La pregunta que falta

 
Iroel Sánchez

HolguinHolguín es una localidad del Oriente de Cuba que se autodenomina con orgullo “la ciudad de los parques”. Bajo el título de “Pillaje en el “San José“” el semanario Ahora de esa provincia denuncia actos de vandalismo contra una céntrica área de ese tipo recién remodelada a la vez que anuncia que está “en marcha un programa para la recuperación de los parques de la provincia” y en particular en “los que conforman el sistema de plazas desde la Loma de la Cruz hasta la terminal del ferrocarril”.

Entre las causas del vandalismo el artículo señala la ausencia de custodios :

“Hay inestabilidad con ese personal por los peligros a que se enfrentan y la inconformidad con los salarios, solo devengan 269 pesos, pero no tenemos otra opción hasta el momento que continuar con ellos. También se realizan gestiones, de conjunto con el Gobierno, para que Sepro como agencia especializada, se encargue de la protección de las plazas del centro de la ciudad”.

Y culpa a unos “responsables”:

“Los indigentes se han convertido en un peligro para la integridad de esta plaza. Según sus cuidadores, son ellos los responsables de que el pozo se mantenga destapado, pues allí se bañan durante la noche y la madrugada, lavan sus ropas y realizan sus necesidades fisiológicas.”

Pero -como correspondería al periodismo revolucionario, bajo la dirección de un Partido Comunista- no pregunta qué nos ha fallado para que estén allí esos “indigentes”, en una sociedad para la que los seres humanos son mucho más importantes que las cosas y que logró erradicar esos fenómenos cuando contaba con menos recursos que hoy, tampoco se nos dice si “está en marcha un programa” para ello, sólo se afirma que  “un aviso oportuno a los agentes del orden público siempre ayudará a acorralar a los malhechores”.

En el encomiable esfuerzo por mantener ordenadas y lindas nuestras ciudades y exterminar de una vez las dañinas agresiones al espacio común no podemos -como haría el capitalismo- barrer bajo la alfombra a un solo cubano sin que eso quiera decir dejar de imponer la legalidad y la disciplina donde hayan sido quebrantadas. No se puede hablar de gente que no tiene donde bañarse ni hacer sus necesidades y habita en la calle sin dejar de estremecernos y como si fuera un asunto lateral. La actitud bárbara contra el transporte público, el mobiliario urbano  y la invasión sonora con ¿música? del peor gusto comparte con la indiferencia hacia seres humanos en desventaja el crecimiento del egoísmo y el “sálvese quien pueda” inaceptables para el socialismo.

El gran historiador marxista Eric Hobsbawm decía que “al parecer, la sociedad de consumo considera el silencio como algo delictivo”. Apliquémoslo a nuestra cotidianidad y a la invasión sonora con que exhiben su poderío tecnológico transportistas y vendedores.

“Lo que llamamos indisciplina social no es más que la actuación en parte de nuestra cotidianidad de la ley de la selva propia del capitalismo subdesarrollado”, escribí hace exactamente un año en un extenso texto sobre este doloroso asunto, incompatible con el país que proclama en su Constitución -citando a José Martí- “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre” y que tanto ha hecho y hace por ello, incluso allende sus fronteras. Vuelvo a leer aquel post del 20 de junio de 2014 y constato alarmado que el artículo del semanario Ahora puede estar demostrando lo que entonces expresaba con preocupación, que la indigencia de un compatriota a algunos les llegue a parecer normal y la única respuesta que tengan para ella sea la represión:

El desarrollo en el tiempo de una concepción que coloca al ser humano en el centro de las decisiones llevó en Cuba a la creación de un tejido que, integrando organizaciones comunitarias como los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, instituciones de salud como el Médico de la Familia y el delegado del Poder Popular, convierten a la sociedad cubana en la mejor preparada para evitar fenómenos que inundan las ciudades latinoamericanas y del Tercer Mundo. Allí abunda el trabajo infantil, la pernoctación callejera, la represión policial a lo que suele llamarse “la cultura de la pobreza” que ya se ha vuelto endémica en nuestros países muchas veces con su carga de violencia y drogadicción.

Es también ese tejido social cubano el que ha permitido al liderazgo revolucionario afirmar reiteradamente, desde que comenzaron los cambios socioeconómicos impulsados al calor de la aplicación de los Lineamientos económicos y sociales, que nadie quedará abandonado. Si en el capitalismo los pobres venden su sangre y sus órganos, y ya hasta las mujeres pobres alquilan sus úteros para que los ricos se ahorren esos menesteres, en Cuba aspiramos a que eso no ocurra jamás.

La presencia en algunas zonas céntricas de la capital, y otras del país, de fenómenos que prácticamente desaparecieron del paisaje cubano con la Revolución, como la mendicidad y el “buceo” en los depósitos de basura, no puede ser vista con indiferencia ciudadana e inercia institucional. Y detrás de las condiciones para que ocurran hay algún vacío en la articulación concreta de ese tejido social para con cualquiera de esos cubanos y cubanas que primero que todo son hijos de la Revolución aunque muchas veces sus familias les hayan dado la espalda. Con el mismo empeño que se salva la vida de cualquier hombre o mujer sin preguntar si tiene o no cuenta bancaria, hay que evitar el daño progresivo a la dignidad individual y colectiva que puede suponer que uno solo de los seres humanos que habita en esta isla asegure su existencia desde una situación así.

Por supuesto, esos vacíos son utilizados propagandísticamente para poner en entredicho la voluntad de no permitir el abandono de un solo cubano y cuestionar la efectividad del conjunto de organizaciones e instituciones que el país ha creado desde 1959 para concretar su doctrina solidaria. Como hace el corresponsal extranjero que desde la comodidad que le brindan sus ingresos en euros se erige en voz de los afectados, generaliza la situación descrita arriba como la de “los ancianos” en Cuba y termina diciendo “las campanas que hoy suenan por ellos sonarán, tarde o temprano, por cada uno de nosotros”, luego de citar a un cubanólogo que ha hecho carrera intentando demostrar la inviabilidad de la Revolución. En Cuba existen un millón 700 mil jubilados, cuyas pensiones —en palabras del Presidente Raúl Castro— “son reducidas e insuficientes para enfrentar el costo de la canasta de bienes y servicios” pero si la generalización que hace el corresponsal fuera cierta tendríamos casi dos millones de mendigos. Mucho más cerca de la verdad está la “Carta abierta sobre Cuba” de Pablo González Casanova:

“Es bien sabido. En Cuba todos los niños y jóvenes en edad de aprender tienen escuelas, universidades e institutos, todos los enfermos médicos, medicinas y hospitales, todos los trabajadores empleo, y los ancianos asistencia… Es cierto que uso aquí la palabra “todos” como la definió García Márquez, como el 80% o más de la población, o mucho más, con limitaciones de que se encargarían los cubanos si en la práctica los hubierais dejado cumplir con vuestros buenos deseos”.

Sin embargo, lo doloroso es que oportunismos y manipulaciones puedan encontrar algún asidero y causa en nuestra realidad. Si una empresa ingresa millones de dólares reciclando materia prima y provoca de manera indirecta pero creciente que un grupo de personas —no solo ancianos— arriesgue su salud hurgando en los desechos en busca de aluminio, plástico, cristal y cartón, en el socialismo próspero y sostenible al que aspiramos tal empresa debería ser responsable de organizar la entrega segura de esos desechos a esas personas por los establecimientos gastronómicos y comerciales que los generan antes de que lleguen a los contenedores de basura.

Suministrarles a un precio en relación con sus ingresos medios de protección, ropa e instrumentos de trabajo y transporte, conveniar con las organizaciones de la comunidad lugares para entregarlos, como antes ocurría en las farmacias con los frascos de medicamentos, sería una vía entre muchas posibles.

Se ha explicado, con toda razón, que no podemos elevar salarios y pensiones sin aumentar la productividad y crear riqueza, pero lo que no debería ocurrir en una sociedad como la nuestra es que alguien gane dinero convirtiendo en normal y frecuente que seres humanos hurguen entre lo que otros desechan, mientras ponen en peligro su salud y la de la comunidad, y verlos regresar a los inicios del homo sapiens machucando en plena calle latas de cerveza y refresco con una piedra. Como planteó el Che, la salud y la dignidad de uno solo de ellos vale mucho más que todo lo que pueda recaudarse con eso. Por ese peligroso camino, mañana nos podría parecer normal que entre quienes hagan esa labor haya niños y pasado que esos niños duerman en las calles como ocurre en casi todos los países “normales”.

Otra cosa es el fomento al vandalismo que provoca aceptar cualquier cosa como materia prima, que en ciudades como Santa Clara —según escuché en un reportaje radial— ha llevado a que la búsqueda de aluminio y bronce a cualquier costo deje sin identificación calles y casas. A pesar de lo que declaró un empresario al diario Granma, explicando por qué su entidad estuvo quince años contaminando las aguas del río Cuyaguateje, en el socialismo el mercado no “es quien dice la última palabra”.

El mercado es en el socialismo, como lo definen los Lineamientos, un instrumento que puede ser muy útil, pero nunca el sustituto de la política ni de la acción social. A mediados de la década de 1960, en su libro Capitalismo y libertad, el fundador del neoliberalismo, Milton Friedman, confesó la relación entre mercado y política:

“Cuanto más amplio sea el uso del mercado, menor será el número de cuestiones en las que se requieren decisiones expresamente políticas y, por tanto, en las que es necesario alcanzar un acuerdo”.

¿Diremos en Cuba adiós a la movilización política para la promoción de una cultura del reciclaje y la salud? ¿No hacen falta ya acuerdos entre los CDR, la Organización de Pioneros y la Empresa de de Recuperación de Materias Primas? ¿Todo lo resolverá el mercado? ¿Dejamos sólo a las Direcciones de Servicios de Comunales el cuidado del ornato público y la higiene colectiva? Basta asomarse al paisaje sucio y enyerbado que ofrecen no pocas esquinas de La Habana para ver lo bien que nos va.

Como afirmó Raúl en un Consejo de Ministros “no es perfecto lo que hacemos, a veces nos falta experiencia en algunos temas y cometemos errores, por eso cada asunto tiene que estar sometido constantemente a las observaciones críticas”. Los mecanismos solos no resuelven los problemas, es necesaria la actuación comprometida de las personas y la regulación que evite a tiempo distorsiones y efectos indeseados. La insistencia de Fidel, durante el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, en que no son los mecanismos los que construirán el socialismo está hoy —a mi juicio— más vigente que nunca. Se necesita una nueva mentalidad, cambiar y crear mecanismos, pero sin abandonar algo que nos ha traído victoriosos hasta aquí: la educación, participación solidaria y acción consciente del pueblo. A eso llamó en aquellos años Raúl con su enérgico “Sí se puede” que permitió atravesar lo más duro del llamado Período Especial con muchas carencias, pero sin que el paisaje urbano se poblara de lo que llamamos indisciplina social y que no es más que la actuación en parte de nuestra cotidianidad de la ley de la selva propia del capitalismo subdesarrollado.

En aquellas sociedades se maneja con represión y a veces con algo de caridad lo que no puede tener solución en los marcos de ese sistema. En el socialismo estamos obligados a solucionarlo con la solidaridad, la participación y la educación, que no excluye en última instancia la coerción basada en la legalidad y el trato humanista, hurgando primero que todo en las causas del problema. Porque como reconoció en el Encuentro Eclesial Cubano la Iglesia Católica, en lo que el reverendo Raúl Suárez califica como su mejor documento desde 1959: “La sociedad socialista nos ha enseñado a dar por justicia lo que antes dábamos por caridad”.

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37 Responses to La pregunta que falta

  1. Rodolfo Garva says:

    Magnífico artículo Iroel.
    Un abrazo

     
  2. Arturo Menéndez says:

    Muy bien! Valiente, crítico, profundo … Si queremos de verdad ese socialismo próspero y sostenible es imprescindible resolver estos problemas, y, sobre todo, cambiar las mentes de muchos …

     
  3. Yunior Pupo G says:

    Estimado Iroel, soy un atento lector de sus trabajos periodísticos y admirador de sus otras nobles e importantes labores en aras de una Cuba mejor. Por lo general aprendo y comparto los criterios que aquí se publican, pero esta vez me ha llamado la atención este que se refiere a un artículo del periódico Ahora, semanario de mi provincia, por el cual siento un gran respeto y soy testigo de su gran profesionalidad.
    Entiendo que usted señale que no fue tratado el tema de los indigentes de un modo más humano y comprometido, y más que entender, lo comparto. Pero también entiendo que no era el tema del artículo, el asunto era “la depredación de que es víctima el parque Carlos Manuel de Céspedes (Plaza San José)”, y como se deja claro, no solo afectado por los indigentes. Es justo que sepa que el periódico no ha sido indiferente ante este asunto complejo y doloroso para los holguineros. En más de una ocasión se han hecho reportajes y artículos de opinión tratando el tema desde el lado más humano y llamando a las instituciones responsables a que actúen en tal sentido (como corresponde aun periodismo revolucionario). Recuerdo un documental que se realizó en la provincia por el joven periodista Abdiel Bermúdez Bermúdez sobre este tema, titulado “Los ángeles no tienen alas”. En él se reflejaba los testimonios de un grupo de personas que habían sido indigentes, algunos de ellos alcohólicos, y que ya estaban en proceso de rehabilitación en una institución hospitalaria. En el documental -ojalá pudiera verlo, Iroel- utilizan fragmentos de poemas de Luis Yusef, unos versos son bien gráficos del tema: Acaso sospechando un descuido/ el mínimo descuido que me transforme/ en un animal que llora…
    Que no hayan descuidos, ni periodísticos, ni sociales para solucionar algo que llama al llanto…
    Saludos desde Holguín.

     
    • Gracias, Yunior.
      Me alegra saber lo que me cuentas, conozco personalmente a Abdiel y me parece una buena persona y profesional. También a Luis Yuseff.

      Creo que el tema de estas personas no debe tener tregua entre nosotros hasta que se resuelcv en todas partes porque su sola existencia daña la esencia solidaria del país que queremos.
      Saludos

       
  4. Ania says:

    Estimado Iroel:
    Leí cuidadosamente su artículo y adscribo la veracidad de lo argumentado por Raúl acerca de que no es perfecto lo que hacemos, a veces nos falta experiencia en algunos temas y cometemos errores, por eso cada asunto tiene que estar sometido constantemente a las observaciones críticas. Es lo que ha pasado con el reportaje “Pillaje en el San José”, publicado en la edición digital del ¡ahora!, de la provincia de Holguín.
    Ciertamente pudo faltar investigación, para abordar todas las aristas que son varias y muy complejas, de una las cuales, infortunadamente, usted “cuelga” su artículo, pues sobre los deambulantes y las dificultades alrededor de ellos podríamos hablar largo y tendido porque yo misma, creo que antes de que se hablara abiertamente sobre ello en la prensa nacional, publiqué en ese semanario, en el 2008, un trabajo profundo sobre el tema.
    Creo, fundamentalmente porque lo aseveran colegas de medios nacionales, directivos de la UPEC, y el público en general que el Semanario ¡ahora! ha sido durante sus 53 años de fundado uno de los más valientes, oportunos y exactos para hablar de temas complejos en el país, sobre todo si tenemos en cuenta que son asuntos que se repiten en todas las provincias.
    Por ello, aun cuando pueda estar de acuerdo con que el trabajo necesita una segunda parte, no estoy conforme con su valoración: “Vuelvo a leer aquel post del 20 de junio de 2014 y constato alarmado que el artículo del semanario Ahora puede estar demostrando lo que entonces expresaba con preocupación, que la indigencia de un compatriota a algunos les llegue a parecer normal y la única respuesta que tengan para ella sea la represión”.
    Ni a la periodista Maribel Flamand, ni al Consejo Editorial del ¡ahora! le parecerá jamás normal la indigencia, ya la hemos denunciado, analizado sus causas e incluso propuesto soluciones, pero en el asunto que compete a lo que sucede en el parque San José, una de nuestras plazas más importantes, recién remodelada y visitada por cientos de turistas nacionales y extrajeros, es necesaria la actuación urgente de los organismos competentes.
    Estamos denunciando un asunto, poniéndolo en la palestra pública para que el Gobierno y demás autoridades busquen la solución más digna posible, a un problema que, como usted bien dice, no podemos esconder debajo del tapete, ese también es el papel de la prensa revolucionaria: alertar, persuadir y buscar consenso. Al reportaje Pillaje en el San José pueden faltarle algunas preguntas pero, no sensibilidad y arrojo a la hora de abordar un tema periodistico.

     
    • Gracias, Ania

      En este reportaje que es al que me refiero, los “indigentes” son solo “malechores” que deben ser “acorralados”. Me alegra que existan en Ahora otros enfoques sobre el tema y de ninguna manera estoy devaluando su trabajo.

      Sí creo, como el Che, que la vida de un solo ser humano vale más que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra aunque sea “una de nuestras plazas más importantes, recién remodelada y visitada por cientos de turistas nacionales y extrajeros” donde hay seres humanos cuya existencia parece estar a mitad de camino entre las personas y los animales. Totalmente de acuerdo en la urgencia de actuación de las instituciones correspondientes para establecer el orden pero también para que los “indigentes” recuperen una existencia acorde a los valores que defendemos.

      Saludos

       
  5. Manuel fouquet says:

    Es simpatico todas ESAs barbaridades ocurren bajo un sistema comunista ( no socialista) y ud no para de compararlo con el capitalismo , diga lo q tenga q decir, sin tapujos, nuestra sociedad es una sociedad enferma gracias

     
  6. Ania says:

    Cada problema de la sociedad es más complejo de lo que creemos. Detrás de muchos indigentes hay una familia rota, un barrio que no se dio cuenta a tiempo del deterioro, gente que quizo ayudar y no pudo o no encontró la forma.Por ello comparto con Iroel y los muchos lectores de su blog esta historia familiar:
    “SOY un loco cruel y terrible”, decía para espantar a los curiosos que lo observaban recorrer la ciudad, descalzo, harapiento, a la caza de unas pesetas para el “chupe”. El origen fue el alcohol y el desamor, no sé cuál de las dos razones primero.
    De niña me impresionó la destreza con que sustituyó el piso de tierra, de mi pequeña casa, por uno de cemento matizado con tintes de verde, rojo y amarillo. Años después, levantó las paredes de ladrillo y bloque de la vivienda en que hoy vivo, pero ya la bebida era su razón cotidiana. Por ella hurtó, mintió, golpeó y empujó a sus seres queridos.
    Venía a visitarnos y mis primos y yo nos escondíamos detrás del robusto tamarindo; alguien propuso un día tirarle piedras, pero ese ser tan divino que era mi madre no nos dejó. Ennegrecido de tizne, sin camisa y con un palo como bastón, devoraba con avidez el alimento que le servían y siempre olvidaba devolver el plato, la cuchara, la camisa, la toalla….
    En los múltiples ingresos, la hija y los hermanos lo atendían, a la espera de un cambio, pero, tras decenas de recuperaciones, recaídas y fugas fílmicas, fue a parar al Hospital Psiquiátrico de Gibara, con el alma envuelta en ese velo extraño que es la locura.
    Murió el año pasado, creo que de una insuficiencia pulmonar, en una de las Salas de Geriatría del Hospital Lenin, con todos los cuidados. Le decíamos Lilín y la última vez que lo vi fue en la calle, rumbo al mercado El Mambí, crucé hacia la otra acera, por miedo o para no topármelo, pero él me reconoció y me gritó: “Sobrina, dame un peso”.
    En un tema tan sensible existe en nuestra provincia la voluntad de ayudar, porque son seres humanos que merecen respeto. Recuerdo las palabras de Miguel Díaz-Canel, en aquel momento primer secretario del Partido en Holguín, cuando sugería el trabajo integrado en la formación de valores, con énfasis hacia la familia, para que las personas aprendan a superar las dificultades de la vida y podamos ayudarlos a lograr el bienestar.
    En aquella fecha, y aún cuando escribo estas líneas, conservo una pena sorda y confusa que pregunta: ¿Cómo puede perderse un hombre entre tantos hombres? ¿Cuál es el límite entre la locura y la razón? Siempre recapacito sobre la filosofía de un entrevistado: “La vida es un tren expreso, hoy estas aquí, mañana allá y pasado no sabes dónde dejaste nada…” porque aquel hombre sucio, sentado debajo de aquella escalera, tenía razón.

     
  7. Blanca Baraciarte says:

    Iroel: Te pido disculpas por entrometerme en ese diálogo que mantienes con periodistas de Holguín, siendo que te escribo desde donde vivo, Montevideo, Uruguay. Pero viví muchos años en Cuba, como te he mencionado en alguna otra comunicación, y muchos de ellos en Holguín, por lo que me siento tentada a intervenir. En primer lugar, estoy totalmente de acuerdo con tu planteamiento; segundo: entiendo que Annia tiene la misma idea, la cual además, la ejemplifica magistralmente en su relato de ese hombre que conoció y a quien vio autodestruirse. Tercero: la diferencia entre amos planteos está en la prioridad. ¿Qué es lo prioritario: que existan indigentes o que no hagan de la plaza su vivienda? Cuarto: ¿Existe en Holguín ( o en Cuba en general) la categoría de indigentes o son meramente sujetos socialmente inadaptados que viven en el sub-mundo de la droga y el delito, sin casa ni rumbo?
    Y en este sentido, por el tiempo que allí viví y por lo que pude percibir en los últimos viajes que realicé, me atrevo a decir que hay de los dos tipos de personas que alteran el normal funcionamiento de la ciudad. De los últimos hay, aunque no me atrevo a decir que sean muchos. Es más, la mayoría de los implicados en delitos, no son precisamente drogadictos; puede ser que sean “bebedores”, pero además tienen sus casas, las que han logrado mantener en buenas condiciones, debido a sus “businesses”. Ése es un problema y grande en una sociedad socialista, porque viven de la necesidad de los demás por obtener algún producto; del cambio clandestino de divisas, del acaparamiento de mercancías que van periódicamente a las tiendas en CUC, en complicidad con sus empleados, desabasteciendo las superficies para venderlas a sobreprecio y/o del robo de empresas del Estado. Ése es EL problema en la Cuba de hoy, desde hace varios años, desde que se legalizó el dólar, se permitieron las remesas y sobre todo, desde que se puso la mayoría de los productos a la venta en CUC mientras la población cobra en pesos cubanos. Ése es el gran problema a resolver, que tengo entendido pretenden hacerlo a través del a unificación monetaria, aunque no sé cómo va a operar. Ahora: ¿quiénes son los que pernoctan en la plaza y se bañan en ella?No creo que sean éstos últimos, ya que sus “negocios” les han dado réditos. me inclino a pensar que sean los más desfavorecidos, aquéllos que no tienen con qué obtener sus sustento. ¿Y por qué en la Cuba de hoy puede haber personas en esas condiciones? ¿Cuando se decidió”desinflar” las plantillas del Estado, se le dio a todos la posibilidad de poner un negocio. ¿Es que no pudieron hacerlo? ¿Qué recaudos ha tomado la institucionalidad, tanto a nivel nacional como departamental para solucionar esos problemas?
    Porque el verdadero problema es que existan personas en esa situación, como vos decís, y no que afeen la plaza o los turistas los vean.
    Perdón por meter la cuchara en un tema tan cubano desde afuera, pero viví tantos años allí, que conozco el tema y me siento cubana, por lo menos la mitad.
    Un abrazo
    Blanca Baraciarte/ Montevideo, Uruguay

     
  8. Iroel;
    Mi madre decía que cada uno dice de la fiesta según le fue en ella, y estoy seguro que no había leído lo de las circunstancias y el hombre de José Ortega y Gasset.
    Estoy persuadido de que usted es una buena persona y sus convicciones son el resultado de no haber vivido mis experiencias en Cuba.
    Noto con gran satisfacción su sensibilidad ante la crudeza del enfoque de un periódico provinciano de un problema humano. Siempre he pensado que la originalidad del pensamiento de Fidel como político radica en su enfoque humanista de los asuntos, lo que ya va escaseando. Una vez que inauguraba un hospital en Santiago, dos científicos se afanaban en hacerle entender el funcionamiento de un flamante equipo de resonancia magnética criollo y él sólo miraba a la mujer acostada en el aparato que servía de demostración. Al final de la disertación él no los miró ni les preguntó nada sino que se dirigió a la mujer, ¿Y tú desde cuándo estás metida ahí?
    Yo no creo que el líder pueda hacer otra cosa que servir de inspiración a sus seguidores, y en nuestro caso los resultados son decepcionantes.
    Yo he visto morir en la miseria y el abandono más conmovedores a tres personas que representan el más amplio diapasón ideológico relativo a la revolución: una heroína de la revolución, un hombre sencillo que era un niño en el 59 y un soldado de Batista, chofer de un capitán, todos de mi barrio en Manzanillo, todos con una vida decorosa anteriormente.
    No quisiera que usted jamás viera el espectáculo surrealista del hogar de ancianos de mi pueblo, o una sala del hospital Celia Sánchez, o a la población más pobre de Manzanillo después de siete días sin agua, asentada sobre sobre una de las cuencas hidrográficas más ricas de Cuba.

     
    • Y yo he visto a la Revolución cubana mover cielo y tierra por los humildes frente al mayor poder del mundo. Creo eso es lo que la ha caracterizado, aunque como decía Martí: “El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”.

       
  9. Mike L Palomino says:

    Iroel;
    Martí dijo tantas cosas que se pueden buscar pensamientos adecuados para argumentos contradictorios.
    Todo es cuestión de medida.
    La Cuba republicana tuvo muchas cosas buenas y sólo miramos sus lacras.
    En la Torá es pecado abominable el lashon hará como también lo es la idolatría.
    El intestino escoge de entre la inmundicia sólo lo que es nutritivo e inmunológico.
    Entiendo su punto de vista.

     
  10. Livio Delgado says:

    Felicitaciones por resaltar esa parte humana de la educación que todos recibimos, la mecánica de las nuevas circunstancias económicas y la hoy más clara existencia de sectores de la población Cubana menos favorecidos, con menos posibilidades de reinsertarse en aperturas de trabajo independiente y otras soluciones a las nuevas realidades, necesitara muchísimo más de la política de justicia que expresas en tu escrito y de inteligentes políticas de todo un amplio entramado de organizaciones sociales, no solo gubernamentales, que se ocupen de lidiar con estos viejos problemas hoy acrecentados. Te digo que viejos problemas porque estando en Cuba a mediados y finales de los 90 por mediación del convento del sagrado corazón de 15 y 18 en el Vedado conocí de programas de lavado de ropa gratuita a los necesitados de la zona y una comida diaria que ellos ofrecían a personas con extremas necesidades que en muchas ocasiones les llevaban hasta sus casas. Nadie pone en duda que para una inmensa mayoría de Cubanos por años, problemas de esa naturaleza era muy raro que se nos mostrara crudamente de frente como para que nos obligara a pensar, hoy una prolongada crisis económica comienza a pasar factura, y como siempre sucede sobre los más pobres. comparto tu exigencia de ni pensar en barrer para debajo de la alfombra una realidad con la que las actuales y futuras administraciones publica tendrán que liderar, aunque sabes no vivo en Cuba pero viendo y escuchando a mi padre cuando me comenta que representa realmente su pensión de algo más de 250 pesos por el trabajo de toda una vida, no me queda mucho por imaginar, y para serte honesto él no es ni por asomo un necesitado te diría que es un privilegiado en toda esta situación, pero creo que muchísimos otros si necesitan de esa manos que los soporte.

     
  11. Elpidio says:

    La obra de la Revolución, si bien imperfecta, ha sido inmensa. No tengo más que decir sobre eso. Iroel este es un artículo tremendamente revolucionario.Te felicito de corazón. Un abrazo.

     
  12. aymimadre says:

    En efecto Iroel. A veces a la gente se le va el ápice de empatía necesaria para notar que el problema es más grande y tiene que ver con las condiciones de esas personas que no tienen dónde vivir, que lejos de ser «culpables» son víctimas.

     
  13. Machete says:

    Quizás faltó el enfoque humanista al reportaje de ¡ahora! Quizás la pregunta no estuvo bien enfocada y la periodista pecó al darle todo el crédito a la fuente cuando asevera que “…Los indigentes se han convertido en un peligro para la integridad de esta plaza (…) pues allí se bañan durante la noche y la madrugada, lavan sus ropas y realizan sus necesidades fisiológicas.” No obstante, lo que valora el periódico ¡ahora! es el estado de una céntrica plaza (importante para los holguineros como lo puede ser el Parque de la Fraternidad para los habaneros) y llama a las autoridades territoriales a tomar cartas en el asunto. Tanto a los que tienen que garantizar la protección y seguridad de la plaza, como quienes tienen que mantener el orden ciudadano y las instituciones que tienen que atender y prevenir que los deambulantes se conviertan en problemas sociales. Ahí el valor periodístico del reportaje, no trata, como decía Kapuscinski, de “matar las cucarachas”, sino de “prender la luz para que el público vea como corren a esconderse”.
    El semanario ¡ahora! ha abordado el problema de la indisciplina social desde varias aristas y un análisis serio y objetivo hubiera tomado en cuenta la obra periodística del semanario y no sacar conclusiones de un solo material, tal análisis sería tendencioso y parcial.
    Comparto la inquietud por un periodismo revolucionario, actual y combativo, pero en esa línea debemos señalar quienes son responsables, y en este lamentable caso, los indigentes tienen responsabilidad, pues aunque su situación social, económica y familiar sea lamentable y penosa, tienen ante la ley derechos y deberes y son, por tanto, sujetos de derecho. Tienen derecho a que las instituciones encargadas de atenderlos y propiciarles los cuidados que requieran por su estado, pero también tienen el deber de todo ciudadano, a menos que se encuentren enajenados mentalmente y no todos lo son, de respetar las normas de comportamiento social y las leyes.
    A cumplir con tales leyes y normativas llama el artículo, el debate solo se fijó en la posible victimización de los indigentes, y distrae la mirada hacia el aspecto humano del problema de uno de los actores que provocan daños a una plaza recién restaurada.
    Cito a la periodista cuando afirma: “El cuidado de la propiedad social o colectiva es una manifestación de desarrollo de la conciencia social y una demostración de los valores educativos incorporados a nuestra conducta. Para los pillos que transgreden esas normas hay correctivos de cuya aplicación somos responsables todos pues un llamado de atención, un aviso oportuno a los agentes del orden público siempre ayudarán a acorralar a los malhechores”.
    Queda claro que los deambulantes, o indigentes, no son solo los pillos, y si ellos trasgreden y tienen conciencia del daño que ocasionan, cabe también el “correctivo” y estas medidas correctivas abarcan no solo a quien maltrata la plaza, por su condición indigente, sino a quien descuida su trabajo, incumple su función social y permite con su incompetencia o indolencia, que haya personas en tal estado por una ciudad.

     
  14. Ania says:

    Les cuento que acá en Holguín sigue el debate, tanto que esta semana en el impreso del sábado sacaremos un trabajo más completo, que incluye, además, información sobre el programa Ciudad Segura, que permitirá actuar rápidamente (no solo para facilitar el tratamiento de los deambulantes y su ingreso en un renovado centro de salud con todas las condiciones) sino contra las indisciplinas, hechos vándalicos y viejos males que han ganado espacio en nuestra ciudad después de las 12 de la noche. Pondremos hoy en http://www.ahora.cu un reportaje sobre el alcoholismo y esperamos el viernes poner la segunda parte de Pillaje en el San José. La polémica mueve las respuestas y las respuestas a acciones, que es lo que hace falta

     
  15. Omar says:

    ¿Dónde están los dirigentes que tienen la responsabilidad de erradicar estos problemas? Es que ni se enteran qué está ocurriendo porque ya no van a las masas, a la calle…

     
  16. Laverdá says:

    La esencia de la revolución puede ser todo lo humano que quieran pero el “pillaje” es provocado por la ineficiencia del sistema, recientemente fueron vandalizadas algunas obras de la Bienal, es un mal “autóctono” de la Cuba pos59.

     
    • En Cuba todo es culpa del “sistema”: el transporte, el bache… En EE.UU., México Colombia asesinan como en Cuba antes de 1959; vandalizan a las personas, las secuestran, las desaparecen, dejan morir a los niños de hambre o enfermedades curables , etc; pero es culpa de un gobierno no del “sistema” y después viene otro gobierno y es peor Jajaja

       
      • Laverdá says:

        Todo eso que sucede en esos países es la laverdá, pero el sistema cubano se propuso hace mas de 5 décadas la creación de un hombre nuevo, desde entonces todos los cubanos, absolutamente todos, han tenido las mismas oportunidades, todos con servicios médicos, todos con educación, todos con trabajo, todos con techo, todos con seguridad social, el “pillaje” en Cuba es a causa del fracaso del “sistema”, esta es laverdá.

         
        • Los que están en Nepal, los que enfrentaron el ébola, los Cinco y los millones que los admiran ¿son hombres viejos? ¿Por eso el capitalismo los produce en masa, como Cuba?
          Te faltó una oportunidad: “todos con bloqueo”.

           
        • Proletario says:

          Que curioso.
          Si “el “pillaje” en Cuba es a causa del fracaso del “sistema”, esta es laverdá”,(o sea del socialismo) entonces, habrá que cambiarle por otro más exitoso ¿no?
          Por ejemplo, por el sistema de España (el capitalismo), donde no solo el pillaje, sino el saqueo generalizado se practica desde lo más alto a lo más bajo. Pero, eso sí, la causa no es el sistema, que es perfecto. Es por casualidad.
          Pues viva el mal y viva el capital.

           
  17. Machete says:

    La culpa nunca puede ser del “sistema”, pues le estamos dando una personalidad que no tiene per se, el sistema lo integran todas las personas, las que trabajan en pos de cumplir con las normas, leyes, objetivos y proyectos del sistema y las que se oponen de alguna manera, los detractores y disidentes, pues también están regidos por las leyes del sistema, hasta tanto no cambie el status quo y sea otro el sistema que instauren las personas en el país. De ahí que achacar la culpa al sistema oculta a los verdaderos responsables, es decir, a las personas, pues son estas y no el “sistema”, quienes cuidan y construyen o destruyen y maltratan.
    Tiene razón Omar cuando pregunta por los dirigentes, pero no toda la culpa es de ellos, en todo caso cabe la responsabilidad por la falta de exigencia, por la negligencia en el actuar, entre otras cosas, pero ¿y las demás personas? ¿y las instituciones? ¿y las asociaciones fraternales, sociales, científicas, religiosas…? en fin, ¿y el pueblo? La responsabilidad es de todos, si todos cumplimos las leyes, si salimos al paso al borracho que hace de un parque su vivienda, si salimos al paso a los muchachones que ven simpático romper faroles, voltear tanques de basura, romper los bancos de los parques cuando regresan, con elevado contenido de alcohol en sangres, luego de divertirse en fiestas, entonces los destructores no se atreverían a tanto. Si las instituciones responsabilizadas con la atención, tratamiento y prevención de los deambulantes e indigentes en la vía pública fueran sistemáticos en el actuar, entonces estas personas no tendrian que tomar la cisterna de un parque como baño público. Si la PNR actúa enérgicamente, aunque con respeto a la ley, entonces los “pillos” y maleantes dudarían antes de hacer de las suyas.
    SI la sociedad levanta un muro de valores: responsabilidad, honestidad, laboriosidad, respeto, entonces pillos, maleantes no podrían romper y destruir lo que la sociedad construye.
    En Cuba las leyes protegen al ciudadano, respeta sus derechos civiles y humanos, lo hemos demostrado en la ONU ante cada maniobra del Imperio para demostrar lo contrario, entonces, ¿Por qué no hacer cumplir los deberes que tambien imponen leyes y normas?
    No busquemos más culpables en el “sistema”, empecemos a mirarnos por dentro y preguntémonos cuándo fue la última vez que salimos al paso a los “pillos” y maleantes en sus andadas, sin temor. Hay un gran camino a recorrer para llegar a un desarrollo sostenible y que satisfaga al pueblo, pero ningún pueblo desarrollado lo fuera si no respetara leyes y normas.
    La esencia de la Revolución seguirá siendo humana, y entre todos tenemos que poner fin al pillaje que destruye y hace la vida difícil en Cuba.

     
  18. Proletario says:

    Parece que las autoridades no son conscientes del daño que esos ‘indigentes’ causan.
    Lo he visto en mi visita a Cuba.
    Se sitúan en los sitios estratégicos donde paran los turistas y los agobian pidiendo limosna.
    Aunque se trate de una ciudad con más de 100.000 habitantes, y la nube de pedigüeños sea de 50, la impresión que se llevan los turistas, ya de por sí adoctrinados en origen, es que allí TODO es miseria. Para ellos es la confirmación de la propaganda capitalista de que el socialismo es un fracaso.

     
    • Rodolfo Garva says:

      Proletario,
      Da la impresión que compartes ese criterio de turistas que en un viaje a Cuba tiene una impresión derivada de un análisis superficial y simplista.
      A esos turistas “adoctrirnados de origen” les sugeriría viajar al paraíso norteamericano y después de ver cómo en muchas esquinas “agobian” a los automovilistas limosneros llamados “homeless”; a gente pernoctando debajo de puentes y a no poco norteamericanos comprando ropa y objetos usados en establecimientos que en cuba se les llama coloquialmente “trapichopin”, te digan su impresión.
      Pero si no fuera suficiente su agobio con esa “nube de pedigueños”, pueden darse un salto a México, donde, como en muchos otros países de nuestra América podrán observar con ese ese mismo ojo crítico, a niños y ancianos pidiendo limosna por mencionar sólo uno entre muchos flagelos.

       
      • Proletario says:

        Debo haberme explicado mal si crees que “comparto”ese criterio de turistas adoctrinados en origen. Observa que hablo de “ellos”, en tercera persona.
        Todo eso que dices y muchas cosas más ya las sé yo, pero “ellos” no.
        Dices que “les sugerirías”; pero el problema es que ni tú, ni yo, ni nadie va a estar con todos “ellos” para sugerirles nada.
        Es más, del grupo de unos cuarenta españoles, en el que iba, yo era el único que les sugería esas cosa y otras; no solo no me hacían caso, es que me miraban como a un bicho raro.
        En España, los que hablamos bien de Cuba somos considerados dementes.
        No podemos competir con lo que “a ellos” la TV les cuenta desde que nacen, todos los días.
        Por eso, mi comentario era una sugerencia ante el daño que hacen los pedigüeños.
        En ellos, los adoctrinados del capital ven la confirmación de la doctrina y sería conveniente que las autoridades los impidieran dar la nota.
        Creo que algo así se hizo con las famosísimas jineteras, que daban pie a que muchos superficiales que iban a Cuba vinieran contando que allí, la miseria hacía que todas las mujeres fueran prostitutas.
        Si no me equivoco, la policía tomó cartas en el asunto y ya apenas se las ve; pues con esos falsos indigentes deberían hacer lo mismo.

         
  19. Rodolfo Garva says:

    Amigo, infierno que eres un español que está con Cuba Revolucionaria, así como yo un mexicano que la defiendo y admiro. Bueno pues entonces ambos debemos darnos a la tarea de desasnar a todos esos que de manera “inocente” o “adoctrinada” hablen basura de un país que es ejemplo de solidaridad y humanismo.

     
  20. Reblogueó esto en El blog de La Polilla Cubanay comentado:
    Más que una pregunta, un texto a debatir a todos los niveles. Estas preguntas que mucho me he hecho y he hecho a todos los niveles…

     
  21. lapolillacubana says:

    Iroel, excelente trabajo, que precisa más que el simple discurrir por tu blog: que nuestros representantes en la Asamblea Nacional lo hagan suyo y discurran junto a nosotros cómo cambiar YA este panorama

     

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