Hace unos días conocí a una pareja de médicos etíopes que vinieron a Cuba siendo unos niños, crecieron en este país y se graduaron en universidades cubanas. No me sorprendió cuando expresaron su eterno agradecimiento a la Revolución Cubana y a Fidel, que facilitaron su formación gratuita hasta llegar a especialistas en Medicina General Integral y en Cirugía. Pero este no es un caso aislado. En los últimos 50 años se han graduado en tierra cubana decenas de miles de estudiantes extranjeros en diferentes especialidades universitarias.
En Cuba se le da a cada ser humano desde que nace una real y absoluta igualdad de oportunidades para el más pleno desarrollo físico e intelectual, sin importar sexo, raza o procedencia social. No se encuentran niños mendigos, ni abandonados por las calles y la enseñanza obligatoria llega hasta el noveno grado.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2015 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que contempla los índices de esperanza de vida, acceso a la educación y nivel de vida, ubica a Cuba con un desarrollo humano alto.
La prostitución infantil, tan generalizada en los países subdesarrollados y del primer mundo como Estados Unidos, y el comercio de niños, no existen en esta isla bloqueada y acusada.
Mientras que en muchos países la mortalidad infantil supera los 30 o 40 por mil nacidos vivos, lo que significa que cientos de miles de niños mueren todos los años, en Cuba la cifra se ha reducido a menos de 5 en menores de un año, inferior a muchos países desarrollados. Desde el primer mes de embarazo hasta que se produce el parto todas las mujeres cubanas en estado de gestación tienen un seguimiento a través del sistema primario de salud, único en el mundo y reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha permitido que la mortalidad materna se ubique en 35,1 por cada cien mil, también de las más bajas entre todas las naciones.
La esperanza de vida al nacer se ha elevado a 79 años, desde el triunfo de la Revolución hasta hoy, posibilitando a cada ciudadano una vida más prolongada, saludable y segura.
El nivel de desempleo está por debajo de un 4%, índice que la sitúa entre los primeros 30 países con mejor desempeño en esta esfera, por encima de países desarrollados.
Qué diferencia con lo que sucede en el país que se dice paladín de los derechos humanos y que desde 1985 está haciendo hasta lo imposible por condenar a Cuba en los diferentes mecanismos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En la Cuba revolucionaria jamás se ha torturado a un ser humano, sin embargo en el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo, Estados Unidos ha torturado a detenidos que no han tenido el derecho a ser defendidos por abogados.
El racismo, la muerte con armas de fuego en escuelas y lugares públicos, el incremento de la población penal que ya rebasa los 2 millones, el desempleo y la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, son males de la sociedad estadounidense que trasgreden los derechos humanos, y que el presidente Barack Obama reconoció en su reciente visita a Cuba.
“Pero yo creo que los derechos humanos son universales. Creo que son los derechos del pueblo estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo”.
Entonces me pregunto, qué derechos tienen los miles de iraquíes, libios, sirios y afganos que han muerto por los bombardeos de aviones de Estados Unidos, incluidos los famosos drones en los últimos años. Una vez más se pone de manifiesto que el discurso del inquilino de la Casa Blanca va por un lado y sus hechos van por otro.
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