Víctor Angel Fernández
Como cualquier ser humano común y corriente, yo tengo mis propios dilemas y hoy deseo compartir con ustedes uno en particular.
Luego de más de cuatro décadas de trabajo en las actividades más disímiles, me encuentro ahora que soy amigo, colega, compañero de trabajo y profesor de dos de las actividades más maltratadas de la Cuba de esta segunda década del Siglo XXI: la prensa y las infocomunicaciones.
Mis amigos, buenos colegas, compañeros de trabajo y alumnos del sector de la prensa, de una forma u otra, cada día hablan lo humano y lo divino sobre obsolescencia del equipamiento informático, ya sea el que poseen particularmente o el que utilizan en sus respectivas redacciones. Algo similar, incluso pudiera estar encabezando la lista, escriben, opinan, hablan y tiran fotos sobre los problemas con lo estrecho, lento e insufrible del canal de conexión.
Estas pudieran ser opiniones sólo tecnológicas, pero cuando las llevan al plano personal, cada uno de los miembros de esa parte de mis amistades, recibe calificativos tan fuertes, merecidos o no, que llegan a sobrepasar el comportamiento ético elemental que cualquier persona, sea o no de estos dos gremios, exigiría como base mínima para establecer un intercambio de opiniones.
Lo triste de esta posición es que algunas veces, declarado explícitamente, no tienen toda la información necesaria sobre el tema, ya sea porque no la buscaron o porque nadie quiso ofrecerla, pero, del mismo modo, ofrecen sus aplastantes opiniones.
Del otro lado, mis no menos amigos, también buenos colegas, compañeros del trabajo diario y alumnos de este sector tecnológico, aunque no tengan donde publicarlo, se atrincheran en una crítica destructiva hacia los profesionales del sector informativo.
No saben la diferencia entre una crónica y una simple nota informativa, pero opinan sobre titulares, gramática o lenguaje periodístico, sin dejar fuera ni a lo humano, ni a lo divino.
Para estas amistades, el noticiero de la televisión, los informativos de la radio y la prensa escrita pudieran desaparecer. No saben, al final, debido a qué razón, pero no importa, arremeten contra lo visto, hablado o escrito.
Utilizando los mismos derechos de la otra parte de mis amistades, los del lado tecnológico, no se detienen a pensar en las reales dificultades que tienen los otros para ejercer sus trabajos, cuando muchas veces las puertas que se cierran, los silencios se hacen impenetrables y hasta las prohibiciones de cualquier valor y color, son el quehacer diario que impide, como elemento básico, cumplir con el trabajo.
Ninguna de mis dos amistosas partes, concede el elemental espacio de simple forma humana de ser, de vivir o de apreciar la realidad. Ambos se van a los extremos y me recuerdan una frase que alguien dijera una vez: “dos equivocados no hacen un cierto”, pues cuando ellos se unen, no se conjugan las partes de razón que ambos pudieran tener, sino las sinrazones que no le permiten ver ni los árboles, ni el bosque, con independencia del lugar en que físicamente se hallen ubicados.
Y regresando a los Montescos y Capuletos, mientras nos lamentamos de las pérdidas de nuestras Julietas y nuestros Romeos, me atrevo a preguntar, sino sería mejor comunicarnos, tratar de entendernos, ceder un pedacito cada parte. Primero ofrecer la información necesaria y después exigir por el correcto uso que se haga de la misma.
O sea, varios siglos después de los famosos personajes de Shakespeare fueran víctimas de la incomunicación social, en un mundo actual de Web 2.0, de cambios de paradigmas en la comunicación, de inversión de roles entre mensajeros y receptores, ¿no valdría la pena, dejar de ser absolutamente nosotros y recordar que también hay otro, que puede tener sus razones? Con extremo respeto, me apropio de palabras ajenas: A lo mejor, vale la pena.
Este tipo de articulo que ni acusa ni deja de acusar , que ni dice ni deja de decir. Solo vale para la reflexión personal sin que motive a la acción. No obstante me quedo con el último parrafo que se entiende claro dentro o fuera de contexto.
Reblogueó esto en El blog de La Polilla Cubanay comentado:
“… ¿no valdría la pena, dejar de ser absolutamente nosotros y recordar que también hay otro, que puede tener sus razones?”
Controversial los dos temas, toda vez que se complementan. El artículo está hecho con un enfoque de confesión para aliviar el alma… Pero, qué hacer para que se logre armonía entre ambas familias ??… la solución por dónde discurre??… quién la tiene???
Siempre es mejor optar por comunicarnos para tratar de entendernos pero me parece que la idea no es ceder un pedacito cada parte, sino crear una cultura de lectura reflexiva que propicie un intercambio provechoso para todas las partes basado en el respeto al criterio de cada cual.
Gracias Víctor por esta reflexión sobre el problema que he vivido desde adentro de ambas familias… y al final cada una tiene su poquito de razón y sus muchas sinrazones en cada debate.
Tal vez “vale la pena” traer algunos de los debates sobre un tema específico, para que candelawall pueda entender de qué se habla… por ejemplo, la actual migración de la base de datos de usuarios de ENET con las consecuencias para los periodistas… o tal vez el absolutismo de los artículos que dan por hecho el éxito o el fracaso de determinados hechos informáticos sin un análisis serio…
Te lo dejo de tarea.
Gracias nuevamente.