Fernando Martínez Heredia en el tiempo crucial de Cuba. Por Iroel Sánchez

 

Destrozado quedé cuando temprano en la mañana de este lunes recibí la noticia de que había muerto Fernando Martínez Heredia. Con pocas palabras, pronunciadas entrecortadamente, pude reaccionar: “lo perdemos cuando más falta nos hace”. 

No hablaré aquí de cómo lo conocí, del honor de su amistad, de conversaciones con Esther, o de las visitas al humildísimo apartamento donde en una computadora antediluviana, ambos aportaron a Cuba un trabajo por el que muchas veces se negaron a cobrar un solo centavo. Para algunos se ha puesto de moda despedir a grandes personas hablando más de sí mismos que de quien se ha marchado. Así, el tributo se convierte en oportunidad para desviar la luz que merece justamente una trayectoria memorable hacia el ego de un supuesto admirador que ahora resulta ser el más cercano amigo y hasta reconocido discípulo. 

Fernando jamás hizo eso, él hablaba de esencias, de ideas, y de cómo convertirlas en hechos en beneficio de las mayorías. En estos últimos años se dedicó “a mostrar con claridad las cuestiones principales, porque, en tiempos como estos, esas cuestiones exigen claridad y determinación”, cuando “estamos viviendo en Cuba un tiempo crucial de enfrentamiento cultural entre el socialismo y el capitalismo”. 

Siempre políticamente incorrecto: cuando otros se derretían por aparecer en la prensa norteamericana, escribió la descripción más sintética y demoledora que he leído sobre The New York Times, en un breve texto cuyo título de por sí es una joya: “Cuba, EE.UU. y el mundo de los contratos” con el que se adelantó a lo que después sería la política de Obama hacia Cuba.  Cuando se linchaba mediáticamente a los jóvenes que representaron a Cuba  en los foros paralelos de la VII Cumbre de las Américas, en Panamá, tuvo el valor de ir a contracorriente y expresar “admiración hacia las actitudes ejemplares que tuvieron”. 

Cuánto hubieran dado por tenerlo entre sus colaboradores algunos bienpagados espacios para así legitimar su trabajo de zapa, los mismos que ahora lo halagan oportunistamente desde donde se lanzó la tesis de que no existe la guerra cultural que él sistemáticamente denunció. Pero él prefirió siempre enviar sus textos a Cubadebate y La pupila insomne, sabiendo que sólo recibiría a cambio la publicación inmediata por sus leales compañeros y el respeto admirado de los lectores. Tampoco fue en las embajadas occidentales ni en  eventos financiados con nutridos patrocinios donde dijo sus verdades: las organizaciones de solidaridad con Cuba, las instituciones culturales de la Revolución y los espacios en que se reúnen los luchadores contra el imperialismo fueron su tribuna. 

Ha muerto un comunista, para algunos un “extremista de izquierda”, como él mismo nos contó llamaban a Antonio Guiteras los embajadores norteamericanos. Un guevarista, un fidelista, un martiano y un marxista antidogmático al que tendremos que volver muchas veces en las batallas contra el “anexionismo simbólico” y el “nacionalismo de derecha”, a los que dedicó agudas valoraciones. 

Fernando Martínez Heredia fue, sin dudas, un hombre bueno y limpio, pero nos nos quedemos ahí. Como él nos dijo sobre Fidel, también de Fernando hay que rescatar “su caudal”, precisamente ahora “cuando el capitalismo enarbola su democracia desprestigiada, corrupta y controlada directamente por oligarquías, y les exige a los gobernantes tímidos y a los opositores respetuosos que se atengan a sus reglas como a artículos de fe, una actitud que sería suicida, porque esas reglas están hechas para conservar el sistema de dominación capitalista.”

En la tarea de forjar una cultura anticapitalista y antiimperialista, su obra, pero también su fe en el pueblo y especialmente en los jóvenes, su ética de intelectual revolucionario, son un referente que no tenemos derecho a perder.

 

 

 

 

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5 Responses to Fernando Martínez Heredia en el tiempo crucial de Cuba. Por Iroel Sánchez

  1. Alejandro says:

    La Jornada:
    http://www.jornada.unam.mx/2017/06/13/correo

    A la memoria de Fernando Martínez Heredia

    Ha muerto en La Habana, a los 78 años, Fernando Martínez Heredia, premio Nacional de Ciencias Sociales, uno de los más notables pensadores surgidos en la fragua de la Revolución Cubana. Combatiente revolucionario desde muy joven en las filas del Movimiento 26 de julio, siempre combinó la práctica con grandes empresas intelectuales, con las que contribuyó a enriquecer el pensamiento revolucionario de Cuba y de nuestra América. Muy ligado a México y a las ciencias sociales en este país, fue importante colaborador científico del seminario Problemas del Mundo Actual del Centro de Investigaciones Científicas en Ciencias Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México. Vinculado a otros importantes centros de pensamiento, fundó y dirigió el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y la revista Pensamiento crítico –ambos de fecunda trascendencia–, colaboró como investigador en los Centros de Estudios sobre América y sobre Europa Occidental del Partido Comunista de Cuba y en los últimos años presidía las cátedras Che Guevara y Antonio Gramsci, de la Universidad de La Habana y el Centro de Estudios Juan Marinello, respectivamente.

    Nutrido de lo mejor del pensamiento cubano, Fernando bebió de las ideas de Martí, Fidel y el Che, y supo conjugar el desarrollo de un agudo pensamiento crítico con un sólido compromiso revolucionario y un lúcido sentido de la historia. Internacionalista de cepa, tuvo lazos muy estrechos con los movimientos revolucionarios armados en los años 60 y 70, y en las últimas décadas se asoció muy activamente a movimientos sociales, como el MST y el zapatismo, a la vez que defendía con pasión la nueva ola de gobiernos revolucionarios y progresistas surgidos después de la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, en 1999. Sentía una honda admiración por el chavismo. Fernando deja muchos y muy buenos amigos en la academia y en los ámbitos de la transformación social y política de México. En La Jornada se ha sentido muy profundamente su partida. Nos solidarizamos con su familia y amigos en Cuba, así como con el movimiento intelectual cubano ante esta sensible y dolorosa pérdida. La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, aseveró Martí.

    Pablo González Casanova, John Saxe-Fernández, Héctor Díaz-Polanco, Luis Hernández Navarro, Beatriz Torres, Ángel Guerra Cabrera, Darío Salinas Figueredo, José Escamilla, Teresa Castro y Consuelo Sánchez

     
  2. Juan Carlos Corcho Vergara says:

    Mi respeto, mi admiración, y mi cariño, fue alguien a quien sentí muy cercano, a pesar de no haberlo tratado personalmente, nuestro mejor homenaje es promover toda su obra con sus luces y enseñanzas, convertirlas en machetes mambises, en esta ,la batalla de nuestro tiempo, ´´Nutrido de lo mejor del pensamiento cubano, Fernando bebió de las ideas de Martí, Fidel y el Che´´ y yo agregaría y de Maceo, su hidalguía no deja lugar a la duda de la admiración que el sentía por el Titán de Bronce, ´´ Jefes y oficiales negros y mulatos tuvieron por primera vez en Cuba presencia en el mando y en la política, junto a blancos pobres que alcanzaron iguales rangos. Su actividad político-militar destacada fue uno de los factores más importantes para la plasmación de la identidad nacional y la creación de la nación cubana. Antonio Maceo fue el principal líder político de la Revolución desde la muerte de Martí hasta su caída en combate. Como tal actuó desde Oriente en 1895, y la Invasión a todo el país– que dirigió junto a Máximo Gómez– lo convirtió en un gran líder político a escala nacional. Pero pasó en un aislamiento muy combativo sus últimos diez meses de vida. Aquella actitud de subordinar todo lo personal a la causa revolucionaria completó su grandeza.´´ tomado del artículo ´´Los más humildes también crearon la nación´´ del profe Fernando Martínez Heredia

     
  3. Carlos Enrique Bischoff says:

    Salud Iroel, meses sin entrar aunque leo seguido, pequeños problemillas me tienen dia regular dia no tanto. Pero hoy esta noticia me golpeó, no solo por la gentileza que el Cro. Fernando tuvo en su momento de atender mis inquietudes, en una charla programada para 20 minutos que al fin se prolongó más de tres horas, sino por el panorama que abría en cada una de sus observaciones. Que a casi tres años de distancia, siguen vigentes como su aseveración sobre El Socialismo y el Hombre en Cuba: “tiene mucho trabajo por delante”. Dentro de mis modestas capacidades le hice caso, y me ayudó a entender mejor la potencialidad del pensamiento revolucionario y su visión de los carriles por que se desarrolla. Tal vez lo más acabado sobre el del Che. Un abrazo, hermano, mi cabecita y mi corazón, con ustedes.

     

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