado que China y otros países de la Unión Europea, Canadá, Japón y Corea del Sur, en la medida del alcance de las tensiones que se puedan crear, buscarán mercados alternativos internos y en relaciones con otros países, la afectación de carácter geopolítico y geoeconómico gravitará sobre todo en el largo plazo contra de la posición de Estados Unidos como potencia mundial.

Consideraciones finales

En general es útil reconocer la continuidad como un rasgo principal de la política estadounidense sobre el cambio; y el consenso de su clase política sobre los principales temas, sus intereses y objetivos como nación, si bien el gobierno de Trump representa una ruptura parcial con el consenso conservador en lo que respecta a la globalización neoliberal, con particular énfasis en el ámbito comercial y migratorio, no así en la esfera financiera, que es sin duda la clave del sistema y fundamento del poder político.

Sin duda existen asuntos distintivos, sensibles para ciertos sectores de esa clase y grupos sociales, con inclinaciones consideradas como más conservadora o liberal, en distintas variantes y entrecruzamientos, pero son mucho más importantes y estables los aspectos coincidentes.  A largo plazo ha sido una pauta relevante las transferencias entre estas dos corrientes y su movimiento hacia el conservadurismo, que tiene un sesgo populista y reaccionario con Trump, que lo mueve circunstancialmente en una tendencia contraria a la globalización neoliberal, aunque sea de modo parcial.

Al mismo tiempo se observa una polarización cada vez mayor de la sociedad entre los más ricos y los pobres, reduciendo la significación de las capas medias como rasgo característico de la sociedad norteamericana. El proceso de cambios en la estructura económica y social es también de largo aliento y ha ido avanzando, creando dificultades en el propio funcionamiento de la sociedad en su conjunto,  tanto en  el sistema económico como político. El efecto político de la agudización de contradicciones económicas puede poner en riesgo incluso el funcionamiento del sistema democrático estadounidense, como se ha puesto de manifiesto en el período comprendido después de la última Gran crisis económica financiera en el año 2008 y el 2015, sobre todo durante la parálisis gubernamental por 16 días en octubre  del 2013.  Después del cierre del gobierno en octubre de 2013, el acuerdo presupuestario por dos años de Ryan- Murray (diciembre 2013) ayudó a otorgar estabilidad fiscal en los años 2014 y 2015  (Economic Report of the President 2015: 42), pero se trata de una problemática latente que puede repetirse, dados los grandes desequilibrios fiscales esperados.

La contrarrevolución conservadora, tendencia dominante en política económica de influencia neoliberal, está en la base de las crisis financieras y económicas actuales.  Las políticas impulsadas por Donald Trump, aunque coyunturalmente presentaran resultados favorables por el aumento de la demanda y proteger a algunas industrias, pueden acrecentar los problemas socioeconómicos de ese país, agudizando algunas de las contradicciones y desequilibrios estructurales y sistémicos.

Luego de cumplirse el primer año de su gobierno y avanzando el segundo —todavía es relativamente temprano para evaluar los resultados de las políticas del presidente Trump en el ámbito económico— se aprecian contradicciones entre los objetivos declarados de fortalecer la posición de Estados Unidos como potencia global y de frenar o revertir su declinación y las posibilidades reales de su cumplimiento. En general puede decirse que en el caso de las políticas fiscales, reducción de impuestos e incremento de gastos del presupuesto, si bien son expansivas y podrían contribuir a estimular el crecimiento, también pueden alentar importantes desbalances y desequilibrios, que de ninguna manera contribuyen a crear empleo en el sector de la manufactura, o reducir el déficit comercial.  Los riesgos sistémicos que ya se expresaron en la última Gran crisis están latentes para su repetición en el futuro.

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9 Responses to Causas y consecuencias para la economía estadounidense de la Administración Trump. Por Luis René Fernández Tabío

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  2. Alberto N Jones says:

    Una cuidadosa lectura de este tratado sobre la economia, politica reaccionaria y otros males irreversibles que devoraran eventualmente a los Estados Unidos, lo convierte en una pletora y dolorosa perdida de tiempo que intenta infructuosamente de negar los graves problemas que afligen a nuestro pais. En lugar de promover una honesta discusion de los mismos, propugna al igual que La Mesa Redonda y otros programas radiales/televisivos triunfalistas del pais, ocupan la atencion del pueblo con problemas ajenos, mientras los nuestros se agudizan y otros se hacen irreversibles.
    De regreso unas horas antes de Cuba y por estar sumamente alarmado con el deterioro socio-ecomico y moral observado a lo largo del pais, estoy convencido que este y otros articulos similares le hacen un flaco favor a nuestros hijos, con sus continuados estudios de la problematica ajena y nuestro empecinado capricho de culpar a un enemigo conocido y demostrado de todos nuestros males, en lugar de promover una amplia discusion frontal, honesta y profunda de la situacion imperante en Cuba y centrar nuestros esfuerzos en identificar y denunciar la genesis de sus males y sugerir metodos parar corregirlos de una vez y por todas como son:
    Como preocuparnos y denunciar en los medios masivos de comunicacion de Cuba la caida del turismo por las acciones hostiles de Donald Trump, sin cuestionar, analizar y erradicar la descomposicion moral de la Aduana General de Cuba, en las que sus funcionarios asaltan, extorsionan y arrebatan decenas de miles de dolares todos los dias a Cubanoamericanos de visita al pais, interesados unicamente en apoyar moral y materialmente a familiares, vecinos y amigos, que ningun alto funcionario en el pais puede negar sea de su conocimiento, por haber sido denunciado infinidad de veces incluyendo la ira, el llanto, la promesa de no regresar al pais, la poesia y la musica popular?
    Esta accion desmoralizadora, debilitante y corrosiva de las fibras morales de la institucion, le pone un precio publico a cada trabajador de la primera linea de defensa de la nacion y alerta al enemigo acerca de la susceptibilidad y vulnerabilidad de los puertos y aeropuertos de Cuba, a traves del cual este ha luchado durante decadas para introducir drogas, armas y bioterrorismo al pais?
    Como puede el pais, desperdiciar la materia gris y la experiencia acumulada de miles de altos oficiales en activo y retirados de las fuerzas armadas, ministerio del interior y otras especialidades, al involucrarlos en el comercio minorista, administrando la venta de ropa interior, paletas o alquiler de automoviles que no require ciencia, mientras Cubana de Aviacion, los Ferrocarriles, Transporte, Construccion, Industria y la Agricultura del pais estan al borde del colapso?
    Como se explica que decenas de miles de trabajadores del turismo y entidades afines sean enviados a sus casas sin salario y literalmente obligados a “inventar,” robandole al propio estado por falta de empleos en el giro, mientras otros organismos centrales de la administracion del pais, impiden a cientos de miles de Cubanos residentes en el exterior a visitar al pais para compensar la temporada baja, no se crean programas promocionales del turismo como lo hace la Republica Domiicana, se le impide a Cubanos bien intencionados invertir en el pais y la Aduana de Cuba impide el ingreso de piezas, equipos e instrumentos de trabajo que los Estados Unidos no entorpece , lo que lo convierte en el gran promotor de la vagancia y la corrupcion en Cuba?
    Quien pudiera explicarle a nuestro pueblo, que su seguridad alimenticia esta en las manos enemigas del gobierno Norteamericano mediante la importacion de pollos, arroz y otros rubros, que Donald Trump pudiera cortar de un plumazo, mientras la direccion de nuestro pais y los medios de comunicacion, han sido incapaces de proponer y demandar la entrega millones de parcelas a Cubanos o inmigrantes amigos del pais sin las asfixiantes ataduras actuales para el desarrollo avicola, ovino, caprino, vacuno, cunicola, café, cacao, frutas, verduras y la arborizacion del pais?
    Tampoco se explica, que en momentos en que pais conmemora el 45 aniversario de la visita de Fidel Castro a los territories liberados en nuestro entranable Viet Nam, aquel pais haya reducido su indice de pobreza del 70 al 10% en 35 anos, es el pais de mayor crecimiento en Asia, es el segundo productor de café que aprendieron en Cuba y esa experiencia no es motivo de discusion en la nueva Constitucion?
    Quien pudiera de manera convincente explicarle al pais, los BILLONES y BILLONES de horas que el pais pierde todos los dias en las colas por hombres, mujeres y ninos parados a la orilla de calles, caminos, carreteras, comercios y oficinas publicas, porque alguien ha decidido reforzar la crisis del transporte, al prohibir el ingreso al pais de los mismos omnibus que le fueron donados durante el Periodo Especial o los millones de motos sin uso en Viet Nam, que junto a comiones y automoviles importados por el estado, mucho mas nuevos que los almendrones octagenarios, alguien decidio convertirlos en chatarra, en lugar de venderselo al pueblo y comenzar a solucionar esta tragedia nacional?
    Liberense los organismos del Estado del menudeo, el trapicheo y las baratijas, importando el grueso de los productos alimenticios, articulos domesticos, de vestir, construccion y otros en los cuatro puntos cardnales, mientras nuestras el pais apenas ha creado ni ha sabido mantener funcionando las pocas industrias nuevas creadas por la Revolucion, ni siquiera las emblematicas del pais que fueron nacionalizadas en sus dias?
    Poner estos medios en manos de la Empresa Mixta y privada en lugar de perseguirlas, abrir el pais a la inversion extranjera y a los millones de dolares en mano de sus hijos y dejar atras atavismos y prejuicios que le han hecho tanto o mas dano al pais que el bloqueo, es la unica opcion viable para revertir el imparable deterioro moral y material del pais.

     
  3. Alejandro says:

    El diagnóstico de nuestros males, según Monsieur Jones, y la desgastada y criminal receta. La privatisation Monsieur Jones? Même pas en rêve.

     
  4. Alejandro says:

    Nos dice Monsieur Jones, “no se crean programas promocionales del turismo como lo hace la Republica Domiicana (sic)”, pero se vuelve a asomar la mano peluda de un post anterior y descubrimos en qué consiste gran parte del turismo que ingresa a Quisqueya:
    https://www.cnn.com/videos/spanish/2017/10/10/cnnee-pkg-proyecto-libertad-prostitucin-en-republica-dominicana-nios.cnn

     
  5. Alberto N Jones says:

    Para los Alejandros que prefieren criticar, oponerse o descalificar sugerencias, ideas o experiencias, muchas de las cuales han servido para petrificar algunos de nuestros males, prefiero analizar las experiencias ajenas, valorar como pudieran ayudar a nuestro pais y exponerlo aun a riesgo de los detractores de turno.

    El ejemplo de la diversidad de precios en las promociones turisticas de Santo Domingo fue utiizado solo, por la similitud que nuestro pais guarda con la nacion hermana. Si Alejandro ha viajado mas alla de la Isla de la Juventud sabria, que hay algo que se conoce como temporada alta, baja y media en la que los precios fluctuan y nuestro pais ha sido incapaz de crear un programa dirigido al “Cubano Ausente” que pudiera atraer a medio millon de sus hijos a Cuba cuando el pais lo necesita mas.

    No me ofende el “titulo” de Monsieur Jones. De Cuba me fueron en 1980 con el “titulo” de CONTRARREVOLUCIONARIO sin un solo elemento, prueba o documentacion demostrara aquella infamia oportunista creada por sietemesinos interesados en mi cargo, casa y el vehiculo asignado a mi trabajo, ninguno de los cuales fueron capaces de preservar y hoy, aquel centro de trabajo que fuera creado para preservar la salud y la vida animal y humana, yace en ruinas en Bayamo, como otras tantas acciones de extremistas de entonces y de hoy.

    Por no haber sucumbido ante las falsas acusaciones de los cuerpos de inestigacion, tribunal y un juicio ejemplarizante en Bayamo, me fue posible enviar toneladas de medicinas, suministros medicos, material escolar y articulos personales al Congreso Nacional Africano en Zimbabwe, Nambia y Angola en su lucha en contra del apartheid en el cono sur de Africa, conjuntamente con la organizacion de vigilias, marchas y denuncias ante las Naciones Unidas en Nueva York y Washigton.

    Esas mismas donaciones y mas, han sido enviadas a partir de 1989 a Haiti, Republica Dominicana, Jamaica, Honduras, Ecuador y Cuba, las que confio hayan mitigado el sufrir de alguien en cualquir lugar de Cuba, por lo que puedo asegurarle, que el camino trazado de ayudar con ideas, acciones o materialmente a mi pueblo, no cambiara hasta mi ultimo aliento.

    Para enteder mi posicion, deje de seguir usando el gastado “Coco” Americano que todos conocemos y visite a Viet Nam como un ciudadano ordinario, camine sus calles, hable con las personas y escribe sus conclusiones en estas paginas a su regreso, si nuestro pais debia valorar e implementar los cambios politicos-economicos y sociales que aplico aquel pais en 1986 y lo convirtio en en el primer productor mundial de arroz, el segundo de café, el que redujo el indice de pobreza de un 70 al10% en 35 anos y donde ciudades como Halang Bay del que nadie ha oido hablar en Cuba tiene mayor desarrollo que todo nuestro pais, quizas le ayude a remover la venda de sus ojos, el dogmatismo partidista o la opinion infundada de la ignranca.

    Cuba se encuentra en los albores de cambiar extructuras que no han funcionado en medio siglo, que han impulsado la despoblacion del pais, el envejeciminto de la sociedad y los graves problemas sociales que estan minando nuestas calles como lo vemos en la calle G, Centro Habana, el Fanguito o en el Reparto Abel en Santiago de Cuba o Guantanamo, para que nuestro pais pase a ocupar el legitimo lugar que le corresponde en nuestra region, que es convertirse en el Singapur del Caribe.

    Tu y los demas Alejadros de Cuba, estan en el sagrado deber de ayudar con su pluma e intelecto a que el pais alcance el lugar cimero que le corresponde en el Caribe y Centro America, al poner su intelecto y su pluma al servicio de la nacion, no entorpeciendo su desarollo con temores infundados ni tendenciosos. Abrazos

     
  6. Alejandro says:

    ¿Cubanos ausentes Mr. Jones? Lea a continuación:

    El turismo interno en Cuba registra un aumento “meteórico”, según expertos
    https://www.efe.com/efe/america/economia/el-turismo-interno-en-cuba-registra-un-aumento-meteorico-segun-expertos/20000011-3332402

    El turismo interno cubano ha experimentado en los últimos nueve años un crecimiento “meteórico”, con 991.122 nacionales hospedados en hoteles en 2016, un récord histórico en el sector, según un estudio del Havana Consulting Group (THCG), con sede en Miami.

    Se trata de un dato muy llamativo teniendo en cuenta la subida de precios que experimentó el sector turístico en la isla por la “avalancha de turistas norteamericanos”, principalmente canadienses.

    De hecho, la llegada masiva del turismo norteamericano propició una subida promedio de más de 95 % en los precios de habitaciones en 2016 respecto del año anterior.

    “Este crecimiento inesperado del turismo nacional ha tomado por sorpresa a la industria turística cubana”, afirmó en un artículo del THCG Business Report Emilio Morales, presidente y gerente general de la citada firma, que ayuda a entender el mercado de Cuba y a sus consumidores.

    El mayor país emisor de turistas a nivel internacional fue Canadá, con 1.198.917 visitantes a la isla en 2016.

    Si en 2008 el número de turistas nacionales cubanos que se hospedaban en las cadenas hoteleras del país fue de tan solo 61.508, a partir de 2009, cuando el entonces presidente de EE.UU. Barack Obama liberó las remesas y los viajes a Cuba, el número de cubanos comenzó a crecer año tras año.

    Así, en el 2016 la cifra de turistas nacionales subió a 991.122, lo que significa un “descomunal crecimiento del 1.511 %”, según el THCG.

    Dos factores gravitan sobre este aumento: el aumento de los viajes a la isla caribeña de los cubano-estadounidenses y el crecimiento del sector privado en la isla.

    Un dato a tener en cuenta es que, según un estudio realizado en 2014 por el THCG, el 37 % de los cubano-estadounidenses que viajó a la isla se hospedaron en los hoteles con sus familiares residentes al menos un fin de semana.

    Una tendencia que ha ido en aumento, hasta el punto que actualmente “se estima que alrededor del 45 % de los cubanos-americanos que viajan a la isla se hospeda en algún hotel con sus familiares por dos o tres días”.

    Por otra parte, el crecimiento del sector privado ha propiciado el incremento del poder adquisitivo de cientos de miles de cubanos.

    El informe del THCG al que tuvo hoy acceso Efe muestra que en 2016 casi un millón de cubanos se hospedó en las cuatro cadenas hoteleras que operan en Cuba.

    El 94,15 % de ellos se hospedó en las cadenas con los precios de hoteles más altos: Cubanacán (34,58 %), Gaviota (33,93 %) y Gran Caribe (22,64 %).

    “En el 2016, los precios de las diferentes cadenas fueron altos, lo que nos da una idea de hasta donde ha llegado el poder adquisitivo de esa nueva clase media que ha surgido en los últimos años” en Cuba, resaltó Morales en el artículo.

     
    • Quisiera agregar que se ha desviado la atención de un excelente texto de un académico muy calificado, Dr Luis René Fernández Tabío, que he hemos enido el privilegio él nos envíe a La pupila. Agradecería, por favor, valoremos su trabajo y opinemos sobre lo que dice, no sobre lo que no dice.
      Saludos

       

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