Ángel Guerra Cabrera
En la tarde del 5 de marzo, visiblemente conmovido, el vicepresidente Nicolás Maduro dio la trágica y dolorosa noticia que nunca hubiéramos querido escuchar. Había fallecido el presidente comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Difícil asociar la muerte con ese hombre tan vital que tanto amó la vida y movió cielo y tierra por hacerla más libre y digna a los pobres de la Tierra. Nacido llanero (Barinas, 1954), donde florecen silvestres el canto y la poesía, su trazo vital marca un punto de giro decisivo en la historia de América Latina y el Caribe de hondas repercusiones planetarias.
En poco más de dos décadas desarticuló la estrategia de recolonización estadunidense de nuestra región encarnada en el Alca (Mar del Plata 2005), impulsó y fue el líder más notorio del surgimiento de un bloque de gobiernos opuestos al Consenso de Washington, fundó junto a Fidel Castro la fraterna Alba, tejió plurales alianzas conducentes a la creación de la Unasur y la Celac. Aglutinó a un grupo de líderes que dio pasos de gigante hacia la concreción del proyecto de unidad latinocaribeña de Bolívar y Martí y en colocar a nuestra América como el polo de resistencia principal contra la dominación mundial del imperialismo.
La gallarda rebelión armada(1992) que encabezó contra las políticas neoliberales de Estados Unidos y sus aliados locales proyectó al teniente coronel Chávez como líder nacional. Con su alzamiento el joven oficial y cientos de sus compañeros cumplieron con un mandato del pueblo venezolano, que tres años antes había sido reprimido sangrientamente durante el caracazo en respuesta al vigoroso repudio que manifestó en las calles contra aquellas políticas.
Chávez tomó muy en serio y se comprometió muy joven con las ideas y la trayectoria de Simón Bolívar, muerto aún más joven que él. La educación familiar de padre y madre humildes maestros de escuela, el destacado paso por la academia militar y su ejecutoria como oficial del ejército le permitieron a su inteligencia, avidez intelectual y sensibilidad excepcionales nutrirse del arsenal de conocimientos, experiencias e ideas que sellaron para siempre su comunión con el pueblo. Le cabe como a pocos aquella definición del Che cuando afirmó que el verdadero revolucionario actúa guiado por sentimientos de amor.
Sentía por Fidel profundo respeto, admiración y cariño y en fluido intercambio con él delineó las líneas maestras de su accionar y de la nueva arquitectura latinocaribeña, que enriqueció y llevó a cabo con inigualable maestría. Fidel reconoció muy temprano en él sus cualidades de estratega y conductor de pueblos y junto a Raúl le entregó una entrañable amistad. Chávez también quiso mucho a Cuba y a los cubanos y dedicó grandes esfuerzos a cimentar la solidaria y leal alianza venezolano-cubana, cuyos frutos no han podido ser más nobles.
Si las grandes trasformaciones de América Latina y el Caribe en los últimos años tienen en Chávez a uno de sus protagonistas más insignes, lo mismo puede decirse de la que lideró en Venezuela. De país subordinado a Estados Unidos, dominado por una elite racista, rapaz y represiva, que marginaba al pueblo de las decisiones y mantenía a millones apartados del disfrute de los más elementales derechos, Chávez recuperó la patria para todos e hizo al pueblo el actor político y social principal. Impulsó una refundación política, económica y cultural que puso de nuevo el socialismo en el orden del día a escala internacional y trasformó a Venezuela en un modelo de democracia. Rescató el petróleo como palanca del desarrollo nacional, de solidaridad y de posicionamiento geopolítico. Liquidó el analfabetismo e hizo de la salud, la educación y la seguridad social derechos universales, creó cientos de miles de puestos de trabajo y aumentó el poder adquisitivo de la población. Pero su conquista más importante es haber transformado al pueblo venezolano en partícipe activo, unido y muy consciente de la política nacional e internacional. No hay contrarrevolución que pueda contra eso.
Es proverbial el odio de los círculos dominantes de Estados Unidos, el capital internacional y sus colaboradores criollos contra Chávez. Asquea lo que escriben y dicen aún después de su muerte los que presumen de sus letras y voces libres, que sabemos esclavas. Tanto es el temor que les provoca la grandeza del venezolano y de su ejemplo. Hay hombres que hasta después de muertos dan luz de aurora, escribió José Martí. Chávez es uno de esos.
Artículos relacionados:
Quiero expresar desde la vieja y decadente Europa, donde hombres como Hugo Chávez son vistos con enorme preocupación por los gobernantes y medios compromisarios de la burguesía, que el hecho de haber compartido su tiempo vital desde la distancia y haber sido testigo (en directo o en diferido) repetidas veces de sus espectaculares discursos y declaraciones es una de mis más gratas experiencias como ser humano, que no olvidaré jamás. Y ahora, con el permiso de Iroel, voy a transcribir un comentario mío en el blog de un gran intelectual español colaborador de Chávez, Juan Torres López, donde he intentado combatir una vez más la sucia campaña de falsimedia y colaboradores, con la que pretenden hacer cortafuegos a esta revolución imparable en todo el planeta que es el socialismo del siglo XXI:
“Vengo observando en los clientes y colaboradores de falsimedia un constante negacionismo de los hechos, lo que no debería extrañar a nadie, ya que su objetivo (como el de falsimedia) no es defender la verdad objetiva y sacar las conclusiones pertinentes sino preservar las injusticias y los privilegios. Hoy puede leerse en un artículo de Santiago Alba Rico publicado por Rebelión (“El sucesor de Chávez”) una frase pronunciada por una mujer anónima venezolana que resume claramente lo que era la Venezuela anterior a Hugo Chávez: “¿Ciudadanos? Ni siquiera sabíamos que éramos seres humanos.” En la Venezuela “democrática” y “garante de los derechos humanos”, con gobiernos de “izquierda” como el de Carlos Andrés Pérez, había millones de personas que no tenían conciencia de que fueran seres humanos.
Podemos imaginar el trato a que eran sometidas estas personas y en las condiciones que vivían. El suyo era un mundo de economía sumergida y de ausencia total de derechos (ni cédula de identidad tenían) que les equiparaba a las condiciones de vida de la fauna salvaje. Aquellos que no tenían la suerte de trabajar para los escuálidos en penosas condiciones o no formaban parte de la privilegiada clase media eran vistos como una plaga bíblica. Muchas veces hemos leído casos de lo poco que vale la vida en América Latina, y en la Venezuela anterior a Chávez se daban todas las condiciones para que el trato recibido por estas personas no se diferenciara al que damos en Europa a los molestos roedores. Quien no tiene cédula de identidad no existe jurídicamente por lo que se le puede eliminar físicamente si es un niño de la calle y provoca daños económicos con sus hurtos para poder sobrevivir, se le puede confiscar sus tierras si estas interesan a los latifundistas, se le puede demoler la choza si el suelo puede proporcionar alguna plusvalía a un escuálido, se le puede sacar a golpes de un centro de salud si pretende recibir una atención que no puede pagar y se le puede confinar a barrios de chabolas donde su mísera existencia no pueda molestar a los hombres Giorgio Armani que han venido saqueando las riquezas del país como si fueran los dueños absolutos, por encima de la democracia y de los derechos humanos.
Ante una realidad como esta, podemos imaginar la reacción de los escuálidos cuando Hugo Chávez conquista el poder democráticamente para defender los intereses de las mayorías, que es lo único que se puede defender en un sistema de estas características sin que pierda la legitimidad. Era impensable que quienes se habían dedicado a saquear la riqueza natural de Venezuela (no la creada con el esfuerzo) vieran con buenos ojos su redistribución y menos todavía si en el reparto entraban los que ni siquiera tenían identidad de especie humana. Un despilfarro de esta naturaleza era de por si intolerable y si afectaba al bolsillo de los escuálidos lo era mucho más.
Ahora a Chávez se le acusa de autoritario por parte de falsimedia y de dirigentes políticos de la derecha y socialdemócratas (como los del PSOE, que se han cubierto de gloria hablando de la necesidad de una transición hacia la democracia). Resulta que gobernantes autoritarios son los que cumplen los programas electorales en defensa de los intereses de las mayorías, mientras que aquellos que los incumplen sistemáticamente en defensa de la misma minoría privilegiada de siempre (el 1%) serían los fieles servidores de la voluntad popular. También se le acusa de haber acabado con el pluralismo informativo en los medios cuando resulta que el 90% de la audiencia está en manos de medios privados opositores. Por no hablar de las acusaciones contra el proceso de convocatoria de nuevas elecciones. En realidad, nada nuevo bajo el sol. Falsimedia es plenamente consciente que su éxito consiste en cumplir al pie de la letra el manual de Goebbels para que el rebaño siga considerándose libre y dueño de su destino en la caja de Skinner pero dentro de los límites interesados del imaginario colectivo que ellos construyen y reconstruyen las 24 horas del día 365 días al año.”
quién dá lecciones de democracia a Venezuela? http://wp.me/p1NuYX-bf