Manuel Artime Buesa, el Golden boy de la CIA. Por Fabián Escalante Font

 

El día 16 de junio del año en curso, el Presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció en Miami, la derogación de las medidas de su antecesor Barack Obama, con relación al proceso de “normalización” de las relaciones con Cuba. Del discurso poco se puede decir, en todo caso, que el principal afectado es pueblo norteamericano, al cual nuevamente cercenarán sus derechos civiles y humanos, pues Cuba es el único destino del Mundo al cual no pueden viajar.

En el discurso presidencial subyace la evidencia de que Trump  jamás leyó nada relativo a la historia de Cuba y a las luchas de su pueblo por la independencia y soberanía nacional. Ignora que las amenazas jamás han asustado a los cubanos que hemos resistido más de una decena de administraciones norteamericanas, todas con las mismas pretensiones, fracasadas humillantemente. Su retórica fascista se asemeja a una poderosa ola cuando entra en las arenas de un desierto que termina por diluirse, mansamente,  en sus ardientes dunas.

En todo caso, el pueblo norteamericano que se opone mayoritariamente a esas medidas prohibitivas, le exigirá cuentas y la “gusanera” a la cual pretendió complacer –en su momento-  le volteará las espalda cuando otro politiquero de su estirpe le ofrezca una compensación mayor, quizás en el instante de su tan esperado impeschment, que muchos en Washington dan como alternativa a tantas estupideces y equivocaciones.

Para la “puesta en escena” Trump y sus asesores, escogieron el teatro con el nombre de Manuel Artime Buesa, un brigadista capturado en Girón, veterano agente de la CIA, contrabandista de sangre y drogas  y mercenario de larga data, cuya muerte ocurrió repentinamente cuando el comité selecto de la cámara de representantes del Estados Unidos que en 1976 investigaba el asesinato del Presidente Kennedy  lo citó a declarar.

Muchos en Cuba y otras partes del Mundo se preguntarán quien fue este sujeto. ¿Un héroe anticomunista?. Ni siquiera  eso.

En los años cincuenta se graduó de médico siquiatra en la Universidad Católica de Villanueva, donde ejerció como profesor, a la vez que se preparaba como joven promesa política, para en su momento ocupar algún cargo y quizás con el tiempo y las amistades, porque no, ser Presidente del país. Pero, la Revolución cubana encabezada por Fidel Castro disolvió aquellos sueños, por lo cual el pragmático Artime se “alzó” el 30 de diciembre de 1958 en la tropa del traidor Huber Matos, que generosamente le otorgó los grados de teniente y más tarde de capitán, sin haber disparado un tiro.

Poco después, en los primeros meses de 1959, se infiltró en el Instituto de Reforma Agraria y se autoubicó en Manzanillo, organizando los “comandos rurales” con elementos de la juventud católica universitaria con la finalidad de indisponer al campesinado de la Sierra Maestra en contra de las nuevas leyes revolucionarias, algo en lo que fracasó olímpicamente. En aquellos meses, sostuvo varias reuniones conspirativas con elementos disidentes de la revolución tales como Humberto Sorí Marín, Huber Matos, Manuel Ray, Manuel Urrutia, Eloy Gutiérrez Menoyo, Pedro Luis Díaz Lanz y sobre todo, con su enlace con la embajada norteamericana de la Habana, Bernard Baker, un cubano que había combatido en la guerra de Corea, a quien  entonces, la CIA  utilizaba como enlace con los contrarrevolucionarios del patio.

Los conspiradores aspiraban a que la asonada militar encabezada Huber en octubre del 59 les posibilitara alcanzar cargos decisivos en el nuevo gobierno que pretendían conformar, después del derrocamiento de la Revolución, pero, otra vez volvieron a fracasar.

Como buen capitán araña, a través de sus contactos con Baker logró que la CIA lo sacara de La Habana rumbo a Guatemala en un barco carguero, arribando posteriormente a Miami, donde lo esperaba Howard Hunt, responsable por la Agencia para organizar una “responsable oposición política” en el extranjero. Allí fundó el Movimiento de Recuperación Revolucionaria, MRR que de inmediato se puso a entrenar hombres en los campamentos de la CIA para realizar terrorismo y sabotajes dentro de Cuba.

Su “encendido” verbo lo llevo a recorrer varios países latinoamericanos para denigrar la revolución cubana, de muchos de los cuales tuvo que salir, en los teatros donde hablaba, por la puerta trasera, pues los comités de solidaridad con Cuba, se encargaban de abuchearlo y expulsarlo. San José, Costa Rica, fue uno de aquellos escenarios.

En diciembre de 1960, después de una gran trifulca entre batistianos, auténticos y disidentes de la Revolución  que se entrenaban en los campamentos de mercenarios en Guatemala, la CIA decidió -para apaciguar el conflicto- nombrar a Artime “jefe civil de la brigada” y con ella desembarcó en Bahía de Cochinos en 17 de abril de 1961, donde como se sabe, fue rápidamente capturado por las milicias nacionales.

Antes, en enero, había designado a su segundo en Cuba, Rogelio González Corzo, para desatar una ola de terror interno, con los suministros facilitados por la CIA, que debía “ablandar” al pueblo cubano vísperas de la agresión. Sin embargo, el pueblo los capturó a casi todos y los pocos que escaparon tuvieron que salir en carrera para la madriguera del Norte.

El 24 de diciembre de 1962, el presidente Kennedy recibió en el Orange Bold de Miami, a los mercenarios por los cuales tuvo que indemnizar a Cuba, y allí les prometió devolver la bandera de combate de la brigada en una “Habana Libre”. Pocos días después, en febrero de 1963 se entrevistaba junto a su asociado Enrique Ruiz Williams con Robert Kennedy para coordinar las nuevas acciones contra Cuba, que en su caso, consistirían en organizar un contingente de 500 hombres en Nicaragua, para formar “la II guerrilla naval” y hostigar el comercio hacia y desde Cuba y así completar el bloqueo económico.

Sin embargo, en junio de ese año, la CIA había involucrado a Artime, agente Am/Biddy en un complot de mayores dimensiones. Se trataba de utilizar las fuerzas que ya contaban con barcos y embarcaciones rápidas, todas artilladas en una operación que, coordinada con Rolando Cubela, agente Am/Lash debía asesinar a Fidel Castro en aquel año, de manera tal que descabezada la Revolución, Artime pudiera desembarcar sus hombres por la provincia de Matanzas, capturar su capital y desde allí solicitar ayuda a la OEA y Estados Unidos.

Un cable cifrado de la CIA del mes antes citado, da cuenta a todas las estaciones de ese Agencia en el Mundo del inicio de la operación Am/World nombre código del proyecto antes referido, donde explica que Estados Unidos estaba dispuesto públicamente a asumir las consecuencias de una operación de tal naturaleza que pretendía asesinar a Fidel y derrocar al gobierno revolucionario.

En esos meses, Artime recibió la visita en sus campamentos de Nicaragua de un par de dirigentes contrarrevolucionarios que estuvieron involucrados en el magnicidio de Kennedy en Dallas entre ellos, Paulino Sierra secretario de la Junta de Gobierno Cubana en el Exilio y Manuel Salvat, coordinador del Directorio Revolucionario DRE. Ellos estuvieron junto a Antonio Veciana en Dallas, Texas, en unión de varios terroristas de origen cubano, coordinando actividades subversivas, en los días previos al asesinato del Presidente, supervisados por David Phillips, quien se había reunido el 21 de septiembre con Lee Harvey Oswald en un episodio aún no aclarado por los investigadores oficiales norteamericanos.

Como queda expuesto, se trata de una trama criminal en la cual Artime, Sierra, Salvat y Veciana, junto a Phillips, estuvieron vinculados con Oswald -el presunto “asesino solitario”- y que aún permanece oculta en las investigaciones que el gobierno norteamericano se niega a desclasificar.

El 4 de diciembre de 1963 Salvat marchó a Managua, Nicaragua, para sostener una entrevista urgente con Manuel Artime y con los oficiales CIA que lo controlaban, Howard Hunt y James McCord[1]

En 1964 la operación de Artime en Nicaragua se fue diluyendo sin penas ni glorias. Tan solo sobrevivieron los negocios entonces comenzados, asociados a la familia Somoza de Nicaragua, quienes de conjunto iniciaron un tráfico de plasma sanguíneo entre aquel país y Miami, que luego transformó en contrabando de drogas provenientes de Colombia.

Meses más tarde, en diciembre de 1964 la CIA activa nuevamente el complot de asesinato a Fidel, propuesto por Rolando Cubela, y Artime se entrevista con el mismo en Madrid, España, para coordinar las acciones a desarrollar. La idea operativa que más tarde la CIA aprueba es que Cubela asesine a Fidel con un fusil de alta potencia, en un acto por el 13 de marzo en la escalinata de la Universidad habanera y Artime, una vez descabezada la Revolución, desembarque sus tropas y capture la ciudad de Matanzas, donde se declararía un gobierno provisional que reclamara la ayuda de la OEA y Estados Unidos, que pronto acudirían en su ayuda. En estos trajines estarán hasta marzo de 1966, donde los organismos de seguridad, que los tenían penetrados, desarticularían el complot y arrestan a los principales responsables.

Artime, capitán araña de siempre, no llegó a Cuba y después de “vender” todos sus arsenales a precio de oro, regresa a Miami, donde encuentra a una contrarrevolución desarticulada y en proceso de atomización. Solo que entonces los terroristas más radicales son lo que tienen el poder real y entre otras actividades se dedican a extorsionar a la comunidad cubana y asesinar a cuantos se opongan a sus fines.

Sin embargo, Artime mantiene sus estrechos vínculos con la CIA y la Mafia norteamericana, con las cuales se inicia en los negocios del contrabando de armas a diferentes rincones del mundo donde la guerra campea por sus fueros. Fue uno de los instigadores de la Fundación Cubano-Americana de Jorge Más Canosa, a quien además del pensamiento político retrogrado lo unían los negocios.

Según el testimonio del capitán Bradley Ayers, responsable en la JM/Wave por el entrenamiento de los comandos de misiones especiales de la CIA que sistemáticamente atacaban objetivos en Cuba, Artime estaba estrechamente unido a David S. Morales, jefe de operaciones de la mencionada base, anticomunista furibundo, que había prestado antes sus servicios en la embajada americana de la Habana hasta el rompimiento de relaciones diplomáticas y uno de los sospechosos del asesinato del presidente Kennedy. También con David Phillips, responsable de la sección Cuba en la CIA y personajes tales como John Rosselli de la familia mafiosa de Chicago, Tony Sforza y Rip. Robertson, todos estrechamente relacionados con el sindicato del crimen organizado.

Según las informaciones citadas, todos murieron repentinamente a raíz de la creación del Comité Selecto de la Cámara de Representantes que en 1976 investigó el asesinato del presidente Kennedy, salvo Morales, a quien  a finales de ese decenio le dio un infarto en su pueblo natal y su traslado en ambulancia a un hospital para recibir auxilio demoró más de tres horas, circunstancia que lógicamente lo condujo a la muerte.

Manuel Artime fue por sobre todo un mercenario, contrabandista, mafioso y agente CIA, que le valió el sobrenombre en la Agencia de “golden boy” o el chico de oro. Hubiese sido necesario que el presidente Trump antes de sus intervenciones, sobre todo las relacionadas con Cuba, se preparara, leyera y estudiara para que no hiciera papelazos y cometiera errores garrafales, pero creo que eso sería igual que pedir peras al olmo.

[1] Howard Hunt y James McCord, oficiales de la CIA capturados en las oficinas del Partido Demócrata en Watergate que origino el escándalo político que costó la renuncia del presidente Nixon. Veteranos de la guerra subversiva contra Cuba, estuvieron en sus principales episodios.

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6 Responses to Manuel Artime Buesa, el Golden boy de la CIA. Por Fabián Escalante Font

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  3. James Jesus Angleton says:

    Guerrillero de tres días en la Sierra Maestra y de tres días más en Girón

     
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