Un Girón tecnológico. Por Carlos Martínez Salsamendi

 

Hace algún tiempo leí un reportaje de la prensa cubana bajo el título “Primer Girón Tecnológico”, sobre la develación en Moa de una escultura de Demetrio Presilla al cumplirse el 51 aniversario de la puesta en marcha de la planta niquelífera Pedro Soto Alba (*).

Monumento a Demetrio Presilla

Monumento a Demetrio Presilla

Fue efectivamente un hecho que constituye una hazaña de la naciente revolución en el orden tecnológico, la que, dirigida directamente por el comandante Ernesto Che Guevara, tuvo a Presilla al frente de un grupo de ingenieros y técnicos que laboraron en la planta de Nicaro, y de jóvenes que participaron en el proceso de construcción de la fábrica de Moa y se incorporaron, estimulados por el Che, a los esfuerzos por la incipiente industrialización del país.

En una corta época en la que trabajé en el Centro Coordinador para el Desarrollo del Norte de Oriente, en la profesión que había estudiado – economista – tuve la oportunidad de conocer a Presilla y muchos de los ingenieros y técnicos que, junto a los obreros que también contribuyeron a levantar la planta Pedro Soto Alba, aportaron a dicha hazaña.

También me adentré en la parte técnico-económica del proyecto, al contribuir a la traducción del inglés de su voluminosa documentación. Además de conocer algunas interesantes anécdotas, pude constatar de primera mano lo que constituyó ese “primer Girón tecnológico”. ¿Por qué de ese calificativo?

La fábrica de Moa originalmente fue una inversión de la Freeport Sulphur Co., gigante de la industria químico-minera estadounidense, diseñada específicamente para procesar el mineral laterítico de una extensa zona de la región nororiental cubana, con una composición y cualidades superiores a las conocidas que se procesaban en Nicaro. Era un proceso con la tecnología más avanzada para la época, que se le sigue reconociendo como tal. La empresa estadounidense llevaría el nombre de Moa Bay Mining Company.

En realidad lo que se producía en Moa no era un producto terminado. Era un material – una especie de lodo – que después de beneficiado, se enviaba por mar a la planta de la empresa en el sur de los Estados Unidos sobre el Golfo de México para la terminación del proceso – níquel más cobalto metálico. Incluso, el barco también fue diseñado específicamente para tales propósitos. Llevaba el mineral semi procesado en unas tolvas. De esta manera la empresa se ahorraba el pago del arancel aduanero al no importar un mineral procesado sino como materia prima para la industria. En el viaje de retorno, el barco traía el ácido sulfúrico, insumo principal para el proceso de Moa. ¿Sería, además, otra muestra de dependencia neocolonial?

Una de las anécdotas que me contaron fue que el Che se lamentó de haber firmado el decreto de nacionalización de la fábrica cuando el barco estaba para los Estados Unidos y no un poco después cuando el barco estuviera en aguas cubanas.

La Pedro Soto Alba y su proceso fueron diseñados por un reconocido ingeniero de la India, Tuhin K. Roy, que fue también el principal ingeniero químico que diseñó la fábrica en territorio de los Estados Unidos, y un grupo de profesionales de su país altamente calificados en la materia que trabajaban para la Freeport Sulphur. Pero, igual que en el caso de las refinerías de petróleo estadounidenses, los que pronto dejarían de ser los dueños se llevaron toda la documentación técnica de la planta cuando todavía no se habían concluido las pruebas para su posterior puesta en marcha, seguros de que nunca pudiera ser operada por los cubanos. De ahí, el alto valor del desempeño de Presilla, su equipo y los trabajadores que lograron arrancar la planta de Moa.

Presilla, oriundo de una zona cercana a Mayarí (Abajo), en la hoy provincia de Holguín, trabajó en la fábrica de Nicaro y llegó a ser su jefe técnico principal. Alto y corpulento, era un personaje singular, simpático, ocurrente y bonachón, aunque estricto en el cumplimiento de las normas y disciplinas técnicas. En la fábrica andaba con un casco de protección metálico que tenía las huellas de los golpes que le daba cuando se enfadaba ante el incumplimiento de algún técnico u obrero; se enorgullecía en mostrarlo como casi un trofeo de guerra. Gozaba de gran respeto de los dirigentes y trabajadores y, especialmente del Che, quien le reconocía sus méritos y entrega.

Supe también sobre una anécdota de tal reconocimiento del Che a Presilla y de la condición humana del Guerrillero Heroico: en una ocasión le plantearon que Presilla tenía dos esposas en aquellos momentos, una en La Habana y la otra en Nicaro – conocí a las dos -. La de la Habana era lo que se le llama en la región oriental, una indiana por el color de la piel y sus bonitos rasgos físicos. La de Nicaro era una negra alta y de belleza exuberante; parecía una diosa de ébano que llamaba poderosamente la atención cuando caminaba por las calles del poblado de Nicaro. El Che desestimó la queja, que tenía pretensiones de chisme, y ripostó que lo que había que considerar era lo que Presilla había significado y seguía significando para la producción de níquel, y no meterse en su vida personal.

Además de lograr la puesta en marcha de Moa, Presilla y los ingenieros y técnicos que lo acompañaron en aquella hazaña, brindaron también una demostración de sus altos conocimientos profesionales y la dedicación a defender los intereses de Cuba. A finales de la década de 1960, Tuhin K. Roy presentó al Gobierno revolucionario – ya el Che estaba en tierras bolivianas – un mega proyecto que por sus objetivos resultó de gran interés por lo que podría significar para el desarrollo del país.

Con el nombre de Aprovechamiento Integral de los Minerales de Pinares de Mayarí, el proyecto consistía en: A partir de los minerales lateríticos de la meseta Pinares de Mayarí, extraer el níquel y cobalto, llevándolos a níquel y cobalto metálicos; con el residuo, que se conoce como “colas”, se extraían otros valores metálicos como el cromo, manganeso y alúmina, y obtener al final un mineral con alto valor de hierro que haría rentable una siderurgia, propuesta a microlocalizarse en Felton, en la bahía de Nipe frente a Nicaro por el Occidente.

El proyecto fue presentado con una profusamente detallada documentación técnica, incluido el estudio de factibilidad económica. Parecía una magnífica oportunidad para la economía cubana. El proyecto, una vez aceptado, costaba varios millones de dólares. Conllevaba, además, grandes inversiones en infraestructura e industrias de apoyo.

Para el estudio de la propuesta se constituyó un grupo integrado por los mejores ingenieros y técnicos cubanos de las fábricas de Nicaro y Moa en el que estaban, entre otros, Presilla y los que junto a él llegaron a arrancar la Pedro Soto Alba. De algunos, recuerdo los nombres de los ingenieros Preval, Israel y Ventura. Al frente del estudio y su evaluación estaba el ingeniero Álvaro Hernández Lora, uno de los profesionales que, en su política de sumar, el Che captó para la creación del Ministerio de Industrias, y que en aquel momento dirigía el Centro Coordinador para el Desarrollo del Norte de Oriente.

Fui testigo de las intensas sesiones de trabajo entre el grupo cubano y el equipo de profesionales también altamente calificados que acompañaban al señor Roy; las sesiones de trabajo se celebraron en La Habana y en Nicaro. Para mi satisfacción y la de todos los que conocían sobre el proyecto guardo con especial recuerdo las extensas discusiones en las que el grupo cubano, con sólidos argumentos, fueron demostrando las deficiencias y los errores que desvirtuaron los beneficios que pretendían “vender” sus autores.

En definitiva, no solo se le ahorró al país varios millones por el proyecto, sino que se evitó que hubiera sido un fiasco una gigantesca inversión para un falso objetivo dirigido al necesitado desarrollo económico de Cuba. ¿Sería también una acción intencional, aunque solapada, en la ya declarada política de sabotaje económico contra la Revolución cubana?

Por todo ello me alegró sobre manera la noticia del homenaje permanente a Demetrio Presilla.

La Habana, octubre, 2015.

(*) Joven miembro del Ejército Rebelde, muerto en el combate por la toma del cuartel de la guardia rural de esa localidad. Expedicionario del yate Granma, alcanzó el grado de Primer Teniente y fue ascendido póstumamente al de Capitán.

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One Response to Un Girón tecnológico. Por Carlos Martínez Salsamendi

  1. Arturo Menéndez says:

    Esta parte de nuestra historia, no siempre bien conocida y divulgada, es muy importante. Es un ejemplo de la gran capacidad de dirección del Guerrillero Heroico, la cual incluye la valoración objetiva del hombre en cada contexto. Esa capacidad la necesitamos imperiosamente en la compleja actualidad. El Che sigue siendo un referente y mas ahora cuando nuestros sueños y anhelos se ven amenazados desde afuera y desde dentro. Gracias al Profesor Salsamendi por su excelente reseña.

     

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