Mutaciones. Por Miguel Cruz Suárez

Este tema de los mutantes y las mutaciones ha sido bastante explotado por la filmografía y la literatura de ciencia ficción, pero su presencia es tanto o más común en la sociedad, que en la pantalla de los cines. La gente se transforma de una manera sorprendente, cambian en ocasiones tan drásticamente que resulta difícil identificarlos o asimilarlos en su nueva apariencia.

A Marcelino se le mudó un hijo para España hace cuestión de algunos meses, el viejo fue de visita la semana pasada y después de unas semanitas por allá, ha regresado pronunciando la “Z” con mucho más énfasis que los gallegos que le vendían galletas a mi mamá cuando era joven.

Los niños de mi barrio natal, parecen estar sufriendo una de las mutaciones más peligrosas del momento, presentan algunos síntomas alarmantes que dejan pocas dudas sobre su evolución a una nueva forma de vida inteligente, las denominadas “Ciber – tortugas de carapacho inmóvil”, en muchos ya se han detectado los primeros indicios del mal; permanecen en sus habitaciones casi todo el tiempo; solo practican deportes virtuales(preferiblemente Futbol); no han aprendido a saltar; son incapaces de correr al aire libre y ninguno ha sufrido un raspón en las rodillas en más de diez años de infancia.

De allá, de mi pueblo, me han contado que también se destaca por su carácter mutable, la hija de Manuela, conocida por Zulema “El Emoticón”, que se ha instalado como recepcionista en una oficina de quejas de la población  y los mismo te recibe hoy con una carita feliz que mañana con otra, casi siempre más enfadada o indiferente.

Luís Mario se ha transformado de un humilde chofer de guaguas “Girón V” a conductor de ómnibus (YUTONG) interprovinciales, un hombre que la emprendía con todo vigor contra el bullicio de los adolescentes que viajaban a la Secundaria Básica en su ruta, ahora es un adicto irremediable al Reggaetón de altos decibeles que le coloca a sus indefensos pasajeros desde “La Caldosa” de Las Tunas, hasta la Rotonda de Guanabacoa.

Pedrito Pudor, que castigó severamente a su hijo después que el pobre muchacho pronunció una inevitable mala palabra, cuando se reventó la cadena del columpio y quedó con las patas para arriba en pleno Parque Infantil , ahora se ríe de la “gracia” de su nieta, apenas una adolescente, cuando esta le cuenta con total desenfado que la profesora de química es una Come P…. que le quiere joder la vida.
Otros andan mutando al estilo de los camaleones, cambiando de color, pasando de palo pá rumba  en materia política, esperando a ver de qué color se le pone el gajo a la mata. (La bicicleta)