Cuba, proyección global y política norteamericana: factores explicativos (Parte I)

 
Santiago Pérez Benítez[1]

cuban_american_flag_v2-2-325x200El primer semestre del 2015 fue pródigo en sucesos vinculados a las relaciones de  Cuba con importantes actores internacionales, los cuales han mostrado un renovado interés en acercarse  a la Isla. Raúl Castro participó en la Cumbre de la CELAC en enero, del ALBA en febrero, y en  la Cumbre de las Américas en el mes  de abril. Sostuvo conversaciones, formales e informales, con prácticamente  todos los presidentes del área. En cuanto a los BRICS, el Presidente cubano visitó Moscú, y estuvieron en la Habana el Viceprimer Ministro de China y el Canciller ruso. Miguel Díaz Canel, primer vicepresidente cubano, por su parte,  fue recibido por las máximas autoridades de la India y de  Sudáfrica.

En el semestre hubo importantes encuentros con representantes de los países capitalistas desarrollados, miembros de la OECD y del G-7. En Panamá se sostuvo una entrevista con el Primer Ministro de Canadá. Pasaron por Cuba  el Presidente francésla Alta Representante de la Unión Europea  para Asuntos Exteriores, con quien se negocia un Acuerdo Marco de Diálogo Político y Cooperación, así como los Cancilleres de Alemania, Francia, Holanda, y de Japón. El Presidente cubano, por su parte, realizó una visita de tránsito a Roma y se entrevistó con el Primer Ministro de Italia y con el Papa Francisco, quien llegará a Cuba este septiembre. También estuvo en la Habana en el semestre el Presidente de Turquía, el de Serbia, el Vicepresidente de Angola, entre otras delegaciones.

Este  despliegue  es el resultado  de una sistemática y activa política de Cuba, que ha buscado y logrado  diversificar los  nexos externos en medio del tradicional acoso norteamericano. No hay dudas de que estos logros representan reconocimientos explícitos a la legitimidad del  gobierno y al modelo cubano. Demuestran, además, que Cuba tiene muchas opciones de desarrollo en las relaciones con Estados de diferentes regiones del mundo y con otros actores, no solo con EE.UU.

Pero la  reanimación del activismo  hacia Cuba es consecuencia también de la decisión del 17 de diciembre del 2014  de EE.UU. y de Cuba de restablecer relaciones diplomáticas. La sui géneris “estampida” hacia la Habana se explica por la desaparición del obstáculo que representaba EE.UU. como inhibidor de los nexos de países aliados o cercanos a Washington, que desde siempre tuvieron intenciones de reforzar los vínculos con Cuba, pero que se limitaban por la hostilidad norteamericana. Igualmente pesa la potenciación de los intereses en la perspectiva de una  eventual desaparición  del bloqueo  económico de EE.UU., lo que ampliaría las posibilidades económicas cubanas por su cercanía al mayor mercado del mundo. Puede existir la noción en algunas capitales de que en las nuevas coyunturas el modelo cubano inexorablemente va a “transitar” hacia el capitalismo, y que es imprescindible estar presente y “acompañar” a Cuba en su proceso de tránsito.  Por su parte, los actores tradicionalmente amigos de Cuba desean reivindicar y solidificar sus posiciones, asegurando sus intereses y ampliando los nexos a otras esferas bilaterales, sobre todo en el ámbito de las inversiones.

Esta nueva coyuntura le permite a Cuba una mayor maniobrabilidad internacional para continuar manejando la  diversificación de sus vínculos, y  su estructural dependencia económica externa. Estrategia contra estrategia, diría José Martí. El escenario también se presenta propicio para la interacción mayor   de Cuba con un creciente número de actores  no estatales  entre los que se encuentran grupos empresariales, transnacionales, medianas y pequeñas empresas, grupos de las sociedades civiles, de solidaridad, gobiernos estaduales, provinciales, movimientos religiosos, fuerzas políticas de distintas latitudes, que cada vez tienen un mayor protagonismo en el sistema internacional.

En cuanto a EE.UU., no hay dudas que el restablecimiento de relaciones resulta positivo, pues aleja la posibilidad de una conflagración militar y retira una importante presión sobre la seguridad nacional; genera una atmósfera de distensión y normalidad en las relaciones; ofrece mecanismos políticos  para lidiar con las diferencias y los venideros conflictos bilaterales;  incrementa la cooperación en temas de interés mutuo. Además pudieran obtenerse determinados dividendos económicos, sobre todo si en la perspectiva se levanta totalmente el bloqueo, o de forma parcial por órdenes ejecutivas. Ya  se incrementan los viajes a Cuba, así como las  remesas de los cubanoamericanos, entre otros beneficios.

Pero el  nuevo momento político implica también importantes desafíos y riesgos para Cuba, tanto en las relaciones con los actores mencionados, como con EE.UU. Sin embargo, para  la Isla, la relación con Washington no es solo el más importante problema de seguridad nacional, sino un tema de política  interna: de gobernabilidad,  social, económica, cultural y  en los nexos con la comunidad cubana en el exterior.

Un desafío con Estados Unidos

Entre los muchos desafíos para Cuba se encuentra la continuación de la política de los norteamericanos de tratar de cambiar el modelo cubano, a pesar de que el Presidente Obama haya dicho en Panamá el 11 de abril que su gobierno “no está en el negocio del cambio de régimen en Cuba”. [2]

Hay varios factores que calzan la hipótesis de que esta política se mantendrá.  Entre ellos: 1) La “excepcionalidad” de EE.UU.; 2) Necesidades del liderazgo global; 3) Discurso explícito de la Administración; 4) Acciones en curso; 5) Estructuras burocráticas con intereses propios; 6) Consenso de la élite en los objetivos de cambiar a Cuba. 7) Presiones de la derecha. 8) Peso de la historia. 9) Política hacia situaciones similares en el mundo 10) Noción norteamericana de “factibilidad” del logro del cambio.

1) “Excepcionalidad” de EE.UU.. Es impensable que la élite política norteamericana reconozca como dato de la realidad  -sin tratar de modificarlo de manera activa, pública o encubierta- el sistema de partido único en Cuba; su economía con predominio estatal y su política exterior de corte nacionalista y tercermundista. Tampoco es de esperar que respeten el ordenamiento cubano, que proscribe la existencia de organizaciones de la “sociedad civil” catalogadas como mercenarias por las autoridades cubanas, en tanto que forman parte del andamiaje subversivo contra la Isla.

Precisamente el excepcionalismo de EE.UU., noción compartida por la casi totalidad de la élite política, se nutre de la valoración ideológica, cuasi religiosa, de que la propiedad privada, el individualismo, la democracia liberal, el pluripartidismo, la “libertad de prensa”  y el respeto a los derechos individuales son parte del ADN de su nación, como afirmara el Secretario de Estado cuando le preguntaron sobre el tema en la entrevista  con el Canciller cubano el día 20 de julio de este año.[3]

Pero más allá de este “fervor” y del “apoyo” de EE.UU. al respeto a los derechos humanos, democracia y sociedad civil, el problema con el  “excepcionalismo” norteamericano radica en que se consideran con el derecho de realizar acciones para cambiar las realidades de otros países y sociedades, haciendo caso omiso al principio de soberanía y no injerencia en los asuntos internos de los Estados, que dicen respetar.

Por ejemplo, en la Estrategia de Seguridad Nacional de enero del 2015, se plantea como línea de acción general en el mundo y que obviamente emplearán en Cuba el “proveer apoyo directo a la sociedad civil y abogar por la democión de leyes y regulaciones que disminuyan los derechos de los ciudadanos. También  apoyar con tecnologías que expandan el acceso a información, posibiliten la libertad de expresión y conecten a los grupos de la sociedad civil en esta lucha alrededor del mundo” (…)“Hemos tomado la iniciativa de crear interrelaciones entre los jóvenes del mundo, identificando futuros líderes en el gobierno, los negocios y la sociedad civil y conectándolos entre ellos y capacitándolos”. [4]

El propio Presidente Obama en la Cumbre de las Américas dijo refiriéndose a sus acciones en  América Latina “cuando EE.UU. vea que se cierra el espacio para la sociedad civil trabajará para abrirlo. Cuando se hagan esfuerzos por separarlos del mundo trataremos de conectarlos entre Uds. Cuando sean silenciados trataremos de hablar junto a Uds. Cuando sean oprimidos, queremos ayudarlos a fortalecerse. En la medida que Uds trabajen por el cambio, los Estados Unidos los respaldarán durante todo el camino”[5]

Por tanto, el problema futuro con los norteamericanos en Cuba no va a ser solo la discusión filosófica genérica de los temas de derechos humanos o democracia, lo cual ya Cuba ha hecho en encuentros bilaterales y multilaterales con españoles, noruegos, suizos, o con la Unión Europea. Lo que va a importar, en la política práctica, es que EE.UU., como se cree excepcional y diferente,  difícilmente  acepte las mismas reglas del comportamiento que en el accionar público de sus Embajadas ya han aceptado Canadá, Japón y la mayoría de los países de la Unión Europea, para no hablar del resto de los países del mundo: respetar el ordenamiento y regulaciones del país anfitrión y no realizar injerencia abierta en los asuntos  del país.

Como han hecho hasta ahora desde la Sección de Intereses, la Administración de  EE.UU. y sus múltiples organizaciones, de gobierno o no gubernamentales, canalizarán recursos y dinero a través de su Embajada al sostenimiento de los grupos de la “oposición” o “sociedad civil” como les llaman;  sostendrán encuentros con los “disidentes” durante las visitas de delegaciones oficiales;  los auparán en toda la línea fomentando la mayor cantidad de organizaciones buscando su reconocimiento internacional; tratarán de burlar las regulaciones para contratar a personal cubano en eventuales negocios de firmas norteamericanas con Cuba si se levantara el bloqueo; intentarán desbordar los canales establecidos para   la interacción con las autoridades cubanas a nivel ministerial, provincial, municipal, y la población en general, entre otras acciones. Todo ello sin hablar de la labor encubierta que realizan junto al  resto de los servicios occidentales,  que lógicamente se multiplicarán al incrementarse su  personal diplomático   de la Embajada norteamericana.

En la  reciente declaración  del  Departamento de Estado del 6 de julio del 2015, colgada de manera visible en el sitio web de la Embajada norteamericana en La  Habana, se plantea “a través de nuestro compromiso diplomático, los Estados Unidos seguirán  enfocados al empoderamiento del pueblo cubano y al apoyo a la emergencia de una Cuba democrática, próspera y estable”.[6] De más está decir que la noción de que EE.UU. se abroga el derecho de contribuir al  “empoderamiento” del pueblo cubano y “apoyar a la emergencia de una Cuba democrática” son claras intromisiones en los asuntos internos del país, contrarios al derecho internacional,  la Convención de Viena, y al planteamiento del presidente Obama de que no “estará en el negocio del cambio de régimen”.

2) Liderazgo global. Para el establishment de un  país que se plantea  que “cualquier estrategia exitosa para asegurar la seguridad del pueblo Americano y avanzar en nuestros intereses de seguridad nacional debe comenzar con una verdad innegable: EE.UU. debe ser el líder” y que añade  “la cuestión no debe ser nunca si EE.UU. debe o no liderar, la cuestión debe ser cómo hacerlo”, [7] resultará casi imposible aceptar el precedente de que un pequeño país a 180 km de sus fronteras cuestione con su mera existencia ese liderazgo global de EE.UU. en el mundo y sobre todo en América Latina. Cuba es un reto sistémico al papel de EE.UU. como líder del ordenamiento  cimentado en el libre mercado, las instituciones políticas liberales y su correspondiente sistema ideológico.

Por otra parte, si EE.UU. lograra revertir el ordenamiento cubano, ya sea mediante el derrocamiento o la erosión –en una perspectiva de mediano o largo plazo- la ganancia simbólica e ideológica sería enorme para el afianzamiento del liderazgo norteamericano en América Latina y en general el futuro del continente. No hay dudas que sería un golpe tremendo para el movimiento progresista en América Latina que ha tenido un significativo avance en los últimos lustros. Ante tales posibles “ganancias” sería irracional que EE.UU. deje de hacer lo “humano y lo divino” – dentro de las reglas acordadas con el establecimiento de relaciones con la Habana, o fuera de ellas- para lograr la transición del sistema cubano.

3) Discurso de la Administración. No habría por qué dudar de los objetivos de EE.UU. de cambiar el sistema cubano a través de las relaciones diplomáticas normales y de su Embajada en la Habana, si sus propias  máximas autoridades lo han señalado abiertamente, argumentando que, entre otras causas,  el 17 de diciembre se tomó un nuevo curso “porque la política de aislamiento de décadas no logró cumplimentar el  objetivo de largo plazo  de promover la emergencia de una Cuba democrática, próspera y estable”.[8] Con la nueva estrategia, añadiríamos, se trataría de corregir las insuficiencias del curso anterior.

El secretario Kerry,  el mismo día que Obama anunciaba la histórica decisión, apuntaba  que este nuevo curso era la “mejor manera de ayudar a traer la libertad y oportunidades al  pueblo cubano” (…) el “foco de nuestro creciente compromiso (engagement) será el de mejorar el respeto del gobierno cubano por los derechos humanos y el de abogar por las reformas democráticas dentro de Cuba. Promoviendo la libertad de palabra, el empresariado y una sociedad civil activa solo fortalecerá la sociedad cubana y ayudará a reintegrar a Cuba en la comunidad internacional.”.[9]

El Fact Sheet del Departamento de Estado del 17 de diciembre añadía ya acciones más concretas: “nuestros esfuerzos están dirigidos a promover la independencia del pueblo cubano para que no tengan necesidad de depender del estado cubano. (…) El Congreso otorga fondos para programas de democracia en Cuba para otorgar asistencia humanitaria, promover los derechos humanos y las libertades fundamentales, y apoyar el flujo libre de información en lugares donde es restringida y censurada. La Administración continuará implementando programas de EE.UU. dirigidos a promover cambios positivos en Cuba y estimularemos las reformas en nuestros intercambios de alto nivel con los dirigentes cubanos”.[10]

Posterior a este grupo de declaraciones, hechas hace solo 8 meses,  los dirigentes norteamericanos han tratado de matizar sus declaraciones con comentarios “más diplomáticos” como los hechos  por Obama en la conferencia de abril después de la Cumbre de las Américas, o el planteamiento expuesto en esa misma fecha de que EE.UU. emplearía en la promoción de los cambios en Cuba la “persuasión”, pues Cuba no afectaba la seguridad nacional de EE.UU.

También se ha percibido un mayor énfasis en el discurso a otros temas de colaboración y la necesidad de “respeto” en las relaciones con Cuba. Ha tenido un gran impacto  la salida, a petición de la Administración, de Cuba de la lista de Estados terroristas y el pedido del Presidente al Congreso que elimine el bloqueo a Cuba. Fue llamativa la carta del Presidente Obama al Presidente Raul Castro el 30 de junio donde por única vez, en los documentos oficiales consultados, EEUU menciona el concepto “igualdad soberana de los estados y la libre determinación de los pueblos, la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, así como la promoción y el fomento del respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos”.

Sin embargo, en el documento escrito del  Departamento de Estado del 6 de julio, sólo apunta  “El 1ro de julio, EE.UU. y la Sección de Intereses de Cuba intercambiaron cartas presidenciales declarando el interés mutuo de restablecer relaciones diplomáticas y reabrir Embajadas el 20 de julio del 2015. El Presidente Obama afirmó que los dos gobiernos han acordado desarrollar relaciones “respetuosas y cooperativas” basadas en los principios internacionales, incluyendo la promoción y el incentivo del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos”. Es decir, omitieron la mención que hizo el Presidente al texto de los principios del derecho internacional. (El subrayado es mio).

Por su parte, un alto funcionario del Departamento de Estado previo a la visita del Secretario de Estado John Kerry a la Habana declaró el 12 de agosto “nada en las actividades del viernes del Secretario de Estado en la Habana cambiará nuestro apoyo a los disidentes en la Isla,  a los actores políticos, a los activistas por los derechos humanos, a la prensa independiente.” [11]Como se dice en Cuba, más claro ni el agua.

(En la segunda parte del artículo se abordará la descripción de los restantes factores mencionados en el texto)

[1] Coordinador del Escenario Global del Centro de Investigaciones de Política Internacional de la Habana.

[2] Este planteamiento fue hecho en la conferencia de prensa en la Cumbre de las Américas. La pregunta fue “El gobierno cubano dice frecuentemente que no puede permitir mayores libertades políticas, personales o de la prensa porque EEUU ha usado acciones encubiertas y de otro tipo para tratar de derrocar a los Castros. En su nueva era, ¿realmente terminarán los esfuerzos de EEUU para un cambio de régimen? La respuesta. “Sobre Cuba, nosotros no estamos en el negocio del cambio de régimen. Estamos en el negocio de asegurar que el pueblo cubano tenga libertad y la posibilidad de participar y conformar su propio destino y sus propias vidas, y apoyamos la sociedad civil.” Remarks by the President in Press Conference after the Summit of the Americas. Atlapa Convention Center.Panama City, Panamá. 11 de abril 2015.

[3] Press Availability With Cuban Foreign Minister Bruno Rodriguez. Washington DC. 20 de Julio 2015.

[4] National Security Strategy. White House. February 2015. P.21.

[5] Discurso de Barack Obama al Foro de la Sociedad Civil. 10 de abril 2014.

[6]  Re-Establishment of Diplomatic Relations With Cuba. Fact Sheet. Office of the Spokesperson. Washington, DC. July 6, 2015.

[7] National Security Strategy. White House. January 2015

[8] State Department Fact Sheet: Charting a New Course on Cuba. December 17. 2014.

[9] Announcement of Cuba Policy Changes. Press Statement. John Kerry. Secretary of State. Washington D.C. December 17, 2014.

[10] State Department Fact Sheet: Charting a New Course on Cuba. December 17. 2014

[11] Background  Briefing on Secretary Kerry´s travel to Cuba.  Special Briefing Senior State Department Official. 12 agosto 2015.

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6 Responses to Cuba, proyección global y política norteamericana: factores explicativos (Parte I)

  1. jesusnetzahualcoyotl says:

    Antes de permitir a los EEUU. cierta participación económica “mayor”, debe entregar Guantanamo, pues su interés mayor (inmediato) es el NEGOCIO, para no quedar rezagado, respecto a otras empresas competentes en cuba, pero si quieren igualdad de trato respecto de aquellas (HAY QUE PONER POR ENFRENTE, QUE SUS RESPECTIVOS PAÍSES NO TIENE UNA BASE MILITAR EN CUBA), deben ser iguales a esos paises, es decir, NO TENER UNA BASE MILITAR EN CUBA, PUESTO QUE CUBA, NO LA TIENE EN EEUU.

     
  2. Rita Olga Martínez says:

    Excelente trabajo del compañero Santiago Pérez Benítez. Sugerencia, publicar en inglés.

     
  3. Luis Orama says:

    Creo que Cuba tiene que estar vien atenta estagente no es de fiar

     
  4. Tony says:

    @ Jesus…no es el problema si tienen una base y los cubanos no, en territorios extranjeros, los sovieticos, tenian bases militares en Cuba y los cubanos no tenian ninguna en la URSS, es sencillamente, que el contrato de la base naval de Guantanamo, no sera renovado, por lo tanto el territorio tiene que ser devuelto a sus propietarios anteriores…Cuba… ;) Saludos

     
  5. Los soviéticos tenían una base de escucha radiolectrónica aprobada por el gobierno cubano y compartían la información con cuba porque eran aliados.
    No es el caso de Gitmo.

     
  6. jesusnetzahualcoyotl says:

    Sugiero planificar y promover, instalar una “Universidad Latinoamericana”, en las instalaciones de la Embajada de Cuba en EE.UU. para dar educación a algunos jóvenes norteamericanos (tal vez proceda, afroamericanos y latinos principalmente) en materia de medicina, deporte, educación, biología, para promover los valores humanos, DEMOCRÁTICOS, de hermanos (de salud humana) y “buenos vecinos” (en México los EE.UU. manejaron mucho tiempo este concepto, como “principio” de su relación con México), en México decíamos: Que ellos eran los buenos, y nosotros (México), los vecinos, para denotar que nos trataban como malos (o, “hijos de vecina”. tal vez.). SALUDOS.

     

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