Venezuela: las elecciones, otro teatro de guerra. Por Ángel Guerra Cabrera

 

“No habrá una verdadera elección en Venezuela el 20 de mayo y el mundo lo sabe. Será una elección falsa”, afirmó en la moribunda OEA el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. ¿Qué autoridad moral tiene para enjuiciar las elecciones en Venezuela? Un gobierno que reivindica la Doctrina Monroe, bajo cuyo manto se erigieron sangrientas dictaduras en América Latina y el Caribe, cuyo accionar socava diariamente a los líderes verdaderamente democráticos e impulsa los de derecha, frutos del lavado mediático de cerebros, cuando no del fraude electoral o el golpe de Estado. A propósito, Washington creó el fatídico grupo de Lima al darse cuenta que no podía reunir una mayoría contra la Venezuela bolivariana en el organismo interamericano.

Cabría recordar al vicepresidente del imperio la ya clásica definición de Jimmy Carter sobre el sistema electoral venezolano como “el mejor del mundo”. La académica venezolana María Páez Víctor subraya:  Una de las razones de la eficacia del organismo electoral (CNE) es la protección contra el fraude en el sistema, que es digital, escrita y electrónica. Hay tres salvaguardas de cada voto: una huella dactilar, un voto electrónico y un recibo en papel.

El actual proceso electoral venezolano sucede a una etapa en que la oposición insistía en pedir el adelanto de los comicios, acordados para celebrarse en abril con el gobierno del presidente Nicolás Maduro en el diálogo de República Dominicana. Posteriormente pospuestos para mayo a solicitud de los grupos opositores que decidieron finalmente participar en los comicios.

No obstante, una vez que Washington, Madrid y Bogotá se dieron cuenta que la oposición corría el grave riesgo de perder las elecciones, giraron la orden a la Mesa de la Unidad Democrática(MUD) de no cumplir con los acuerdos el mismo día en que estos debían firmarse. La MUD acudió a conversar con el gobierno al fracasar en la intentona de desencadenar la guerra civil el año pasado con su cauda de decenas de asesinatos y enorme destrucción de propiedad pública y privada. Cuando, minada ya por sus divisiones internas, muchos en sus propias bases se hartaron de la espiral de violencia y junto a una mayoría de venezolanos clamaban por la paz. Esta tomó cuerpo en la masiva movilización para elegir a la Constituyente en la que la MUD se negó a participar, lo que terminó de desarticularla.

Henry Falcón, desertor del chavismo, y gobernador derrotado por este en las últimas elecciones aprovechó el vacío dejado por sus pares y lanzó su candidatura presidencial. Propone dolarizar la economía, supuesta varita mágica para sacar al país de la crisis en que la precipitaron la caída de los precios del petróleo y la guerra económica aplicada por Estados Unidos, el Grupo de Lima y otros de sus socios.

La guerra económica –ingrediente fundamental de la llamada guerra de cuarta generación- incluye negar la venta de medicamentos a Caracas por sus suministradores tradicionales e incluso impedirle el pago a la Organización Panamericana de la Salud de los bulbos para la campaña nacional de vacunación. Y también el propósito de hacer que la OEA declare el estado de emergencia humanitaria en Venezuela, para justificar la ansiada intervención “humanitaria”, eufemismo usado ya para descuartizar unos cuantos países. Pedida, a propósito, por el líder opositor Julio Borge a Pence en la llamada Cumbre de las Américas, en Lima, al tiempo que este descaradamente anunciaba la asignación de 16 millones a la oposición venezolana.

Hinterlaces, la más solvente de las encuestadoras venezolanas aporta datos muy interesantes: el 86% de los venezolanos rechaza cualquier intervención extranjera; el 70% dice que va a participar en las elecciones, una derrota a la abstención convocada por el sector más ultra de la oposición; el 55 % dice que votará a Maduro; el 11% afirma que votará a Falcón; el 71% cree que ganará Maduro.  Sin embargo, Datanálisis asigna 40% a Falcón y 34% a Maduro. Le creo más a Hinterlaces. El chavismo se presenta con tres victorias electorales convincentes en 2017: Constituyente, gobernadores y municipales. Reúne un frente amplio de fuerzas populares. Pero ante el errático comportamiento de las encuestas en los últimos tiempos y los dolorosos efectos de la guerra económica, hoy más que nunca es un deber revolucionario y patriótico salir a votar a Maduro. Por la democracia, la paz y la independencia no solo en Venezuela. En nuestra América.

Twitter:@aguerraguerra

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5 Responses to Venezuela: las elecciones, otro teatro de guerra. Por Ángel Guerra Cabrera

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  2. Simpermiso says:

    ¿Qué tendría que ocurrir para que hubiera una “elección verdadera” en Venezuela, según Mike Pence? Muy sencillo, que el reparto del poder en las próximas elecciones se lo disputaran los partidos turnistas clásicos de la oligarquía nacional e imperial. Allí donde existe un partido compromisario de las mayorías humildes con claras opciones de ganar, el sistema corre el riesgo de perpetuar en el poder a una fuerza política que representa a la mayoría, frente a las que siempre representaron a una clase social ultraminoritaria, que no tienen nada que hacer tan pronto las mayorías toman conciencia, y, por tanto, el riesgo de convertirse en una “dictadura”.

    Esto es lo que acontece cuando una democracia burguesa, diseñada para que se alternen en el poder fuerzas compromisarias de la minoría privilegiada, se convierte en una verdadera democracia, gracias a circunstancias excepcionales, como el liderazgo de Hugo Chávez (y ahora de Nicolás Maduro), que lograron burlar y derrotar los controles de la tiranía, tanto mediáticos, como políticos y económicos. La impotencia y desesperación de Pence, a pesar de toda la guerra económica y mediática, es fácil de entender tan pronto las mayorías deciden organizarse y disponen de una fuerza política verdadera y con líderes brillantes. Sencillamente, en un modelo de estas características, la minoría privilegiada no tiene otra posibilidad que intentar destruir a su inalcanzable competidor y, si esto no funcionara, no tengo la menor duda de que no les importaría destruir los sistemas políticos tramposos y manipuladores que inventaron en el siglo XVIII para perpetuarse en el poder la burguesía con el respaldo de los electores en las urnas, que siguen otorgando un cheque en blanco a los peones de aquella, en base a la teoría del mandato representativo: tú, elector, tómate la libertad de elegir entre los peones de mis partidos turnistas, que ellos se tomarán la libertad de pasarse por el arco del triunfo cualquier oferta o compromiso electoral que contravenga mis intereses y no tenga otra función que la de simple reclamo electoral.

    Intentemos comprender al señor Pence y todo lo que él representa: en democracia, no tienen la menor opción, de ahí que ni siquiera vaya a participar en las próximas elecciones presidenciales venezolanas su ejército mercenario, convertido en ejército terrorista, en vulgares guarimberos, desde que el chavismo ha dejado claro que desea transformar a Venezuela en una verdadera democracia, al servicio de las mayorías sociales y con derechos universales garantizados. Incluso cuando todos los medios de comunicación públicos y privados están en manos de la oligarquía y/o sus partidos compromisarios, la elección de sus peones se financia con el dinero del narcotráfico o de la corrupción política (como en Colombia, USA, España, México), las grandes corporaciones se aseguran el triunfo financiando a todos los partidos turnistas y fuerzas paramilitares o inclusive militares y judiciales despejan el terreno de juego o se excluye del censo electoral a parte de la sociedad y no se duda en falsear los resultados electorales, el señor Pence no vacilará en asegurar que allí donde ocurren estas cosas, donde la minoría necesita ser tramposa para ejercer de mayoría e imponer sus privilegios, la elección es verdadera y el sistema cuenta con todas las garantías como democracia, estado de derecho y garante de los derechos humanos.

    Ahora intentemos comprender lo que acontece en la mayor de las tiranías de la evolución humana. Un ciudadano cualquiera, como yo, español, sin haberlo manifestado ni solicitado en ningún momento, recibe a diario en su móvil artículos muy críticos con Venezuela y resto de naciones de América Latina que intentan liberarse de la tiranía, así como otros críticos con Podemos e IU. Gracias a los recursos que ofrece el acceso cotidiano a internet, los guardianes del orden establecido habrán llegado a la conclusión de que esta debe ser la cicuta que el dueño de mi IP debe ingerir para reeducarse y reconvertirse en un ciudadanos digno. Así no es difícil de entender que en un sistema tan totalitario se siga afirmando que la soberanía reside en el pueblo y que el voto es universal, libre y secreto. Como diría un locutor de radio en un embarazoso lapsus: “y ya saben que pueden dejar nuestras opiniones en el contestador…. perdón, quise decir sus opiniones”.

    Entre esos artículos críticos que acceden a mi móvil de forma intrusiva y maquiavélica, me llamó la atención el lunes pasado uno de El País titulado “Desastre en Venezuela” y, para ilustrarlo, las estanterías vacías de un supermercado, no sabemos si de Venezuela o de algún plató qatarí. Es un artículo de opinión que empieza afirmando que serán unas elecciones adelantadas por Maduro a Mayo, cuando sabemos que se retrasaron para dar entrada a otros partidos, en el momento en que los peones de la oligarquía recibieron instrucciones de no concurrir, convencidos de que los guarimberos, que hicieron la falsa promesa de contribuir a la paz social y a la reconciliación, ya no tienen la menor opción. A continuación, se intenta deslegitimar el proceso electoral con el argumento de que los venezolanos que abandonaron el país por motivos políticos (1,3 millones) no podrán votar. Aquí en España es práctica habitual que los emigrantes por distintos motivos de América Latina puedan votar. ¿Habrá algún comentario crítico en la editorial de El País próximamente sobre los 6 millones de colombianos que residen en Venezuela o los millones de desplazados en suelo colombiano, cuya situación es más que discutible y su desafección hacia un régimen narcoterrorista, con 10.000 paramilitares con licencia para matar y saquear, degrada cualquier proceso electoral a la condición de espectáculo macabro?

    Como mentir no sólo sale gratis sino que tiene recompensa cuando se trabaja para un sistema mediático global gobbelsiano, no les importó añadir más leña al fuego ilustrando el nivel de degradación del país con el aumento de la mortalidad femenina durante el parto e infantil. Dentro de poco nos dirán que los miles de sanitarios cubanos residentes allí no cumplen la misión de velar por la salud de millones de ciudadanos que vivían en la exclusión más absoluta, en un verdadero limbo jurídico, antes de Chávez sino que son agentes de la seguridad castrista camuflados. Por si no fuera suficiente, el artículo nos recuerda que los angelitos guarimberos, que decidieron tomar las calles y destruir infraestructuras públicas de especial valor y utilidad social para provocar un golpe de estado, siguen en la cárcel o bajo arresto domiciliario. ¿En que nación del “mundo libre y democrático” a los golpistas violentos se les da este tratamiento? Por último, el artículo intenta convencer al lector de la paranoia que sufren los líderes chavistas, dispuestos a identificar como enemigos a los principales garantes de la soberanía de los pueblos, la democracia y los derechos humanos, como USA, la UE y España. Sólo un enfermo mental puede atribuir perversas intenciones a los gobernantes de tan distinguidas y humanitarias naciones. Y como demostración de que no están en sus cabales, el sorprendente enfrentamiento con las autoridades portuguesas, que, advertidas de las posibles consecuencias de hacer operaciones comerciales con Maduro (la venta de miles de perniles), decidieron no cumplir el contrato firmado. ¿Cuándo Trump, Rajoy o la Merkel se iban a enfadar por algo así?

    ¿Por qué yo tengo que soportar a diario la intrusión en mi móvil de los dueños de PRISA, Libertad Digital, El Mundo, Mediaset, Atresmedia y resto de medios, que, no sólo carecen de vocación por la cultura y respeto hacia la verdad objetiva sino que tienen la imperiosa necesidad de manipular la información y lograr, si ello es posible (en España lo es), que cientos de medios comunitarios no estén legalizados? Que alguien me explique la relación positiva que pudiera existir entre el sultán de Qatar, fondos buitres norteamericanos, Banco de Santander, Caixabank, Telefónica, la familia Polanco, dueños de PRISA, y el derecho a una información veraz. De la conexión de todos ellos con la manipulación de la información para que los oligopolios energéticos, bancarios, inmobiliarios, biotecnológicos alcancen sus criminales objetivos con el apoyo de la opinión pública (o al menos sin una masiva y más que justificada oposición) poco hay que explicar que no sea de dominio público o que no pueda conocer cualquiera con sentido común y compromiso con la verdad objetiva.

     
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