“Ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar”
Ernesto Che Guevara
El poeta y cineasta Víctor Casaus, colaborador de La pupila insmone, nos envía el texto que Silvio Rodríguez publicó en su blog Segunda cita a raíz del fallecimiento del intelectual cubano Alfredo Guevara, acompañado de las palabras que Víctor dejó allí a propósito de esta gran pérdida para la cultura de Cuba.
Alfredo
Silvio Rodríguez
Lo conocí personalmente en 1968, después del primer concierto que hicimos en Casa de las Américas. Por entonces empezó a visitar nuestra vivienda de la calle Gervasio, donde nos apretábamos mi madre y su marido, mis hermanas y yo. Sobre la estrecha sala del mínimo apartamento había una ventana grande que sólo se abría unas pulgadas, porque topaba con el edificio de al lado. Cuando descubrió el detalle lo vi desbarrar furioso sobre la falta de humanidad capitalista, capaz de vender la ilusión de un ventanal que daba a un muro.
A partir de aquel día me empecé a acostumbrar a sus observaciones y también a sus manías, como la de andar con un saco sobre los hombros (decía que para protegerse los pulmones), o aquella otra de solamente comer pollo. Desde el principio coincidimos en una cosa: el verdadero helado es el de chocolate; todos los demás son pretensiones.
Nuestras primeras pláticas, en su despacho del 7mo piso, casi siempre giraban en torno a temas culturales. Qué leía, qué cine o qué pintura me gustaba, si asistía al teatro. Cuando algo me hacía explotar también entraba allí y le soltaba mis demonios. Haydee Santamaría y él fueron los primeros padres revolucionarios con quienes pude conversar “a calzón quitao”.
Cierta vez estuvo en Brasil, en plena dictadura militar, donde pudo ver las manifestaciones estudiantiles y la complicidad de una naciente canción con la rebeldía. Cuando llegó a La Habana nos invitó a Leo Brouwer y a mi a la conferencia en la que iba a contar su viaje. Nos pidió que al final no nos fuéramos y luego nos llevó a su despacho, para hablarnos de un posible proyecto de investigación musical, de un taller experimental donde nuestras raíces se fusionaran a expresiones afines. Fue la primera vez que se habló sobre lo que después sería el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC.
Cuando Maurice Bejart fue a La Habana con su Ballet del Siglo XX, me hizo ir con él al Gran Teatro. La tarde inolvidable empezó con un Raga en el que una pareja, en un mínimo espacio, recorría de principio a fin el Kama Sutra. En otro de los actos la actriz española María Casares decía unos versos a la noche. El último ballet era el Bolero de Ravel: una flama dorada bailando sobre una mesa enorme, asaltada por un sinfín de cuerpos. Al final sólo uno lograba la fusión, para empezar la vida.
El 30 de diciembre de 1970, cerca de las 12 de la noche, bajé las escaleras de mi edificio y caminé hasta la esquina para llamarle por teléfono y felicitarle por su cumpleaños 45. Me dijo que se sentía muy mal, precisamente por cumplir aquella edad, ya que cuando joven se había prometido no ir más allá de los cuarenta. Desde aquella vez, siempre que coincidíamos en Cuba, no dejé de llamarle los 30 de diciembre a las 12 de la noche.
Inexplicablemente, el último diciembre olvidé llamarle. Unos días después sonó el teléfono y era él, diciéndome que se había quedado esperando.
Desde la adolescencia fue un apasionado del cine y junto a otros entusiastas tuvo experiencias iniciáticas. Estudió Filosofía y Letras. En la década del 50, por sus actividades revolucionarias, fue preso y torturado brutalmente. Se exilió en México, donde fue asistente de dirección de Luís Buñuel, en su película Nazarín.
Después del triunfo de la Revolución fundó el Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos y el Festival de Cine de La Habana, que dirigió hasta el mediodía de hoy, en que un infarto nos lo llevó.
Sabiduría, sagacidad (cultural y política), compromiso, valentía…*
Silvio
leí hace un momento, amanecer del sábado, la entrada de silvio sobre ALFREDO.
ayer recibí un correo que pedía un texto sobre alfredo para el boletin CATALEJO que hace la revista TEMAS. pensé que era el momento de escribir esa nota que se titularía PENSAR EN/CON ALFREDO, que llevo semanas, meses debiéndome a mí mismo –pero sobre todo, homenaje modesto pero querible, a él.
a los 5 minutos de responderles que sí, que haría la nota, que me dijeran la fecha tope, entró un commpañero del centro pablo y me dijo: alfredo guevara murió.
a pesar del dato de los 87 años, la noticia tuvo, tiene y tendrá ese estremecimiento que la admiración, la memoria y el cariño juntos pueden desatar. y desatan.
escribiré esa nota hoy o mañana, con la misma vocación inicial: compartir el homenaje a su inteligencia, su capacidad y su coraje. e invitar a PENSAR EN alfredo para recordar sus múltiples acciones revolucionarias en el terreno de la cultura y en el terreno de la vida; e invitar a PENSAR CON alfredo para que nos alcance el brillo de su inteligencia –presente en su vida y en sus textos, por suerte también en los que se dedicó a recopilar, padrecito laborioso, en estos ultimos años, y que produjeron libros que deberán conocerse más, reeditarse más, estudiarse y repensarse más.
en estos momentos, en particular, resulta más importante aún ese legado de sabiduría, sagacidad (cultural y política), compromiso, valentía: frente al enemigo externo mayor y frente a los otros, los del patio, enquistados en la trama burocrática, mediocres de siempre o de nuevo cuño a los que la palabra y la accion de PENSAR produce un extraño, (im)perceptible escalofrío.
la palabra de alfredo cumplió durante años (podemos arriesgar: hasta ayer mismo) con la advertencia/invitación del che en 1965 (hoy quizás más vigente que nunca): “ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar”.
*Comentario en Segunda cita
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¡PERO LE DARÁ, MADURO,
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“Don Henrique Cacerola”
raya bruscamente el disco
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en la misión que lo enrola.
Solo bebe coca cola
que le envía “Gringolandia”.
Quiere una “Venezuelandia”
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¡pero le dará, Maduro,
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Ramón Espino Valdés
El Leoncito de Las Tunas
Cuba/México.