Premoniciones acertadas: ¿Tarea intelectual o de la Seguridad del estado?

 

Parte de la tarea de un intelectual es la búsqueda de la verdad, y para un intelectual latinoamericano que se precie de ser de izquierda, la verdad incluye las estrategias imperialistas contra los pueblos de Nuestra América. Alrededor  del actual debate y las denuncias de que el “laboratorio de ideas” Cuba Posible es financiado por poderes extranjeros se ha dicho que para eso existen los órganos de la Seguridad del estado. En tal sentido resulta pertinente revisitar la polémica -recogida en este artículo escrito hace algún tiempo por Ernesto Sierra, y publicado originalmente en La Jiribilla- que en su momento generaron los intelectuales latinoamericanos Ángel Rama (uruguayo), y Roberto Fernández Retamar y Ambrosio Fornet (cubanos) alrededor de la revista Mundo Nuevo a la que acusaron de vínculos con la CIA a través de organizaciones como la Fundación Ford y el Congreso por la Libertad de la Cultura, herramientas de una estrategia del gobierno de Estados Unidos que según ha explicado la más acuciosa investigadora sobre el tema sigue vigente. ¿Asumían entonces Retamar y Fornet desde la Casa de las Américas  una tarea correspondiente a la Seguridad del estado? No lo creo, ellos solo combatían un proyecto que, como vislumbró tempranamente Retamar, acabaría “asumiendo, sin dudas más hábilmente, y por tanto más negativamente, posiciones contrarias a los intereses de nuestros pueblos.” Ahora, que Cuba Posible se suma a la campaña imperialista contra la Revolución bolivariana las máscaras de la cultura vuelven a carecer  de sentido. 

Mundo Nuevo y las máscaras de la cultura. Por Ernesto Sierra

Las premoniciones de Retamar y Rama eran acertadas. Desde las páginas de Mundo Nuevo se intentó, también, dividir la intelectualidad latinoamericana. En la polémica epistolar que antecedió al nacimiento de la revista, ya estaban esbozadas las líneas de adhesiones y rechazos a los modelos de intelectual en debate.

La polémica fue la comadrona de la revista Mundo Nuevo, y esta circunstancia la marcaría para siempre. En 1965, con fecha de 1ro. de noviembre, Roberto Fernández Retamar recibe una invitación de Emir Rodríguez Monegal, y por su intermedio a los intelectuales cubanos, para participar en un proyecto de revista que él dirigiría en París. Es esa carta la que da surgimiento a la conocida polémica en torno a Mundo Nuevo que protagonizan Retamar y Monegal1. En esta primera carta el conocido crítico uruguayo informa que le han ofrecido:

dirigir una revista literaria en París para América Latina. La he aceptado porque el grupo que me la ofrece (vinculado con el Congreso por la Libertad de la Cultura, pero no dependiente de él) me asegura toda libertad de elección y orientación. Entre las cosas que he especificado con toda claridad, deletreándolas, está la colaboración de intelectuales cubanos. Hay que erradicar definitivamente el maccarthismo.

El 3 de diciembre de ese año Retamar le responde una carta extensa. Cree necesario explicarle a Monegal qué es el Congreso por la Libertad de la Cultura al que él se está vinculando. Escribe Retamar:

si crees de veras que la sutil distinción semántica de estar “vinculado con el Congreso por la Libertad de la Cultura pero no dependiente de él”, te permitirá “toda libertad de elección y orientación” en el nuevo Cuadernos que preparas, me temo, Emir, que has sido sorprendido en tu buena fe, de la que no tengo por qué dudar […] Es posible (es casi seguro) que en los primeros números con el fin de atraer colaboradores de calidad, logres esa “libertad de elección y orientación” de que me hablas; que incluso se defienda ahí la revolución latinoamericana: pero es igualmente seguro que la orientación ulterior escapará a tus manos, […] y la revista acabará asumiendo, sin dudas más hábilmente, y por tanto más negativamente, posiciones contrarias a los intereses de nuestros pueblos.

En 1950, momento álgido en que se están organizando los dos grandes bloques políticos que protagonizarán la llamada guerra fría, se crea en Berlín Oeste el Congreso por la Libertad de la Cultura. Es una institución financiada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, como una de las variantes que adquirió la política de guerra fría en el campo de la cultura. Desde 1954 hasta 1965 financió Cuadernos, revista latinoamericana de orientación reaccionaria, con sede en París. De una institución con esos antecedentes y objetivos, se deriva la propuesta a Monegal y a los intelectuales latinoamericanos de fundar una revista cultural.

Monegal responde a Retamar el 29 de diciembre de ese año:

Lamento que tanto tú como tus compañeros de la Casa de las Américas hayan tomado ya decisión en lo que se refiere a no colaborar con mi revista […] en primer lugar, el Congreso por la Libertad de la Cultura no es un organismo dependiente del Departamento de Estado, […] En segundo lugar, tu crees que el Instituto Latinoamericano que auspiciará mi revista es un órgano oficial del Congreso. Esto tampoco es cierto […] En tercer lugar, y esto ya es estrictamente personal, si he aceptado dirigir esta revista es porque se me ha garantizado libertad de acción. La dirigiré en tanto conserve esa libertad.

 En su réplica; Retamar va directo al grano:

Tu abierta defensa del Congreso por la Libertad de La Cultura y tu invocación de autoridades como Salvador de Madariaga y Teodoro Draper no necesitan apostilla alguna […] Este Congreso podrá asumir las formas proteicas que se quiera para mejor cumplir su cometido (incluso pagarse una oposición del rey), pero evidentemente le guarda fidelidad a sus exponentes de siempre.

Todo esto ocurre entre el 1ro. de noviembre de 1965 y el 6 de abril de 1966. Cuadernos, que había recibido las críticas y la desaprobación de la intelectualidad de izquierda latinoamericana, acababa de desaparecer, y la pregunta en el aire era ¿quién la sustituiría? Hacia esa fecha, Cuba ya había sufrido numerosas agresiones del tipo del atentado a La Couvre, la invasión de Girón, la crisis de los misiles y los Estados Unidos acababan de invadir la República Dominicana. Por otra parte, la izquierda latinoamericana, aliada a la Revolución Cubana, ha visto en ella la posibilidad de la Revolución latinoamericana. Se trata, en su mayoría, de intelectuales curados de toda ingenuidad y que conocen sobradamente las estratregias del imperialismo. De manera que las “distinciones semánticas” de Monegal les parecen inaceptables.

En mayo de 1966 se publica en el semanario uruguayo Marcha la última carta de Monegal. Angel Rama la acompaña de un comentario editorial titulado “Tímidas sospechas”, en el cual cita fragmentos de una investigación que se publicó en The New York Times, realizada por un equipo de periodistas del propio diario, en la cual se revelaban los vínculos existentes entre la CIA y algunas instituciones culturales internacionales, dependientes o no de los Estados Unidos. Dice Rama:

El tercer capítulo de la serie, publicado el 28 de abril pasado, y titulado La CIA expía a la Unión Soviética mediante satélites, consagra algunos párrafos a las actividades culturales de esta famosa organización. Allí puede leerse: “A través de canales similares la CIA ha sostenido grupos de exiliados cubanos y refugiados procedentes de la Europa Comunista, o a organizaciones de intelectuales anticomunistas, aunque liberales, como el Congreso por la Libertad de la Cultura y a muchos de sus periódicos y revistas.”

Y continúa: “Como el lector observará hay alguna sospecha de que el mentado Congreso no es un servicio del Departamento de Estado, como ha proclamado con justa indignación Rodríguez Monegal, sino de la CIA”. Esta denuncia de Rama será el puntillazo a la posición de Monegal en la polémica2.

El 1ro de julio de 1966 se da a conocer, en París, la primera entrega de Mundo Nuevo. Monegal incluye en la página inicial una “Presentación” que es un consecuente acto de fe:

El propósito de Mundo Nuevo es insertar la cultura latinoamericana en un contexto que sea a la vez internacional y actual, […] y que establezca un diálogo que sobrepase las conocidas limitaciones de nacionalismos, partidos políticos (nacionales o internacionales), capillas más o menos literarias y artísticas. Mundo Nuevo no se someterá a las reglas de un juego anacrónico que ha pretendido reducir toda la cultura latinoamericana a la oposición de bandos inconciliables y que ha impedido la fecunda circulación de ideas y puntos de vista contrarios. 

Era lógico que después del intercambio epistolar entre Retamar y Monegal cualquier comentario extraliterario aparecido en las publicaciones que ambos dirigían sería visto a través del prisma de la polémica. Aún se discute si Mundo Nuevo fue o pretendió ser el antimodelo de la revista Casa de las Américas, si era su antítesis o no, y existen en esta “Presentación” algunas ideas que apuntan en tal sentido, como bien ha señalado la estudiosa María Eugenia Mudrovcic:

Decir esto en los años 60, y proponer al mismo tiempo “una cultura libre de dogmas y fanáticas servidumbres” resultaba poco menos transparente que señalar con el dedo la política editorial llevada a cabo por Casa de las Américas. Por alusión y contraste, Mundo Nuevo establece entonces su propio antimodelo en la revista dirigida por Fernández Retamar, y a partir de ese momento, le declara una suerte de Guerra Fría […].3

Es decir, el intercambio epistolar que en un inicio ayudó a anunciar escandalosamente el nacimiento de la revista, conduciría, en su término, a definir ciertos rasgos esenciales de su modelo discursivo.

II

El discurso de Mundo Nuevo estará caracterizado por cuatro aspectos fundamentales: su temática latinoamericana, y la defensa de una visión cultural continental; la exaltación de lo nuevo que se muestra en la adhesión al arte de neovanguardia (Severo Sarduy y su pertenencia al grupo Tel Quel), a las nuevas técnicas narrativas (la obra de Vargas Llosa), o el intento por entronizar una nueva historiografía literaria; su tan anunciado liberalismo ideológico, manifiesto en la publicación de autores de diversas tendencias políticas o en la propuesta de un modelo de escritor, y , por último, su pretensión cosmopolita, que se evidencia en la ubicación de la sede de la revista en París, en el rechazo de los nacionalismos y la exaltación romántica de los exilios. Por supuesto, estos enunciados se diversifican a medida que se suceden los números de la revista y funcionan bajo el efecto de vasos comunicantes, para conformar un modelo a la vez coherente y múltiple.

Formalmente, la revista aparece, como sus congéneres, dividida en varias secciones, que irán variando con el tiempo. Su diseño es conservador; no aporta nada novedoso en comparación con otras revistas de su tipo. En efecto, es prácticamente imposible hablar de Mundo Nuevo sin pensar en Casa de las Américas, que en esos momentos ya es una revista prestigiosa y renovadora también en materia de diseño. Mundo Nuevo incluye ilustraciones de artistas consagrados, pero que no logra articular una gráfica coherente con la organización textual, De modo que lo que se aprecia en ella es una yuxtaposición de textos e imágenes, con excepción de algunos números dedicados al erotismo que se acompañan con dibujos inspirados en el tema.

El primer número se inaugura con “Situación del escritor en América Latina”, entrevista de Monegal a Carlos Fuentes muy comentada, en su fecha de publicación, por el crítico cubano Ambrosio Fornet y, en artículos más recientes, por varios investigadores. Prácticamente todo el que escribió o comentó en ese momento el nacimiento de Mundo Nuevo se vio obligado a referirse a este diálogo. La reacción inmediata pudo estar provocada por lo irritante de su tono, que, a pesar y pasar del tiempo, se mantiene intacto.

En medio de la efervescencia revolucionaria que vive la América Latina de esos años, de las batallas ideológicas que libran los intelectuales y que condujeron a polarizaciones extremas y posturas irreconciliables, Monegal y Fuentes conciben una entrevista en la que se impone un tono ligero, no carente de frivolidad. La conversación está plagada de camp, happening, pop, pop art, pop philosophie, pop lit, pop literatur, y Fuentes declara:

Estamos tan sometidos como cualquier gringo o francés al mundo de las competencias y los símbolos de status, al mundo de las luces de neón y los Sears‑Roebuck y las lavadoras automáticas y las películas de James Bond y los tarros de sopa Campbell […] somos contemporáneos de todos los hombres en las mercancías y la modas. [MN,1,p.14.]

Es un grito de adhesión a la fachada material de la modernidad preconizada en el mensaje de la cultura de masas de los 60, y a su prolífica, pero a veces insulsa, terminología estética. Este entusiasmo por lo novedoso volverá a marcarse con fuerza en la entrevista al escritor cubano Severo Sarduy en el segundo número. Allí Monegal argumenta el prestigio y la relevancia que le concede a Sarduy (solo había publicado Gestos) en su pertenencia al grupo de la revista francesa Tel Quel y su manejo de un pensamiento a tono con las corrientes filosóficas y críticas, anglosajonas y francesas, del momento.

Lo verdaderamente relevante del diálogo con Fuentes ‑‑tratándose del número uno y del material que abre la revista‑‑ es que puede ser entendido como el manifiesto de lo que será la concepción ulterior de Mundo Nuevo; por las preguntas de Monegal, por la forma en que induce las respuestas de Fuentes, se está proponiendo un modelo del escritor latinoamericano, y la palabra misma constituye una distinción semántica pertinente, a la hora de estudiar Mundo Nuevo. En su retórica ideológica utiliza el concepto de escritor en oposición a intelectual, que es el presentado en el discurso de la revista Casa de las Américas.

Llama la atención en la entrevista cómo se enfatiza en la imagen física del escritor ‑‑esto será una constante en los números que dirigirá Monegal‑‑. En la introducción se presenta tanto la obra como a su autor: Fuentes es descrito como: “moreno y delgado, con un rostro de ojos penetrantes y boca muy sensible, una nariz que la vehemencia de la conversación hace saltar y afilarse”…(MN,1,p.5). El húngaro François Fejtö hace lo mismo con Retamar en su artículo; dice allí que “es un hombre guapo, joven, simpático…” (MN,1,p.58). Luego lo repite Monegal con Vargas Llosa, “un cumplidísimo caballero peruano que no tiene jamás un pelo fuera de sitio, que está siempre planchado y pulcro…” (MN,17,p.8). De García Márquez dice que “ceñido en unos ‘blue‑jeans’ que fueron azules […] ostenta una cara de pistolero mexicano, toda llena de arrugas, de pelo enrulado e indócil, de bigotes puntiagudos” (MN,17,p.8).

Es evidente que interesa dar ese tipo de descripciones, y que no son gratuitas porque forman parte esencial del modelo discursivo que propone Mundo Nuevo en su sed de protagonismo. Monegal es un entusiasta de la literatura latinoamericana ‑‑indudablemente es uno de nuestros mejores críticos de este siglo‑‑ y fomenta este tipo de discurso en un momento de subversión del orden a nivel mundial, en que surgen líderes y movimientos populares en cada momento y la cultura de masas es moda. En la antesala de los 60, la Revolución Cubana y sus barbudos lanzaron la América Latina al podio de la opinión pública mundial, y por esa brecha pasó de todo. Había llegado la hora de “universalizarnos” y, junto a Marilyn y Los Beatles, aportamos nuestras estrellas en los intrépidos guerrilleros, los jóvenes trovadores y los flamantes escritores del boom, los cuales, en un curioso paralelismo, fueron reducidos a cuatro ‑‑igual que Los Beatles de Liverpool‑‑ y contaban con un Brian Epstein español: Carlos Barral. Era casi lógico que una revista latinoamericana con sede en París se dejara tentar por esos aires de novedad y protagonismo.

Mundo Nuevo va construyendo una imagen más fotográfica, más documentalista, más que crítica, historiográfica. Para ello se privilegia el uso de numerosos editoriales, notas, y comentarios. Monegal se reserva una sección ocasional llamada Diario. En ella habla sobre el Congreso del P.E.N. Club o la concesión del Premio Rómulo Gallegos a Vargas Llosa. En su espacio consolida el discurso caracterizado por el énfasis en la descripción física de los escritores, por el regodeo en los comentarios de pasillo en los Congresos: que si se cruzaron palabras entre Neruda y otro intelectual; que si polemizaron tales personalidades; se trata de fijar los detalles que no se recogen en la historiografía tradicional. Es un esfuerzo supremo por aprehender la imagen de una literatura en ebullición, en el cual se intenta otorgar otra categoría al mito tradicional del autor y su obra: la del estrellato.

En la temprana fecha de 1964, Casa. dedica su número 26 (octubre‑noviembre) a la “nueva novela latinoamericana”, con colaboraciones de Carpentier, Cortázar, Onetti, Sábato, Fuentes, Vargas Llosa, Arguedas y Rulfo ; Cortázar, Vargas Llosa y Benedetti ‑‑entre muchas otras jóvenes figuras‑‑, se iban incorporando a su Consejo de redacción o mantenían estrechas relaciones con la Casa de las Américas en esos primeros años de la década; Fuentes había sido jurado de su Primer concurso literario. De manera que, cuando Mundo Nuevo irrumpe en la escena ya estaba prefigurado el corpus de la “nueva novela latinoamericana”. Con todo, a la visión expositiva y objetiva de Casa, la revista dirigida por Monegal aporta los rasgos ya comentados, para conformar una imagen más compleja y atractiva de ese fenómeno que transitaría de “nueva novela latinoamericana” al onomatopéyico “boom”.

Los números 3, 4 y 5 ejemplifican bien el manejo de este discurso. En ellos dedica Monegal secciones a comentar la dinámica interna del XXXIV Congreso del P.E.N. Club. Aquí aparece nuevamente el contrapunteo entre Mundo Nuevo y Casa de las Américas. Si sospechoso resultó el silencio de Casa. respecto de las actividades de ese congreso que tuvo lugar en Nueva York (luego un numeroso grupo de escritores cubanos enviaría la conocida carta a Neruda), excesiva fue la difusión con que las destacó Mundo Nuevo.

A propósito de esto aclara Monegal en el editorial “Las reglas del juego”, aparecido en el número 5: “Con la publicación de estos materiales Mundo Nuevo busca que no prosperen las confusiones y que los lectores de buena fe tengan el indispensable acceso a las fuentes”.

“Al lector” es el título de un interesante editorial que aparece en el número 11. Si antes se había respondido a los comentarios recibidos por el tratamiento dado al congreso del P.E.N. Club, ahora se genera una respuesta más airada a otro tipo de críticas que está recibiendo la revista. Escribe allí Monegal:  

Aunque no falta en América Latina información suficiente sobre el ILARI, Instituto al que está asociada esta revista, cierta prensa de nuestros países continúa acumulando información errónea o simplemente fantasiosa sobre dicha institución y sobre Mundo Nuevo […] Unos ejemplos recientes. Con toda seriedad, un joven crítico utiliza las páginas de una revista bimestral para afirmar que Mundo Nuevo está publicada por el Instituto de Asuntos Sociales para la América Latina…  

El crítico joven no es otro que Ambrosio Fornet, y la revista bimestral es Casa de las Américas. En el número 40, enero‑febrero de 1967, Fornet publica “New World en español”, un artículo demoledor, en el cual comenta los dos primeros números de Mundo Nuevo y afirma que aquellas advertencias hechas por Retamar y Rama a Monegal sobre la tónica que podría adquirir la revista, estaban más que justificadas:  

A la línea de división y despolitización de los intelectuales de izquierda, a la nueva neutralidad de la cultura, Mundo Nuevoañadirá seguramente “la constante propaganda sobre lo político en desmedro de las realidades socioeconómicas”, otra vieja táctica deCuadernos… [p.115]

La subida de tensión en las relaciones entre ambas revistas que significó la publicación del artículo de Fornet, y la respuesta de Monegal, se vio sucedida en el número 12, por el remanso de un amplísimo comentario sobre el evento que dedicó la Casa de las Américas a Rubén Darío:  

El “Encuentro con Rubén Darío”, organizado en Cuba por la Casa de las Américas […] alcanzó repercusión tanto por el número y calidad de los intelectuales concurrentes como por la concepción política revolucionaria en que el homenaje fue apoyado (MN, 12,p.92).  

Ya habían aparecido en números anteriores algunos comentarios sobre otras actividades de la Casa de las Américas, o la convocatoria a su Premio literario. A juzgar por los vientos polémicos que se cruzaron desde las páginas de ambas revistas, esto parecería desconcertante. Sin embargo, esta política editorial era completamente coherente con la “fe” cultural profesada por Monegal:  

Mundo Nuevo no es órgano de ningún Gobierno o partido, de ningún grupo o capilla, de ninguna confesión religiosa o política alguna, sino que es una revista que se edita bajo la orientación exclusiva de su director, único responsable de la selección de todo material que publica. 

Así afirma en la mencionada nota editorial del número 11, y no desaprovecha oportunidad ni espacio en la revista para reafirmar su credo en el escritor “libre de dogmas”, “independiente”, sin “directivas”, es decir, un escritor en estado puro y sin compromisos políticos. Son estas ideas las que subyacen en la polémica y en la concepción de la revista.4

Monegal gusta de las distinciones semánticas: como se ha dicho, al intelectual opone el escritor. Ese intelectual es la intelectualidad latinoamericana de izquierda representada en la polémica por Retamar, Rama y Fornet y que no sólo cree en su compromiso político, sino que está apoyando y haciendo la Revolución; intelectualidad alertada acerca de los planes imperialistas por neutralizar y despolitizar la cultura. Como dice Fornet en el citado artículo: “Con intelectuales coléricos vale más no discutir; es mejor atraerlos y, mientras se liman las diferencias, suministrarles sedantes, vacunarlos gradualmente contra la rabia”(p.107). No es nada desconocido; hoy en muchos de nuestros países se intenta vacunar a la intelectualidad, con el líquido de las comodidades, para “elevarla” al rango de clase media.

Es cierto que las páginas de Mundo Nuevo acogen una variopinta diversidad de credos estéticos y políticos representados en sus colaboradores:

existencialistas, sartreanos, marxistas, guevaristas, peronistas, unidos por los denominadores comunes del rigor y la calidad. La revista podía estar asociada al Congreso por la Libertad de la Cultura, y denunciar la guerra de Vietnam (MN,2), el tenebroso plan Camelot (MN,9) o un golpe militar en la Argentina (MN,5); al menos Monegal creía que podía hacerlo sin riesgos en su “revista de diálogo”.

El número 25 es presentado con una nota llamada “Una tarea cumplida”, en la que se informa sobre la renuncia de Monegal.

Argumentando acerca de la esperanza que significó para él la revista, explica:  

Esa esperanza se vio enfrentada con las consecuencias de un proceso inverso: la radicalización más brutal de la situación económica, la crisis social más aguda, la lucha política trasladada al campo de la violencia física. En el plano de la cultura, el diálogo se ha visto sustituido por la repetición de consignas, la discusión por el recitado de dogmas opuestos, el análisis crítico por varios coros rivales que funcionan ensordecedoramente. Estas son (por triste que sea admitirlo) las realidades más visibles de la cultura latinoamericana de hoy. 

Y al final escribe, dirigiéndose a los lectores : “Una vez más quiero agradecerles muy personalmente el apoyo y la confianza que han dado a esta empresa que hoy termina”.

Estas últimas palabras parecen un testamento literario: “esta empresa que hoy termina”, afirma, cuando en realidad la revista no iba a terminar, sino que sería él quien cesaría en su dirección. Mundo Nuevo entraría en una segunda etapa, pero seguramente sus palabras estaban motivadas por la sospecha o el conocimiento de lo que sería la revista en lo adelante.

En ese mismo número, el 25, en la sección “Sextante” aparece un fragmento de una entrevista que le hace un periodista de France Press a Monegal indagando las causas que motivan su renuncia. Responde: “Según se me ha informado oficialmente, la Fundación cree que siendo Mundo Nuevo una revista de América Latina debe publicarse necesariamente en América Latina. Yo no comparto ese punto de vista y por tal motivo he renunciado a la dirección”(p.93).

Preguntado más adelante sobre por qué cree que debe seguir la sede en París afirma: “Ninguna capital latinoamericana ofrece desde estos puntos de vista tales ventajas y, por otra parte, casi todas tienen graves inconvenientes, sobre todo de orden político por la existencia de distintas formas de censura a la actividad intelectual”(p.93).

Otras preguntas del orden de:  

¿Es cierto que la actitud de los responsables del Congreso por la Libertad de la Cultura, que reconocieron el año pasado haber recibido durante mucho tiempo una subvención de la CIA, haya influido en su búsqueda de una nueva financiación para Mundo Nuevo? ¿Es cierto que los responsables del ILARI lo hayan acusado a usted de izquierdista? ¿Qué autores calificados habitualmente de “progresistas”, sea o no comunistas, publicó en Mundo Nuevo? (p.93). 

Todas ellas connotan lo que se estaba gestando en ese momento alrededor de Mundo Nuevo, y señalan las posibles causas por las cuales toma Monegal su decisión. 

III

En lo adelante la revista se coordinaría desde Buenos Aires por un equipo continental, y el cargo de director se sustituye por el de coordinador, que ocupa Horacio Daniel Rodríguez.5

La nota de presentación del número inicial (26‑27) de esta segunda época se llamó “Una nueva etapa” y anunciaba:  

Importará […] la elección y selección de los temas antes que el nombre de los colaboradores, la calidad y eficacia de los textos ‑‑que siempre ha mantenido la revista‑‑ antes que la prospección sobre la base de famas o antecedentes. En pocas palabras: será una revista de temas más que de autores, o bien de autores en función de los temas propios de América Latina.  

Si en la etapa de Monegal se había logrado reunir un selecto grupo de figuras relevantes de las literaturas de nuestros países, como, por una parte, Carpentier, Lezama, Borges, Sábato y presentar otros que pronto alcanzarían notoriedad como Carlos Fuentes, García Márquez, Sarduy, Cabrera Infante o Puig, en esta segunda etapa la mayoría de esos nombres desaparecen de las páginas de Mundo Nuevo. Solo Sarduy continúa colaborando esporádicamente con comentarios sobre arte.

El lugar de estos escritores es ocupado por la enunciación una serie de temas con denominaciones sugerentes como: “Novísima poesía cubana”, “El relato en Bolivia”, “Agro y hambre en América Latina”, “Machismo y feminismo”.

Las entrevistas ‑‑que en Monegal eran una constante‑‑ aparecerán esporádicamente. La organización del índice, flexible en la primera etapa al punto de presentar materiales fuera del orden de páginas, se torna más rígido, y disminuye la variedad de secciones. Se hace notable la intención de fomentar polémicas en las que participen numerosos escritores (“Polémica: ¿Qué es la América Latina?”, “Polémica sobre la nueva novela”, “Polémica: Papel del intelectual”).

Sin la sede en París, sin la pléyade de escritores que aportaban novedad y protagonismo, poco iba quedando de la publicación presentada por Monegal en el editorial del primer número. Precisamente la “Polémica sobre la nueva novela” será el tiro de gracia que ayude a la completa desarticulación del modelo discursivo que caracterizó la primera etapa de la revista.

La discusión comienza con un artículo de Ignacio Iglesias (secretario de redacción en ambas épocas de la revista) en el número 28, y se cierra en el 38.6 Básicamente se concentró en la puesta en crisis del modelo de la nueva novela latinoamericana conformado en la primera etapa:  

no parece arbitrario comprobar entonces que en el conjunto de artículos impugnadores a la estética del boom, la batería ofensiva se concentre principalmente en los dos pilares básicos del modelo sesentista: la “tecnología narrativa” y la posición central que asume el valor de “lo nuevo” en el interior de su sistema de referencias. (Mudrovcic, p.202)  

Para entonces, Mundo Nuevo conservaba el nombre y los mismos patrocinadores, pero era una revista completamente diferente de lo que fue en la etapa anterior. Sin la presencia de Monegal se desenmascaran los objetivos que había detrás del proyecto: no deja de ser una revista latinoamericana, sobre temas latinoamericanos, pero incrementa ahora las alusiones a Cuba, pero ya con una toma de partido bien clara contra su proceso revolucionario. Hubo números que se convirtieron en una simple tribuna anticubana, en la que apenas se hablaba ya de literatura.

En el número doble 57‑58 (marzo‑abril de 1971) se publica un editorial que anunciaba: “La Fundación Ford, que sostuvo durante cerca de cinco años la publicación de Mundo Nuevo, no renovó, hacia fines de 1970, la subvención que le había otorgado. Por tal motivo, este constituye el último número de la revista.”

De este modo dejaba de existir Mundo Nuevo, la revista que, a pesar de sus virtudes y desaciertos, en su primera etapa (junto con Casa de las Américas), fue una de las publicaciones culturales hispanoamericanas más destacadas de la década de los 60.

Desde sus páginas se moldeó una imagen del boom literario latinoamericano ‑‑en su intento por universalizar nuestros valores culturales‑‑ privilegiando las figuras de Vargas Llosa, García Márquez, Córtázar y Fuentes e intentó prefigurar, por contraste, un preboom(Lezama, Carpentier, Onetti, Marechal, entre otros) y un posboom (Sarduy, Cabrera Infante, Puig); en ellas se reunió lo más selecto de los escritores e intelectuales del momento que estuvieron dispuestos ‑‑conscientes o no de lo que hacían‑‑ a colaborar con este tan debatido proyecto cultural.

Las premoniciones de Retamar y Rama eran acertadas. Desde las páginas de Mundo Nuevo se intentó, también, dividir la intelectualidad latinoamericana. En la polémica epistolar que antecedió al nacimiento de la revista, ya estaban esbozadas las líneas de adhesiones y rechazos a los modelos de intelectual en debate; diferencias que se fueron acentuando hasta el cisma irreparable que provocó el conocido “caso Padilla”.

Por sus aciertos, Mundo Nuevo seguirá siendo consultada como una de las principales revistas culturales latinoamericanas de la década de los 60, por sus devaneos políticos será apenas un capítulo lamentable en la extensa lista de intentos de confundir y disgregar a nuestros creadores. En ese sentido no sólo ayudó a conformar los contornos de una literatura, sino también de una ideología.

Notas :
* Texto abreviado de la conferencia homónima ofrecida en la Casa de las Américas el 2 de diciembre de 1995, como parte del ciclo “Un siglo de revistas culturales hispanoamericanas”.
1: La polémica epistolar fue difundida en Bohemia, Marcha, Siempre! y La Rosa Blindada. Aquí se cita la edición de Siempre, aparecida en su suplemento La Cultura en México, no.212, 9 de marzo de 1966, (p.XIII) y el 216, 6 de abril de 1966, (p. XVI).

2 Sobre el papel desempeñado en ella por Rama es recomendable leer “Angel Rama y la Casa de las Américas”, publicado por Retamar en el número 192 de Casa de las Américas, donde se da a conocer la correspondencia cruzada entre ellos a propósito del surgimiento de Mundo Nuevo, que se había mantenido inédita hasta entonces.

3: Mudrovcic, María Eugenia. “Mundo Nuevo: hacia la definición de un modelo discursivo. Nuevo Texto Crítico, vol. VI, no. 11, primer semestre, (p.189).

4: Sobre el desarrollo literario e ideológico de E.R.M., resulta ilustrativo el libro de Pablo Rocca 35 años en Marcha (crítica y literatura en Marcha y en el Uruguay 1939‑1974), División Cultura, Montevideo, 1992. Abunda en los orígenes y desarrollo de la polémica entre Rama y E.R.M. sobre literatura e ideología, que se remonta a la década del cuarenta. De la página 182 a la 188 se comenta la reacción ante Mundo Nuevo por parte del círculo intelectual uruguayo reunido en torno a Marcha y Número. De ahí se pueden extraer conclusiones reveladoras acerca de la “ingenuidad” política de E.R.M.

5: En las páginas 154‑155 del número 53, marzo‑abril, 1969, de Casa de las Américas, se comenta una nota del consejo de redacción de la argentina Revista de Problemas del Tercer Mundo (no.2, 1968) que en un fragmento: “un secundario burócrata de la CIA en la dirección de la revista (Daniel Horacio Rodríguez, director del órgano anticomunista Informes de China)”.Por lo visto, no ha suscitado otras valoraciones.

6:En el mismo número aparece otro artículo sobre el tema de, Iber H. Verdugo. Le siguen en el número 33 los trabajos de F. Ainsa, Alejandro Lora Risco y Leonilda J. León; en el 34 los de Ladrón de Guevara, Guillermo de Torre y Pagés Larraya; en el 35 se da a conocer la respuesta de Ignacio Iglesias y en el 38 el artículo de Raúl Vera Ocampo. La polémica es ampliamente comentada por Mudrovcic en el artículo citado.

Bibliografía no citada:

— Campuzano, Luisa: “La Revista Casa de las Américas en la década de los sesenta”. En: América (cahiers du CRICCAL). Université de la Sorbonne Nouvelle‑‑París III, no.9‑10, 1992, pp.55‑64.

— Donoso, José: Historia personal del boom”. Editorial Anagrama, Barcelona, 1972.

— Fernández Retamar, Roberto: Para el Perfil definitivo del Hombre. Letras Cubanas, La Habana, 1995.

— Fuentes, Carlos: La Nueva Novela Hispanoamericana. Joaquín Mortiz, México, 1969.

 — Hasson, Liliane: “Le Discours sur la Culture Cubaine dans Mundo Nuevo (1966‑1971)”. En: América (cahiers du CRICCAL). Université de la Sorbonne Nouvelle‑París III, no. 9‑10, 1992, pp. 65‑74.

 — Mc Quade, Franck: “Mundo Nuevo: la nueva novela y la guerra fría cultural”. En: América (cahiers du CRICCAL). Université de la Sorbonne Nouvelle‑París III, no. 9‑10, 1992, pp.17‑26.

 — Rodríguez‑Carranza, Luz: “Emir Rodríguez Monegal o la construcción de un Mundo (Nuevo) posible”. En: Revista Iberoamericana, Pittsburgh, no. 160‑161, jul.‑dic., 1992

 

 

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7 Responses to Premoniciones acertadas: ¿Tarea intelectual o de la Seguridad del estado?

  1. Mike L Palomino says:

    Iroel;
    Cuál es el IQ promedio que tú calculas debe haber entre los comentaristas de este blog?
    Ya te he hablado sobre este tema. De verdad que la barra se pone cada vez más alta; ya aparecen artículos que no se dejan leer. Mi IQ es sólo 126.
    Con todo respeto.

     
  2. Livio Delgado says:

    Te confieso que entre a este post hoy solo para ver que decía el comentario de algo que ayer leí a tropezones y me pareció innecesariamente denso y discutiblemente largo, pero reconociendo mis propias limitaciones acepte que no era para mí esto de evaluar la historia. Me recordó eso que dice “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo.” Con ese último párrafo de cierre del escrito que dice “Por sus aciertos, Mundo Nuevo seguirá siendo consultada como una de las principales revistas culturales latinoamericanas de la década de los 60, por sus devaneos políticos será apenas un capítulo lamentable en la extensa lista de intentos de confundir y disgregar a nuestros creadores.” Lo mismo creo dirían desde la esquina contraria la variopinta intelectualidad latinoamericana de la época sobre la revista Casas de las Américas que aquí se asume como contraparte. Una vez más no me extraña que los historiadores apunten a relatar parcializado acontecimientos para reafirmas sus propios ideas de los sucesos, eso es hacer la historia vivirla casi siempre es de otra manera.

     
  3. Juan Carlos Corcho Vergara says:

    Para los ambi, para los centro, para los sigi, y hasta para los no incorregiblemente contra revolucionarios: Ni la seductora diplomacia de Obama, a propósito y consciente de la hecatombe económica, política, moral y cultural del imperio, ni los servicios maquiavélicos de Almagro desde la OEA, ni los sueños clase media de la izquierda seducida o la izquierda esnobista, o la izquierda apendejada, caldo de cultivo a las bravuconerías Trumpnianas, nada frenara a la revolución Bolivariana, y junto al ocaso imperial estará la necrosis de los que un día dijeron llamarse izquierda, pero que sus mezquinas apetencias, sus aspiraciones medio clase o clase media, no pudieron controlar al diablo que acunaba sus corazones, cada día les va quedando menos tiempo a las definiciones, so lo les va quedando dos camino, el de la solicitud de perdones, solicitudes que nunca llegaremos a saber si son verdaderamente sinceras u oportunistas como sus solicitantes, o desvergonzadamente, montarse deschavada y definitivamente en la rueda de los eternos traidores. No más inútiles esfuerzo hablando mierda y terminen de definirse, la historia no admite espera.

     
  4. Tocororo says:

    Con todo respeto también Palomino divino, tu 126 de IQ en que escala está medida?, creo saber que hay como tres diferentes escalas diferentes, o es escala Florida?.. de todos modos en mi humilde opinión para qué sirve tener 126 como dices si te impide entender las cosas más elementales. Aquí muchos, muchísimos tenemos solo 26, pero 26 de julio. Carcoma es lo que te caer……

     
  5. Juan Carlos Corcho Vergara says:

    Iroel mis saludos: primero solicitarte si se puede, que quites de primero los comentarios de estos dos satélites lame botéanos, no los censures, pero si puedes sácalos del encabezamiento de los comentarios, este es un blog revolucionario e internacionalista, y la prioridad hoy es Venezuela y Cuba, y lo otro, no conozco el alcance mediático de la pupila, pero te sugiero que desde aquí se lance una especie de proclama dirigida a todos los gobiernos latino americanos y a todos los pueblos latino americanos, donde se exponga bien clarito las intenciones del imperio a través de su nuevo emperador que a mi entender es mucho más aberrante que la ambición por los recursos de Venezuela, el imperio se sabe herido de muerte y está apostando a una de sus últimas cartas de sobrevivencia, incendiar y cao tizar la región Latino Americana para ganar tiempo en sus últimos retrocesos en otras regiones del mundo, la retórica de Trump en sus amenazas a Corea y a Venezuela los delata, quieren enchuchar a la india contra China y contra Rusia producto de su impotencia frente a Corea del Norte, latino américa y hasta el propio pueblo norte americano tiene que saberlo bien clarito lo que se está gestando en las entrañas maquiavélicas del uno por ciento norte americano, hasta Europa se está desmarcando de estas locuras, el imperio lo que busca es el caos al estilo de medio oriente, si no pueden controlar caotizan , y por otro lado ,ellos saben que Cuba no va a dejar sola a Venezuela, y en su lógica de sobrevivencia, pudieran estar pensando que con el caos pudieran matar dos pájaros de un tiro, y muerto los dos pajaros o dos perros que presentan combate, se acabaron las rabias, alucinando que finalmente podían sobrevivir a un futuro multipolar, dominando y disfrutando de manera exclusiva de los grandes recursos naturales de latino américa, ellos, los imperialistas están bien entrenados para sacarle provecho al caos y a la destrucción.

     
  6. Mike L Palomino says:

    Iroel;
    disculpe la guataquería pero, me ha gustado tanto la respuesta que le ha dado al extremista de turno, que tengo que reiterarle mi actitud respecto a usted en la blogosfera y las redes.
    En cualquier lugar donde se aceptan opiniones he expresado que sus respuestas, siendo tan comprometidas con el gobierno como la de aquel, son respuestas inteligentes y sin miedo.
    Creo que los que gritan consignas cada cincuenta palabras, lo que hacen es tratar de auto-convencerse de algo o ver si pierden el miedo o la inseguridad.

     

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