En “Dialogar, dialogar” sobre el discurso de Fidel en la Universidad. Por Iroel Sánchez

 

El espacio Dialogar, dialogar que conduce el historiador Elier Ramírez, dedicó su edición de octubre a analizar la vigencia del dicurso pronunciado por Fidel el 17 de noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana del que acaban de cumplirse diez años. Como parte del debate, desde el público, realicé esta intervención cuya transcripción Elier ha tenido la amabilidad de publicar en su blog.

Hay en el discurso un tema central que tiene que ver con la idea de la reversibilidad y lo que dice Fidel relacionado con lo que se ha interpretado como la corrupción y que es mucho más amplio que eso por su relación con la ética y la desigualdad. Él dice: “hay que ver dónde empezó la confusión”,  y empieza a hacer el recorrido histórico por el impacto del estalinismo y cómo contribuyó a la “calumniosa idea de que para un comunista el fin justifica los medios”. Es algo que se ha subrayado en muchos análisis del discurso y que me parece que es algo esencial, su esencia ética.

Segundo: la relación que Fidel establece entre robo y desigualdad. Sí porque él no dice corrupción, él dice robo. Él dice “¿cuántas formas de robo hay en este país?” De hecho estoy sugiriendo que tengamos en algún momento un panel aquí sobre la desigualdad hoy. Porque he leído cosas, y no estoy hablando cosas a nivel teórico, si no desde la prensa, donde a veces la desigualdad es vista como signo de progreso. Y yo creo que si eso va a ser parte de nuestro discurso, por lo menos tiene que pasar por una discusión más profunda en el seno de nuestras organizaciones, empezando por el Partido.

En ese sentido lo que Fidel lideró por esos años y le llamó batalla de ideas tiene una lógica tremenda, independientemente de las deformaciones de algunas personas que tuvieron que ver con su implementación; Fernando Martínez Heredia le llama la Ofensiva de Fidel para “frenar desigualdades y reforzar al socialismo”. Cuando el recorrido del documental dolorosísimo de Silvio por los barrios, yo pensaba en cómo aquellas acciones establecieron lazos de esos jóvenes viviendo en condiciones difíciles de marginalidad con el proyecto de la Revolución, con el socialismo, cómo Fidel puso a miles de estudiantes universitarios a trabajar en función de los más desfavorecidos y a entrar en contacto con esas realidades para transformarlas. Incluso el compañero que está sentado aquí al lado mío me decía “a mí salvaron”.

En el caso de la proporción de jóvenes en las universidades en el que al parecer hemos descendido bastante del primer lugar en América Latina, alguien me decía estamos en el tercer lugar de abajo hacia arriba, y si eso es cierto podemos estar afectando la cohesión social con decisiones que si se analizan solo desde el punto de vista económico pueden parecer correctas. Pero si algún país necesita estar cohesionado socialmente es este, para enfrentar todas esas cosas que decían ustedes.

Hay que ver cómo, es verdad que tuvimos que hacer ajustes; pero lo que no puede ser es que haya una fractura de la movilidad social de los humildes en este país que también es otro tema a tratar. Fidel dice “…yo sé de dónde ustedes vienen” y se refiere al origen humide de los jóvenes que están en ese auditorio, después de hablar de diferencias de clases. La lucha de clases es el motor de la historia, pero los motores pueden ir para delante y también hacia atrás, y allí está el concepto de la reversibilidad.

Este es un escenario, en que cada vez más se va internacionalizando la lucha de clases; donde Miami juega un rol en ese escenario cada vez mayor. Y por supuesto es correcto abrirse a ese mundo y hay que asumirlo, lo que no se puede ignorar es la reproducción de ese escenario clasista.

Ahora mismo estaba viendo un video de Fidel en el 94, en el Encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba donde el explica el tema de la inversión extranjera y todo lo que había conducido a “cambios y reformas que vamos haciendo”, y  agregaba principios que se mantienen: el poder del pueblo, que quiere decir -dice él- el poder de los trabajadores y no de las transnacionales.

Hay discusiones que tenemos que sostener desde dentro, no sé si a raíz del Congreso del Partido o a raíz de otra cosa. Pero que tienen que jugar ese papel movilizador, porque lo que Fidel hace, más que un discurso, es una gran movilización, y detrás de eso hay un concepto de la participación, que es el concepto de participación de la Revolución y del que Fidel es uno de sus grandes autores. Habla de los muchachos metidos en los CUPET, habla de la lucha contra la corrupción desde un enfoque de la participación popular, el éxito de eso se puede o no discutir desde el punto de vista económico pero desde el punto de vista político es indiscutible.

Y a veces salen noticias en que parece estamos aprendiendo de la lucha contra la corrupción de otros países desde el punto de vista técnico y olvidando los elementos políticos y copiando cosas que ignoran las herramientas de las organizaciones sociales nuestras en la base, de control popular, sobre todo en aquellos aspectos con los que choca la vida cotidiana del pueblo ¿Vamos a luchar contra la corrupción desde las experiencias de España o Panamá? (murmullos). Las auditorías son muy importantes, pero las auditorías no son el único método para combatir la corrupción.

Ese elemento movilizador desde la participación popular es lo que yo creo que marca el centro del discurso de Fidel. Y el elemento, por supuesto, ético.

Uno o dos días después, él va a la Mesa Redonda en la televisión para hablar de las transformaciones para el ahorro energético y dice una frase, que de una manera u otra también está en los discursos de Raúl hoy y en la situación que busca transformar la implementación de los Lineamientos: “En este país el que menos trabaja es el que mejor vive”. Otra vez, la desigualdad aparece como un elemento a combatir. Entonces tú no puedes movilizar a nadie sobre la base de que eso no existe. Yo creo que son discusiones que urgentemente tenemos que tener. Si de algo sirve, si algún homenaje tenemos que hacer a ese discurso, que a mi juicio es trascendental, es el debate y la movilización.

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5 Responses to En “Dialogar, dialogar” sobre el discurso de Fidel en la Universidad. Por Iroel Sánchez

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  2. Asdrubal Salinas says:

    Es increible que se haya abandonado estas discuciones y analisis. Los 90 hicieron mucho dano a la conciencia de esa generaciones y sento un presedente nafasto en nuestro pueblo y en su actuar.
    La Revolucion y nuestro sistema esta en Peligro.
    Batallas de ideas ahora.!!!, Rectification de errores…ahora…!!!; o la Revolucion- Sistema, se ira a Bolina….

     
  3. jesusdelrio44 says:

    Denostando a Stalin, asi empezo Gorbachov.

     
    • Esto es lo que dice Fidel:

      Hablábamos de la importancia del factor ético. Habría que investigar las razones de la confusión. Pienso que ocurrieron acontecimientos históricos que influyeron en la idea de que para un comunista el fin justificaba los medios, acontecimientos internacionales difíciles de comprender —los he mencionado en más de una ocasión—, a pesar de todo el antecedente que constaba del intento franco-británico, las dos grandes potencias coloniales, las mayores del mundo, de lanzar a Hitler contra la URSS. Pienso que los planes imperialistas de lanzar a Hitler contra la URSS jamás habrían justificado el pacto de Hitler con Stalin, fue muy duro. Los partidos comunistas, que se caracterizaban por la disciplina, se vieron todos obligados a defender el Pacto Molotov-Ribbentrop y a desangrarse políticamente.

      Antes de ese pacto, la necesidad de unirse en la lucha antifascista condujo en Cuba a la alianza de los comunistas cubanos con Batista, y ya Batista había reprimido la famosa huelga de abril de 1934, que vino después del golpe de Batista contra el gobierno provisional de 1933, de incuestionable carácter revolucionario y fruto, en gran parte, de la lucha heroica del movimiento obrero y los comunistas cubanos. Antes de aquella alianza antifascista, Batista había asesinado no se sabe a cuánta gente, había robado no se sabe cuánto dinero, era un peón del imperialismo yanki; pero vino de Moscú la orden: organizar los frentes antifascistas. A pactar con el demonio. Aquí pactaron con el ABC fascista y con Batista, un fascista de otro tipo, un criminal y un saqueador del tesoro público.

      Son acontecimientos muy difíciles, pero venían unos tras otros, y los comunistas más disciplinados del mundo, lo digo con sincero respeto, eran los partidos comunistas de América Latina y entre ellos el de Cuba, del cual tuve siempre y conservo un altísimo concepto.

      Hoy podemos hablar del tema porque hoy vamos marchando hacia nuevas y nuevas etapas.

      Los militantes del Partido Comunista de Cuba eran los ciudadanos más disciplinados, más honrados y más sacrificados de este país, contribuían al Partido; los legisladores del Partido entregaban una proporción de su ingreso, eran la gente más honrada de este país, independientemente de la línea equivocada impuesta por Stalin al movimiento internacional. Cómo culparlos. Póngalos en el dilema de aceptar o no algo, a mi juicio, absolutamente correcto: la unión de todos los comunistas. “Proletarios de todos los países, ¡uníos!”, o romper abiertamente, en aquellas circunstancias, la disciplina.

      Y no soy de los que se ponen a criticar a los personajes históricos satanizados por la reacción mundial para hacerles gracia a los burgueses y a los imperialistas; tampoco voy a cometer la tontería de no atreverme a decir algo que tengo el deber de decir un día como hoy. Nosotros debemos tener el valor de reconocer nuestros propios errores precisamente por eso, porque únicamente así se alcanza el objetivo que se pretende alcanzar. Pues sí, se creó tremendo vicio de abuso de poder, de crueldad, y en especial el hábito de imponer la autoridad de un país, de un partido hegemónico, a los demás países y partidos.

      Nosotros hemos estado más de 40 años manteniendo relaciones con el movimiento revolucionario en América Latina, y relaciones sumamente estrechas. Jamás se nos ocurrió decirle a ninguno lo que debía hacer. Ibamos descubriendo, además, el celo con que cada movimiento revolucionario defiende sus derechos y sus prerrogativas.

      Recuerdo momentos cruciales, lo digo aquí y nada más que una partecita: cuando la URSS se derrumbó y se quedó sola mucha gente, entre ellas nosotros, los revolucionarios cubanos. Pero nosotros sabíamos lo que debíamos hacer y lo que teníamos que hacer, cuáles eran nuestras opciones. Estaban los demás movimientos revolucionarios en muchas partes librando su lucha. No voy a decir cuáles, no voy a decir quiénes; pero se trataba de movimientos revolucionarios muy serios, nos preguntaron si negociaban o no ante aquella situación desesperada, si continuaban luchando o no, o si negociaban con las fuerzas opuestas buscando una paz, cuando uno sabía a qué conducía aquella paz.

      Yo les decía: “Ustedes no nos pueden pedir opinión a nosotros, son ustedes los que irían a luchar, son ustedes los que irían a morir, no somos nosotros. Nosotros sabemos qué haremos y qué estamos dispuestos a hacer; pero eso solo lo pueden decidir ustedes.” Ahí estaba la más extrema manifestación de respeto a los demás movimientos y no el intento de imponer sobre la base de nuestros conocimientos y experiencias y el enorme respeto que sentían por nuestra Revolución para saber el peso de nuestros puntos de vista. En ese momento no podíamos pensar en las ventajas o desventajas para Cuba de las decisiones que tomaran: “Decidan ustedes”, y así cada uno de ellos, en momentos decisivos, decidió su línea.

      Nosotros somos un pequeño país aquí en el Caribe, a 90 millas del imperio y a unas pulgadas de su base ilegal, mil veces más débil que lo que era la URSS en la época de su pacto con Hitler, o cuando estaba dando órdenes a los líderes de los partidos comunistas. En la época de la República de Weimar, que surgió en Alemania después de la Primera Guerra Mundial, la increíble crisis económica desatada como consecuencia del Pacto de Versalles impuesto a aquel país por Inglaterra, Francia y Estados Unidos, por un lado fortalecía al movimiento revolucionario y por otro a las fuerzas nacionalistas más reaccionarias.

      Hitler triunfa electoralmente frente a los partidos burgueses liberales y frente a las fuerzas comunistas combativas y revolucionarias; pero pudo más en esa situación el resentimiento terrible del pueblo alemán por las condiciones leoninas establecidas por los vencedores. Y así es como llega Hitler al poder. Este, en un libro que escribió, había declarado desenfadadamente su propósito de buscar espacio vital en el territorio de la URSS para la raza alemana, a costa de los rusos, a su juicio raza inferior. Todo eso estaba escrito, y el movimiento comunista se educó en ideas y conceptos muy claros contra el nazifascismo.

      En nuestro país, después de tantos revolucionarios caídos, siendo los comunistas los más conscientes, los mejores militantes, la gente más honrada, el partido marxista-leninista fue conducido, sin embargo, a aquella alianza con Batista, que tanto reprimió a los estudiantes y al pueblo en general. Los jóvenes eran muy reacios a su poder; los obreros, que veían sus intereses defendidos continuamente por los dirigentes comunistas, eran firmes y leales al Partido; pero en la juventud y en amplios sectores populares había mucho rechazo justificado a Batista.

      Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, Estado que debió arreglarse y nunca destruirse, ha sido muy amarga. No crean que no hemos pensado muchas veces en ese fenómeno increíble mediante el cual una de las más poderosas potencias del mundo, que había logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un país que pagó con la vida de más de 20 millones de ciudadanos la lucha contra el fascismo, un país que aplastó al fascismo, se derrumbara como se derrumbó.

       
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