José Martí y la prosperidad. Por Luis Toledo Sande

 

En estos días, o meses, ¿años ya?, se está citando con particular o curiosa frecuencia una expresión martiana que nunca debe estar oculta, ni hay por qué pasarla por alto: su observación sobre el nexo entre ser próspero y ser bueno. A eso me he referido en varias ocasiones, y ahora me parece conveniente retomar el asunto.

En el artículo “Maestros ambulantes”, publicado en mayo de 1884 en la revista La América, y que se lee en el octavo volumen (pp. 288-292) de las impresiones en uso de la edición menos incompleta (hasta que aparezca terminada la edición crítica en marcha) de sus Obras completas, José Martí escribió:

“Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno. Y el único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza. La naturaleza no tiene, celos, como los hombres. No tiene odios, ni miedo como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. Los hombres siempre necesitarán de los productos de la naturaleza. Y como en cada región sólo se dan determinados productos, siempre se mantendrá su cambio activo, que asegura a todos los pueblos la comodidad y la riqueza.”

Vale añadir algún comentario, muy lejos de la pretensión de agotar un tema que da para mucho, para muchísimo más:

Hay quienes, como el autor de la frase aludida al inicio, que no debe ser leída aisladamente, no forma parte de “lo común de la naturaleza humana”, sino de lo extraordinario. Pequeño matiz. Y no confundía estrechamente prosperidad con riqueza material. Otro matiz diminuto. Pudo haberse hecho millonario, y echó de veras su suerte con los pobres de la tierra: fue uno de ellos, y así vivió, incluso —porque fue ejemplo de honradez— cuando manejaba los fondos recaudados para organizar la guerra con que emancipar a su patria. Eso, ¡qué matiz!

Para dichos fondos recibió aportes de ricos, millonarios incluso, que, a diferencia de la gran mayoría de ellos, integrada por los que frente a los peligros de la guerra dieron la espalda al ejemplo de patriotas como Francisco Vicente Aguilera, Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, no habían renunciado el afán independentista. Pero él supo ver en los trabajadores “el arca de nuestra alianza”, y mereció el respeto, la confianza, la devoción por parte de ellos. Él mismo fue un trabajador de modestos ingresos, cuando talento para enriquecerse tenía, por lo que vale afirmar que escogió ser pobre. Va otro detallito, como en “el ala de un colibrí”, para seguir recordándolo incluso textualmente.

Martí con trabajadores emigrados cubanos en Cayo Hueso

Quizás nunca antes entre nosotros aquel artículo de José Martí, como tantos otros suyos, tuvo tanta vigencia, ni requirió tanta clara lectura. Aún quizás deba llamarse la atención sobre el empobrecimiento que sufrió una de sus máximas cardinales, “Ser culto es el único modo de ser libre”, cuando se le redujo a “Ser cultos para ser libres”, con el noble propósito de convertirla en lema bien intencionado, pero de mucho menor fuerza que el original martiano. Volvamos a sus textos: “Un detalle en el órgano es a veces una revolución en el sistema”, escribió en uno de sus cuadernos de apuntes cuando contaba apenas dieciocho años. Y hay detalles y detalles.

(Del Facebook del autor)

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3 Responses to José Martí y la prosperidad. Por Luis Toledo Sande

  1. gloriaalicia says:

    Excelente y esclarecedor. Gracias pupilero

     
  2. Carlos Luque says:

    A propósito, los que con “curiosa frecuencia” citan la frase de marras, con distorsión de su espíritu y de su letra, confunden, precisamente, prosperidad material con el concepto de prosperidad que emana justamente del ejemplo de vida y obra que ofrendó Martí y que con sutileza apunta el autor de este texto como esos “detalles” a tener muy en cuenta, porque son el cotexto de vida y obra que dan significado al aserto.
    Esa confusión, o aprovechamiento inexacto del significado profundo de la frase martiana, no es casual, entonces, que pretenda apoyar la idea de la necesidad fatal de hacer “prosperar” el tipo de propiedad que es consustancial al capitalismo y, por lo tanto, no lo es del socialismo, y mucho menos del comunismo. Martí apuntaba también, creo yo, a otra eventualidad que han comprobado los estudios del fenómeno de la criminalidad y la delincuencia, es decir, de las condiciones de posibilidad de no devenir seres humanos buenos: es mucho más alta la probabilidad de que se frustre el cultivo de las virtudes humanas en hogares y sociedades disfuncionales. Lo cual tampoco asegura que de hogares que consideremos “funcionales” no surjan seres no “buenos”. Ahora, la tendencia probabilística es innegable. Tanto como un fenómeno del hogar como de la sociedad. Martí apunta, además, y creo que otro “detalle” mayor, a lo común del ser humano. Es decir, no se le escapan las excepciones apuntadas más arriba. Los héroes y los santos, los verdaderos de una y otra modalidad de la virtud humana, son extremos excepcionales situados, precisamente, fuera de eso, elevados o desprendido de lo común del ser humano. Tanto la pobreza como la riqueza pueden dar lugar a héroes, a esas personas que renuncian, precisamente, a la prosperidad material, por la prosperidad de la virtud, tal como entienden qué es ser buenos, y qué es ser feliz. Si entendemos riqueza como una acumulación relativa de bienes materiales, el mundo actual es un ejemplo que de esa acumulación no emana prosperidad, como tampoco es caldo de cultivo seguro, por una relación de causalidad, de lo bueno en el ser humano.
    La distorsión del espíritu y la letra del texto martiano lleva a otro peligro: olvidar que es el profundo abismo de desigualdad que provoca el capitalismo lo que explica, mucho mejor, que sea tan arduo cultivar las condiciones de posibilidad de lograr no sólo hombres buenos, sino cada vez menos hombres malvados. De olvidar, como decía Marx, que el capitalista, el poseedor de una gran fortuna, puede ser un cariñoso abuelo, un amante esposo, y un “buen” amigo. Es prosperidad le ha llevado a ser un “buen” hombre? De lo que se trata es de no perder de vista la “maldad” que es en sí misma la existencia de la explotación y el abismo entre los inmensamente ricos y los inmensamente pobres. Esa es la más profunda condición de que no pueda hacerse como nos decía Martí: hágase de manera que el hombre prevalezca lo mejor por sobre lo peor, recordando de memoria. El hombre necesita un natural lecho material, a escala humana, no sólo para ser bueno, sino simplemente para ser. Estoy convencido que lo común de entre los cubanos gozamos de una “prosperidad” que de tan natural ya no valoramos lo suficiente. Y que es noble aspiración que sea cada vez más próspera la vida social e individual. Pero no perdamos el rumbo. La dicha viene de la virtud. La libertad del conocimiento. La felicidad, de luchar porque todos los seres humanos seamos libres y dichosos. No es el capitalismo ni acumular bienes más allá de lo que razonablemente se necesita el camino para lograrlo. Podremos no saber qué cosa es el socialismo, pero lo que sí sabemos es qué sucede cuando se confunde el concepto martiano de prosperidad, dicha y felicidad.

     

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